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¿Boris Johnson podrá concretar el Brexit?

Héctor Rubini 26 julio de 2019

Por Héctor Rubini

La gran noticia para Gran Bretaña ha sido la confirmación de Boris Johnson como nuevo primer ministro. Reconocido admirador de Donald Trump, es la cara visible de la línea dura a favor de la salida de Gran Bretaña de Unión Europea y está ahora lanzado a concretarlo el próximo 31 de octubre. Según su discurso de asunción, tendría en preparación un nuevo proyecto de para negociar con las autoridades de Bruselas, pero también está dispuesto a concretarlo si no se llega a ningún acuerdo. Bajo esta última opción, no habrá período de transición para nada.

Su insistencia para lograr el Brexit le ha generado enemistades dentro del Partido Conservador y diecisiete secretarios de Estado renunciaron o fueron despedidos, destacándose los casos del Jeremy Hunt; la titular de Defensa, Penny Mordaunt y el Secretario de Finanzas, Phillip Hammond. El reemplazante de este último es Sajid Javid, economista y ex banquero de inversión, y miembro del Parlamento desde 2010. Ocupó varios cargos desde 2014, y actualmente era secretario del Interior. En junio pasado fue quien firmó la orden de extradición de Julian Assange a los EE.UU.

Sin embargo, una de las voces más escuchadas por Johnson es la de Mary Elizabeth (“Liz”) Truss, flamante Secretaria de Comercio Internacional). Se trata de una contadora y economista de total confianza de Johnson. Absolutamente a favor del Brexit, es partidaria de reformas pro mercado y de reducir la carga de la deuda pública y los impuestos. Otra funcionaria que viene dando que hablar es la nueva secretaria del Interior, Priti Patel, partidaria de la pena de muerte y echada del gabinete por Theresa May en noviembre de 2017 por mantener reuniones con altos funcionarios de Israel sin informar debidamente al gobierno británico.

Su primer discurso al país no fue bien recibido. Su énfasis en el Brexit no sorprendió a nadie, pero sí llamó la atención su referencia a un plan para la crisis del sistema de seguridad social, sin explicar de qué se trata. Un tema altamente sensible desde hace al menos dos años y que forma parte del legado económico de Theresa May: mayor desigualdad de la distribución de la renta, desfinanciamiento de gasto social (en particular para discapacitados y jubilados), precarización laboral y menor atención a las familias en la extrema pobreza y la indigencia. Más de 2.000 bancos de alimentos están distribuyendo gratis 4.000 toneladas de alimentos por mes a personas en estado de abandono. Ya en 2015 se estimaba que había 1,5 millón de personas en esa situación, y más del 20% de ese total eran niños abandonados por sus familias.

Aun con una inflación que oscila en torno a 2% anual, la economía muestra dificultades para crecer a tasas superiores de 1,5% anual. El FMI espera que el PIB británico crezca, en 2019, apenas 1,3%, al igual que la eurozona. Para 2020, el organismo proyecta 1,4% suponiendo una Brexit “ordenado”, algo que hoy es en extremo incierto. Lo más probable sería su inicio sin acuerdo e, inmediatamente, dejaría de haber comercio con la Unión Europea con arancel cero y se aplicarían nuevas exigencias respecto de certificaciones y normas de origen. El comercio bilateral se verá resentido y afectará también a territorios bajo dominio u ocupación británica en el exterior. Un Brexit sin acuerdo dejaría a los ocupantes ilegales de las islas Malvinas sin fondos para sostener programas conservacionistas. Además, sus exportaciones de productos pesqueros a la Unión Europea pasarán de pagar un arancel de 6% a uno de 18% y las de carne de cero a 42%. En el primer caso los ingresos por esos embarques caerían 18% y en el segundo, 30%.

Además de los costos que supone separarse de la Unión Europea en materia de comercio de bienes y servicios, movimiento de capitales y circulación de personas, resurgirán problemas en Irlanda del Norte. Se espera que por un tiempo se mantenga el comercio sin aranceles en la zona fronteriza, pero el nuevo gobierno propugna levantar la “salvaguarda” en la frontera de Irlanda del Norte e implantar controles migratorios y aduaneros. Por otro lado, la premier de Escocia y líder del Partido Nacional Escocés, Nicola Surgeon, ya exigió a Johnson que proponga a su país una opción alternativa a sus propuestas sobre el Brexit, y ha anticipado el inicio del análisis parlamentario de proyectos de ley para volver a convocar a un referéndum para la independencia de Escocia.

Un Brexit sin acuerdo es el escenario más temido, ya que sería inevitable una caída del nivel de actividad, junto a presiones inflacionarias inevitables por la aplicación de aranceles a bienes que ingresan con arancel cero. Alrededor del 28 % de los alimentos frescos consumidos en todo el Reino Unido provienen de la Unión Europea (casi el 80% son bebidas, carnes, pescado, frutas y verduras frescas). Se resentirá el ingreso de europeos de la Unión para trabajar, estudiar o turismo: casi el 75% de los 72 millones de extranjeros que ingresan anualmente al país, y también se observarán demoras y costos extra en el transporte aéreo y marítimo con el continente. Todo esto generará incentivos a varias empresas (no sólo de origen británico) con clientes en el continente a abandonar el Reino Unido y relocalizarse más cerca de sus clientes. Un caso concreto es Airbus, que hoy genera en el país más de 14.000 empleos directos y 110.000 otros empleos en diversas cadenas de suministros. Una muestra solamente de los cambios que acarrearía una salida no negociada, que enfrenta todo tipo de cuestionamientos.

Además, el líder laborista Jeremy Corbyn no deja de remarcar que el nuevo Gobierno carece de representatividad, dado que fue elegido sólo por afiliados y militantes del Partido Conservador, no por todos los británicos. En definitiva, un escenario conflictivo, inestable y con final abierto. Si algo está en seria duda, es la capacidad de Johnson de imponer sus propuestas como Theresa May con éxito y no fracasar y terminar en pocas semanas fuera del Gobierno. Algo que podría ocurrir en caso de complicarse la situación económica en el caso de un Brexit sin acuerdo. Ya la calificadora Moody's advirtió que esa opción deteriorará la capacidad de repago para la deuda soberana y corporativa. Algo que tornará inevitable la caída de la nota de riesgo soberano (actualmente es Aa2) y un aumento de la volatilidad financiera y cambiaria que puede complicar la gestión de Johnson. Un primer ministro proempresa, promercados, pero euroescéptico y antinmigración. Probablemente la mezcla menos apropiada para sostener la incertidumbre sobre el curso final del Brexit y administrar un país marcadamente dividido.

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