Tras el cambio de gobierno en su país, entre los argentinos que usualmente guardan dinero en Uruguay hay una actitud de espera.
Están expectantes de cómo sobrelleva el presidente Javier Milei estos primeros meses de gestión y, por ahora, no tocan nada. Esa es la actitud predominante descripta a El Economista por el ejecutivo de una de las más de 100 empresas que presta servicios de asesoramiento de inversión en una oficina en Montevideo, sobre todo a clientes extranjeros.
En los bancos orientales la percepción es similar. Los depositantes argentinos, que ya no son tantos como algunas décadas atrás, mantienen sus saldos en Uruguay (estabilizados en los últimos meses en cerca de US$ 3.300 millones) a la espera de que se despejen ciertas incertidumbres en torno al plan económico del presidente Javier Milei.
A fin del año pasado había en actividad en Uruguay 105 empresas que revisten como asesores financieros y 69 gestoras de portafolios con un total de 49.382 clientes, de los cuales 24.637 eran argentinos. El resto se repartieron entre uruguayos (13.896), brasileños (2.186) y de otras procedencias (8.663), según estadísticas difundidas en los últimos días por el Banco Central del Uruguay.
Estos agentes no toman dinero sino que intermedian entre sus clientes para hacer colocaciones en fondos de inversión o en otros activos en el exterior. El año pasado gestionaron dinero de clientes por US$ 37.247 millones, de los cuales US$ 17.678 millones eran de argentinos.
Como las cifras de 2022 no incluyeron la información de un asesor financiero, no es posible hacer una comparación interanual.