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Nació el albertismo, por abandono maternal

Cristina explicita que no tiene nada que ver con la operación del gobierno de su fallido heredero político

¿Cómo podría hablarse de divorcio político? Aquí más bien corresponde aludir al abandono de persona
¿Cómo podría hablarse de divorcio político? Aquí más bien corresponde aludir al abandono de persona
Daniel Montoya 12 mayo de 2022

La noticia no es ninguna novedad. Cristina Kirchner renegó de su heredero político el día que su hijo natural renunció a la presidencia del bloque de Diputados del Frente de Todos

Quienes esperaban que tal ruptura se produjera a lo “Chacho” Alvarez, olvidaron que la actual vicepresidenta pergeñó la sorpresiva movida de unción de “alguien que no representaba a ninguna estructura política”, habiéndose asegurado el control de dos muy importantes: la Cámara de Senadores y la gobernación de la provincia de Buenos Aires. 

Para ser más específicos, la llave de la iniciativa o del bloqueo en el plano legislativo y, por otra parte, el control de uno de los mecanismos más delicados y peligrosos de la vida argentina en democracia: la Policía Bonaerense. Y por si ello fuera poco, el control de PAMI y Anses, dos mega cajas nacionales con la capacidad de incubar en su pasado a figuras gravitantes como Sergio Massa y Amado Boudou.

Ante semejante cuadro, ¿cómo podría hablarse de divorcio político? Aquí más bien corresponde aludir al abandono de persona, en los términos definidos por los artículos 106 a 108 del Código Penal. Es decir, una madre que por todos los medios posibles explicita que no tiene nada que ver con la inspiración, diseño y operación del gobierno de su fallido heredero político y que, aprovechando el escenario de creciente fragmentación política que insinúa el estudio reciente de la firma mediterránea Zubán Córdoba,  se repliega a sus dos ámbitos políticos naturales con epicentro en el Congreso y en el conurbano bonaerense (con eje en la Tercera Sección Electoral). 

Por cierto, dos cartas políticas pesadas que, a partir de este momento, el presidente y líder del Frente de Todos residual deberá cuanto menos equilibrar con otras de indudable gravitación. 

  • En primer término, la estampita de Kristalina Georgieva, factótum del reciente acuerdo con el FMI.
  • En similar grado de importancia, la UIA de visible simpatía con uno de los “villanos” aludidos por la vicepresidenta en su discurso reciente en Chaco, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas
  • Asimismo, algunos de los “gordos” de la CGT más dóciles y distantes de la combatividad de los gremios interpelados por comisiones internas de tendencia “troska”.  Tal el caso de Héctor Daer de Sanidadde Andrés Rodríguez de UPCN o del inoxidable Armando Cavalieri de Comercio. 
  • En un mismo plano, el embajador de Estados Unidos en Argentina Marc Stanley, tan entusiasta de los espectaculares paisajes locales como del ministro de Economía, Martín Guzmán, el otro blanco predilecto del Instituto Patria. 
  • Por último, también deben contabilizarse como apoyo del albertismo algunos comunicadores de “Corea del Centro” como Ernesto Tenembaum, al igual que algunos líderes opositores que operan bajo la lógica borgeana “no nos une el amor sino el espanto” (a Cristina). ¿Ejemplos? María Eugenia Vidal y José Luis Espert ponderando al discípulo local de Joseph Stiglitz.

¿Y qué hay del control de la calle?

Si hay algo de lo que siempre se jactó el peronismo es del control de la calle. Vale aclarar, no del dominio de la calle en la versión que interpretan ciertos ámbitos políticos.  

Es decir, una marcha política de protesta que, aun siendo masiva, no supone ningún golpe de importancia como uno que implique la pérdida de apoyo de un gremio que controla las cadenas de abastecimiento o de recolección de residuos como la familia Moyano. 

En tal sentido, la evolución del albertismo en sus primeros pasos tras haber sido abandonado por su madre política dependerá del grado ya no de éxito, sino de contención en el deterioro de los salarios reales. 

Al presente, el gremio económico se divide en pronósticos de crecimiento optimistas (FMI: 4%) y estimaciones más cautas (Fundación Capital/Martín Redrado: 2%), pero con una advertencia en común respecto a la inflación, el mayor pulverizador de capital político conocido en el mundo.

Mientras que la directora del FMI la califica como “el gran riesgo”, el expresidente de nuestro Banco Central anticipa 70% anual. En una palabra, un panorama sombrío de eventual desaceleración económica en el segundo semestre, combinado con una espiralización de la inflación que implicaría la continuidad del ciclo de deterioro de los ingresos, así como un panorama de conflicto social agravado por la soledad política del conductor del Frente de Todos residual. 

Peor aún, en la medida en que la administración del Fernández abandonado descienda de un nivel de aprobación calculado hoy en 30% por el mencionado sondeo, es previsible que la vicepresidenta, ya localizada dentro del campo opositor, desista de su posicionamiento epistolar y de referencia ideológica, para pasar a fogonear el conflicto social en una postura equivalente a la de Sebastián Romero, más conocido en el ambiente como “el gordo del mortero”. 

En tal versión, Cristina no haría más que inspirarse rumbo a 2023 en un consejo del Santo Padre que hoy tanto atrae a los fanáticos de Javier Milei a la par que desespera a una clase política desnorteada y sin brújula. “Hagan lío”.

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