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Análisis

Milei y la Piedra Filosofal

La extraña paradoja política en la que haciendo lo que nadie quiere hacer el presidente obtiene lo que todos quieren obtener.

El presidente que escapa del manual.
El presidente que escapa del manual. .
Tiki Gomez Goldin 21 marzo de 2024

El gobierno de Javier Milei desafía una y otra vez las leyes de la física de la política. Tan es así que desde la campaña acciona contra el manual convencional del savoir-faire del arte del poder de modo tal que los libros de las estanterías políticas no paran de caer. Y la razón principal por la que el libertario reta al convencionalismo es porque haciendo precisamente lo que no se debería termina triunfando. 

Cuando uno es inquilino y se encuentra próximo a tener que renovar contrato de alquiler la lógica sugiere que uno no confronta ni insulta al dueño de la propiedad ni a la inmobiliaria. Por el contrario, se intenta hacer buenas migas con ellos bajo la esperanza de que el aumento y los términos y condiciones no empeoren la situación de uno en tanto se está en posición de debilidad. Milei hace lo contrario. Le escupe en la cara al dueño e insulta a la inmobiliaria.

Esto último fue lo que vivimos en el Congreso a lo largo de la negociación con la Ley Bases. Con un gobierno no minoritario - como lo fue el de Macri- sino híper minoritario con menos de 40 bancas sobre 257 en la Cámara baja la lógica y el manual dictan que se debe seducir y persuadir a los otros bloques con el objeto de obtener mayorías circunstanciales que le permitan al gobierno aprobar su agenda legislativa. Pero no. Nada más lejos que la realidad. Mientras quizás algún funcionario del Ministerio del Interior junto a Santiago Caputo pretendieron cumplir ese rol los congresistas recibieron agravios y eran denostados tanto en redes como por televisión por el presidente y su círculo.

Milei interpela a todos los políticos y analistas a pensar fuera de la caja acerca de cómo se concibe a la política. Con apenas 3 intendentes de 3.000 y sin un solo gobernador, lo cual no tiene precedente en la historia argentina, el primer mandatario no titubea en redoblar todas y cada una de las apuestas. Originalmente se debiera considerar que un ajuste fiscal de corte ortodoxo para sanear las cuentas públicas sería imposible de llevar adelante sin un contingente legislativo de donde hacer pivot ni un conjunto de gobernadores que brinden apoyo a la Casa Rosada. Pero tampoco es el caso. En Balcarce 50 se enfrentan a todos los gobernadores sin temor alguno a que la confrontación funcione como esquema de incentivos a unificarlos contra el oficialismo. Pero pensando fuera de la caja termina por alimentar su retórica anticasta y triunfando aún en la derrota.

La obsesión del presidente radica en su mandato político que es bajar la inflación. El resto poco importa. Al contrario de la clase política que vislumbra su norte en la construcción y mantenimiento del poder en sí el libertario no tiene ojos más que para el equilibrio fiscal y la sanidad económica. Ello le permite poseer otro horizonte temporal al resto de sus contrincantes y por ello se da "el lujo" de tomar decisiones sumamente antipáticas que sus antecesores no querían adoptar debido al costo político que ello implicaba para las próximas elecciones y para con la construcción de su poder. Paradójicamente, el presidente, tomando medidas híper ortodoxas se encuentra frente a la posibilidad de, curiosamente, construir más poder.  Así como con la piedra filosofal que la obtiene quien no la quiere, el economista, sin aparente interés de perpetuarse, puede aumentar su capital político.

El ejemplo más nítido reside también en la Ley Bases. El gobierno de la Libertad Avanza es literalmente la coalición de los sellos de goma. Forman parte de él el Partido Demócrata, la Ucede, UNIR y el Partido Liberal entre tantos otros que no eran más que meros instrumentos legales para competir en elecciones sin chances reales de llegar al gobierno anteriormente. Sin embargo, ganaron con el 30% de los votos en las generales y con un contundente triunfo en el interior del país. A pesar de ello, promovieron en la popularmente conocida como Ley Ómnibus una reforma política dirigida hacia un sistema uninominal, que tiende a licuar a los partidos chicos, y concentrar la representación política en el conurbano, bastión del peronismo. Un presidente que busca perpetuarse en el poder no impulsa tal reforma. Este sí. Su incentivo es otro y su obsesión es la economía, no las elecciones.

Todo auguraba que en marzo estallaba todo, que el conflicto social en la calle no iba a dar lugar a convivencia alguna. No obstante ello, abril está a días de comenzar. Si de algún modo u otro el oficialismo logra surfear los próximos 2 o 3 meses la licuación y el ajuste fiscal con éxito para llegar a demostrar una baja de inflación -según ellos sin importar el costo- nos vamos a encontrar ante un verdadero hito político. Alrededor del 40% del electorado tiene conciencia desde el 2001. Esa generación solo vio el dólar, la pobreza y la inflación aumentar. Desconoce lo que es ver uno de esos números caer. Ante el solo caso de observar la inflación descender (si es que lo logra) se atestiguará un hecho sin precedentes para gran parte de los argentinos. Y ello le dotará de un capital político para nada despreciable.

¿Cómo es que este hombre en franca minoría verdaderamente puede triunfar? Porque en su enamoramiento y obsesión por el equilibrio fiscal le importa poco pagar un costo político que cualquier otro rehusaría a afrontar. Ello le da libertad: de pensar fuera de la caja, de ir contra el manual, de ganar prometiendo ajuste, de tomar decisiones sin importar el precio electoral, de redoblar aún cuando se está perdiendo. 

Su férreo convencimiento e inquebrantable convicción por hacer lo que hace atenta contra la principal herramienta que la política ordena utilizar: el diálogo y la negociación. Con ellas otrora se construía poder. Sobre todo cuando se está en minoría y se debe conformar una mayoría. Pero así como con la piedra filosofal, que la obtiene quién no la quiere, el Presidente puede que, absurdamente, acumule poder por desafiar el manual y sus leyes con sus medidas antipopulares. Serían muchos los que no la vieron. El tiempo, la piedra y la inflación lo dirán.

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