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Esperando a Godot

Todos recitan el abracadabra de Vaca Muerta, el litio, el cobre, los ganados y las mieses. Todo es verdad, pero potencial.

Esperando a Godot
Carlos Leyba 27 julio de 2023

A la fecha, el acuerdo logrado con el FMI es estar de acuerdo en no tener acuerdo, lo cual es un acuerdo y un éxito, es decir, una salida. Hay salidas que no llevan a ninguna parte. Y hay puertas que dan al vacío. Tenemos en la representación política mucho del teatro del absurdo. 

La relación de Sergio Massa con el FMI es parecida a la de "Esperando a Godot", obra de Samuel Beckett. Dos personajes (Massa y FMI) transcurren dos actos esperando a Godot (el acuerdo), quien nunca llega, a pesar que un niño (Sergio, también hace ese papel) dos veces, anuncia que no vendrá ahora, pero que luego vendrá. Nunca llega.  

En Argentina 2023 puede que baje el telón de este período constitucional y sobre el escenario, Sergio y Kristalina, sigan esperando a Godot. 

Es nuestro teatro del absurdo. ¿Faltan pruebas? Veamos.  

Después de leer las nuevas normas cambiarias e impositivas, la cadena de rulos, nudos, bifurcaciones, cul de sac, etc., anunciadas por Massa para no devaluar y -al mismo tiempo- encarecer las importaciones y aumentar el valor en pesos de las exportaciones, todos entendemos que, Sergio, le está cumpliendo el compromiso a Cristina. "Te nombro ministro con plenos poderes, te nombro candidato a Presidente, pero no devaluás". Si hay demás cosas, permanecen en secreto a pesar de las bullas imaginarias, seguramente falsas, acerca del fiscal Guillermo Marijuán.

La cuestión económica de la relación es la pulsión no devaluatoria consecuencia de las  clases de economía que la vice toma con Axel Kicillof. 

Al respecto cabe recordar a don Miguel de Unamuno que citaba a un autor inglés, cuyo nombre no recuerdo, que decía que cuando hablan Juan y Andrés no hablan dos, sino que hablan seis. El Juan que Andrés piensa que Juan es, el Juan que Juan cree que es y el Juan que sólo Dios sabe quién es; y lo mismo le pasa a Andrés. Y ahí contamos seis. Sabio. 

Cuando analizamos la trayectoria de nuestros líderes vemos un camino sinuoso difícilmente explicable. 

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Por ejemplo: 

  • ¿Quién trató de empresarios ejemplares a los, más que precarios en aquellos días, titulares españoles de Repsol? Respuesta: Néstor. 
  • ¿Quién hizo lo imposible para que los socios de 50% del Banco de Santa Cruz, los "ejemplares" Esquenazi, se hicieran -sin poner un peso- de una parte "grosa" de YPF y de la conducción de la empresa, la que terminó en desastre? Respuesta: Néstor. 
  • Quién habilitó para que, gracias a una expropiación realizada con absoluta ignorancia y a pérdida para YPF (daño ambiental), hoy los mismos que "le compraron a Esquenazi", estén a punto de cargarnos con una "multa" grosera que podría llevarse parte de la renta de la gracia de la naturaleza que se llama Vaca Muerta? Respuesta: Cristina. 

Aclaro: los ejemplos similares en la oposición sobran. Y esta falta de trayectoria, aunque no lo parezca, es enormemente perturbadora. 

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Repetimos hasta el cansancio que hay que "construir confianza" y eso depende de la claridad y compromiso de la trayectoria y, por cierto, de la claridad y compatibilidad de lo que se ofrece. Ud. puede ser muy clara y de una firme trayectoria y lo que ofrece pude ser francamente incompatible con la elemental percepción de la realidad. "En esa caja no va a entrar". O viceversa: la idea es compatible, pero no te creo. Por una de esas dos razones, en la Argentina, el voto de confianza es corto. Transitamos, si las hay, oferta de baja compatibilidad con la realidad o de bajo nivel de confianza. Garantía de fracaso.

Volvamos al punto de partida. Miremos, ahora, el empeño de Massa y el FMI y las condiciones que le impone CFK a consecuencia de las lecciones de Axel.   

¿Cuál Axel? Que no hay uno, sino por lo menos dos.

Es que hay otro Kicillof. No hace tanto. Veamos.

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El 26 de agosto de 2006, cuando Axel militaba contra el gobierno de Néstor Kirchner (sí), junto a dos de sus amigos afirmaba (vale la pena leerlo, es largo, va entre comillas): "La brusca devaluación argentina estuvo lejos de ser una política deliberadamente adoptada por el Ministerio de Economía. Por lo contrario, la pérdida de valor del peso frente al dólar estuvo condicionada por procesos económicos más profundos. Pese a las apariencias, el nivel del tipo de cambio no es una variable arbitrariamente fijada por la autoridad económica, ya que -con independencia de las fluctuaciones menores de corto plazo- no es posible sostener indefinidamente una moneda sobrevaluada ni subvaluada simplemente a fuerza de buena voluntad. No obstante, los economistas ortodoxos encuentran las explicaciones más descabelladas y esotéricas respecto de la determinación del tipo de cambio. Por un lado están aquellos que creen que el tipo de cambio brota de los deseos del ministro, pero también se encuentran quienes afirman que no existe una explicación precisa de naturaleza económica para el fenómeno, sino que toda devaluación es producto de una conspiración abierta o encubierta, destinada a desestabilizar al gobierno de turno. De ahí las tranquilizadoras hipótesis del 'golpe de mercado', o las más actuales denuncias que atribuyen el desplome de la moneda al canibalismo de los "fondos buitres". De este último tipo de interpretaciones se burlaba Keynes en 1923: 'Cada vez que el franco [léase peso] se deprecia, el ministro de Hacienda cree firmemente que ello se debe a cualquier cosa excepto a causas económicas y lo atribuye a la presencia de un extranjero en las inmediaciones de la Bolsa o a las misteriosas y malignas fuerzas de la 'especulación'. Intelectualmente, tal actitud no está lejos de la del hechicero africano que atribuye la enfermedad vacuna al "mal de ojo" echado por un circunstante y el mal tiempo al apetito insatisfecho de un ídolo'" (Las consecuencias económicas del Sr. Lavagna. Dilemas de un país devaluado. Realidad Económica, IADE). Fin de la cita, tan clara como contradictoria con el emisor.

Cristina a su autopercepción de "arquitecta egipcia" , según lo leído, puede agregar la percepción (oculta) de Axel que la asocia a una "hechicera africana" lo que -misterios de la política- la asocia a Cristina con la esposa de Mauricio. Ambas son "hechiceras" para sus admirados y admiradores. 

El embrujo de Macri no tiene consecuencias en estos días (¿o sí?) pero la relación "Axel-Cristina" sí, ya que ella (manda) está aferrada a los consejos económicos de Axel que ignoran lo que Kicillof razonaba cuando estaba lejos de las mieles del poder. 

CFK no transige con "devaluar" por temor a las consecuencias. Pero acepta las consecuencias de un embrollo que simula no devaluar, pero tiene las mismas o peores consecuencias. Las apariencias engañan.

Puede que quienes actúan en política cambien de ideas más rápido que los ciudadanos de a pie. Es el caso Axel o Massa o de otros muchos, la mayor parte, líderes de la oposición. Es una evolución lógica. 

Lo que no resulta tan lógico es que cambien las ideas como consecuencia del cambio en la ubicación laboral. Esto tiene malas consecuencias.

Por eso en política económica caminamos por el laberinto del teatro del absurdo: la doctrina de Marx, Groucho, "tengo estos principios, pero si no le parecen bien tengo estos otros".

La volatilidad del pensamiento, la ausencia de raíces y del proceso de maduración, hace que consultores "neo liberales" estén ejecutando hoy, de la mano de Massa, una serie de decisiones que, cuando estaban afuera, las hubieran pulverizado con sus críticas. ¿Cuál es el problema?

Hubiéramos empezado por ahí. Nada perdurable se puede hacer, en política económica, si no es de forma global (todas las variables) y simultanea (al mismo tiempo) y -es obvio- que no se puede sin el consenso, el acuerdo, el apoyo de todos aquellos que forman parte de la necesaria conversación pública. 

Ese consenso, ese acuerdo, ese apoyo, no requiere de un "documento" colectivo. De hecho, en nuestro país, hubo largos períodos -todos fructíferos según los números- en los que ese consenso implícito, dio lugar a políticas económicas de objetivos e instrumentos compartidos: los gobiernos se sucedían pero navegaban la misma ruta. 

Es lo que ocurre, más allá de los disensos políticos, en las democracias occidentales: el resultado es el progreso, la mejora en las condiciones sociales, como consecuencia del crecimiento y el aprovechamiento del potencial.

Cierto, en estos días, en Occidente, más allá de la pandemia, la invasión rusa y el deterioro ambiental, la insatisfacción social, el crecimiento de la desigualdad y el conflicto, es la consecuencia del resquebrajamiento del consenso de partida. 

Hoy J. Biden es la cabeza, intelectual y política, de un retorno, agiornado, al New Deal,  un nuevo paradigma de política económica compatible con la realidad del punto de partida y con las aspiraciones colectivas. Esta escrito y abundante literatura académica lo sostiene.

Pero en nuestro caso la mayor ausencia del presente es la imaginación del futuro. Todos a una recitan el abracadabra de Vaca Muerta, el litio, el cobre, los ganados y las mieses. Todo eso es verdad: pero es un potencial. 

El "desarrollo" es poner "lo potencial" en "acto" y eso sólo es posible con un "programa". 

Un "programa" no es "decenas de leyes" o "todo o nada" o "más de lo mismo". Un "programa" es objetivos (qué, dónde) e instrumentos (cómo) y ejecutores, con quién, y beneficiarios, para quién. 

Cuando pongan en claro todo eso (lejos de ser fácil) podemos soñar con "los futuros" que se ofrezcan. Lo que atraerá es lo que inspire confianza y garantice compatibilidad.

Por ahora Massa y Kristalina, esperan a su "Godot": un acuerdo del FMI para quedar al día. Ese es el reloj que marca las horas.

collage massa y georgieva
 

Pero para que el futuro, que marca los años, sea una entidad entrañable, la que vamos a votar varias veces en los próximos días, es condición necesaria que los candidatos nos cuenten el Godot que tenemos que esperar. Nombre y figura.

Hasta ahora solo nos piden votar a una lista de anónimos, o lo que es lo mismo, invitan a elegir "futuros desconocidos". Y eso es otra puerta al absurdo como "Esperando a Godot". 

 

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