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Burdman: “Lo más importante de esta elección es lo que pasa dentro de los espacios”

El politólogo y Director de Observatorio Electoral Consultores, Julio Burdman, analiza la previa del ciclo electoral.

Burdman
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Alejandro Radonjic 03 septiembre de 2021

Por Alejandro Radonjic

En diálogo con El Economista, el politólogo y Director de Observatorio Electoral Consultores, Julio Burdman, analiza la previa del ciclo electoral en ciernes, la solidez del sistema de partidos (o coaliciones) pese a ese contexto, lo que realmente está en juego en las legislativas (en Juntos, pero también en el FdT) y los posibles emergentes o sorpresas.

Se dice, y es bastante lógico, que la sociedad llega desencantada a las elecciones. Si se combinan la crisis cambiaria de 2018-2019 con la pandémica de 2020 y 2021, ya vamos más de 40 meses de tensión y deterioro socioeconómico. Sin embargo, como dijo en el estadista, “Todos y Juntos van a quedarse con 4 de cada 5 votos en las elecciones legislativas". ¿Por qué no surgieron figuras rupturistas?

Estas elecciones combinan dos cosas. De un lado una política más ordenada, con dos grandes frentes estables, Todos y Juntos, casi un modelo en una América Latina convulsionada. Y del otro un profundo malestar subyacente, consecuencia de esa economía decadente que describiste. El orden político es obra de la clase política posterior a 2001, que aprendió a armar coaliciones grandes, con la ayudita no menor del sistema de las PASO, que sirvió para esto. Y no surgieron figuras rupturistas porque el orden bicoalicional no les dejó espacio. Javier Milei y Guillermo Moreno pueden ser fenómenos mediáticos y culturales, pero carecen de una estructura política nacional, y eso no puede ser compensado ni saliendo 10 horas por día en la televisión. Creo que estas elecciones serán una oportunidad para los disidentes internos, que es la opción que surge de combinar orden político y malestar social. Más que cuántos votos y bancas sacarán Todos y Juntos, lo que más me intriga es cómo les irá a los dos exministros de Defensa que compiten, Ricardo López Murphy y Agustín Rossi, que expresan este fenómeno. En menor medida, también Facundo Manes entra en esta categoría.

¿Cómo afectaría eso a los que juegan mucho sin jugar? Sus nombres no aparecen en sus boletas, pero tienen mucho en juego, políticamente hablando. Por el lado del oficialismo, el que más apuesta es Alberto Fernández. Es lógico: las legislativas son un plebiscito y él es el jefe de Estado. Y en la oposición ese lugar parece ocuparlo Horacio Rodríguez Larreta, quien gobierna la vidriera porteña.

Lo más importante de esta elección tal vez no sea la competencia entre ambos, Gobierno y oposición, sino lo que ocurra al interior de cada uno de los espacios. Estamos en una transición hacia algo: cuando hay crisis, los liderazgos son cuestionados. Ultimamente se habló mucho de voto en blanco, abstención, “outsiders”, “voto joven”, como si todos estuviéramos esperando que el cuestionamiento a los líderes provenga de la calle, una oleada antipolítica. Pero mientras especulamos sobre eso, lo concreto que tenemos es un debate ideológico dentro de los dos frentes, que incluye disputas de poder con resultado incierto. En la oposición eso está sobre la mesa, lo vemos en el ascenso de los llamados “halcones” de Cambiemos, la aparición de los libertarios, el radicalismo que busca resurgir. Y la pregunta que sobrevuela es si en algún momento no va a pasar algo parecido dentro del Frente de Todos. Uno de los secretos a voces de la política argentina es que hay malestar en la base oficialista, un malestar kirchnerista, del que casi nadie habla por la presencia dominante de Cristina, que hasta ahora no admitía disidencias. Por eso es tan relevante para el Frente de Todos lo que está sucediendo en Santa Fe.

Comencemos por JxC. Horacio Rodríguez Larreta quiere ser presidente en 2023 y no solo armó la lista en CABA sino también en Buenos Aires. ¿Cuál sería el mejor resultado para el larretismo?

Larreta se juega parte de su futuro en la elección provincial. Si Diego Santilli vence a los radicales, se verá legitimado ante ellos el proyecto presidencial de Larreta, o el de María Eugenia Vidal. Y además, vencer a Manes es ratificar el dominio del PRO en la propia Ciudad. Si llegara a ganar Manes, Lousteau va a reclamar la candidatura a la jefatura de Gobierno porteña en 2023. Pero mientras diseñaba su estrategia para la provincia, a Larreta se le presentó un riesgo inesperado en su distrito.

Me imagino que habla de Ricardo López Murphy. En CABA, el desembarco de María Eugenia Vidal no fue tan cómodo como se esperaba y el “tapón por derecha” para evitar la fuga hacia el liberalismo está con números interesantes. ¿Cómo está viendo el escenario en CABA y qué puede implicar una sorpresa del “bulldog”?

Si alguien realmente creyó que López Murphy iba a ser un simple “tapón de libertarios”, cometió un error. Lo subestimaron como candidato, porque tiene buena imagen en la Ciudad, y se olvidaron del origen del PRO. Recordemos que López Murphy ganó la Capital en las presidenciales de 2003, con el voto de los entonces “huérfanos” delarruistas, y si se hubiera quedado en el distrito en 2005 y 2007, si iba por la jefatura de Gobierno, tal vez Mauricio Macri hoy seguía siendo presidente de Boca. La salida de López Murphy de la Ciudad fue la clave del nacimiento del macrismo porteño, y de todo lo que vino después. Para colmo, Macri y López Murphy fueron cofundadores del PRO en 2005, y a los dos años López Murphy fue apartado de su propia creación por los macristas. López Murphy fue el que propuso el color amarillo del PRO porque es el color de los liberales alemanes, con los que él estaba identificado. Luego estuvo casi retirado de la política por quince años, y cabe preguntarse si no va a tomar a esta elección primaria como una suerte de revancha personal. La resurrección de López Murphy por dentro de Juntos es una bomba de tiempo que amenaza la hegemonía del PRO en la Ciudad. Ahora vemos lo contrario: Macri y todo el oficialismo porteño hablan de Milei, y presumo que es para levantarlo, porque descubrieron tarde que dejar entrar a López Murphy a la casa fue un error. En la recta final, puede terminar siendo al revés: que Milei sea visto por el PRO como un posible “tapón de López Murphy”.

El radicalismo quiere más protagonismo en JxC. Algunos lo expresan más claramente, casi en modo rivalidad con el Pro. Por ejemplo, Manes y, en alguna medida, Lousteau. Otros, en cambio, operan más con lógica coalicional y hay listas con radicales y amarillos intercalados. ¿Qué necesita la UCR para poder tener ese mayor protagonismo que desea?

Es tal cual: el radicalismo juega en varios planos en forma simultánea. Desafía al PRO, y al mismo tiempo le pide lugares en las listas. Es un partido que se ha acostumbrado, después de la derrota delarruista, a la negociación y al “toma y daca” para sobrevivir dentro del sistema político. No se decide entre la ambición presidencial y el poroteo de subsistencia. La UCR debe ser el único partido que se interesa más por las bancas que por los votos. Y eso, para Manes, es una ventaja y una desventaja. Ventaja, porque sus aliados radicales le ayudaron con su larga expertise política a armar en poco tiempo una lista competitiva en el territorio más vasto y complejo de la Argentina. Y desventaja, porque el espíritu negociador de la UCR lo ata de manos. Manes tal vez estaba psicológicamente preparado para ingresar a la política como un “outsider”, y su enfoque era correcto, pero eso es muy difícil desde un partido como la UCR actual. Esta es una campaña para ser audaces, para presentar propuestas y soluciones socioeconómicas contundentes a la sociedad, y Manes no la está aprovechando. La novedad es él, una persona con buen currículum que se mete en el barro, pero aún no queda claro qué quiere hacer en ese barro. En comparación, la propuesta de la derecha es mucho más concreta, al igual que lo fue la de los nacional-populares hace 15 años. Manes puede lograr un buen resultado electoral el 12 de septiembre, va a estar en el Congreso, pero no se está instalando como novedad política nacional.

En el FdT hay muy pocas PASO, pero hay una muy especial, que es la de Santa Fe. Allí, Rossi desafía al peronismo local, al Instituto Patria y la Casa Rosada. “El desenlace de Santa Fe hoy es el epicentro político del oficialismo”, escribió en el estadista. ¿Por qué es tan gravitante?

En Santa Fe compiten dos listas, la de Rossi de un lado y la de Marcelo Lewandowski apoyada por Omar Perotti, Alberto y Cristina del otro. Y es posible que Rossi gane a pesar de todo. Los votantes de Rossi apoyan al gobierno nacional, pero parece que no quisieron hacerle caso en esta. Si se confirma este escenario, sería un pequeño terremoto dentro del Frente de Todos. ¿Cristina recibiría al Rossi al día siguiente en el Patria, o se sentirá desafiada por el rebelde? Hubo otros casos de “insubordinación” al liderazgo de Cristina en el kirchnerismo, desde Sergio Massa hasta Moreno y, de hecho, este es el Gobierno Nacional de los antiguos insubordinados. Pero el caso de Rossi es distinto, por varias razones. La primera es que Rossi no rompió con el kirchnerismo: él dice que el error fue la alianza de La Cámpora con Perotti, se presenta como el “kirchnerista auténtico”, y juega adentro del FdT. La segunda es que Rossi, a diferencia de otros “insubordinados”, tiene una legitimidad ganada en el kirchnerismo, y prueba de ello es que muchos votantes pro-CFK lo siguieron igual. Otros insubordinados previos, apenas se apartaron de las directivas de “la jefa”, marcharon al exilio. Y la tercera es el contexto de malestar kirchnerista, del que hablábamos antes, que abrió la posibilidad de que apareciera un kirchnerismo distinto, aún con Cristina en el mapa. Cristina puede enojarse con Rossi, pero no puede pelearse con los votantes de Rossi, que son también de ella, y que aparentemente decidieron ponerle un límite. Todo esto es inédito, y seguramente va a entusiasmar a unos cuantos kirchneristas de otras partes del país que sienten que “la jefa” se está pasando de pragmatismo en sus estrategias electorales.

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