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Las tasas más altas frenaron la suba de las materias primas

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Luis Varela 05 abril de 2021

Por Luis Varela

Detrás de Perú, Argentina fue, en 2020, el país de América Latina que sufrió la mayor caída del PIB. En este momento, con una inflación crucero que se consolida en la zona del 4% mensual (lo cual anualizado da 60%), el ministro Martín Guzmán repite en todos lados que somos la economía que más está rebotando. Muchos economistas especializados estiman un repunte del 5% en 2021, pero los más optimistas ven +7%. Para volver a situación prepandemia deberemos crecer 3% en los dos años siguientes y recién volveremos al nivel de 2019 a fines de 2023.

Por supuesto, todas esas son proyecciones, números en el aire. La realidad de todos los días nos irá diciendo cuál es el relato de los gobernantes y de los observadores, y qué ve realmente la población cuando mira por la ventana. La situación es muy compleja, la dificultad económica estructural es muy grande y, para peor, está llegando el otoño, las temperaturas más bajas, con una nueva ola de covid y con un cúmulo de interrogantes en la efectividad de las vacunas.

Con contagios y muertes otra vez en aumento en casi todas partes, la disyuntiva que complica a todos los gobierno es limitar actividades, trabar la economía y retrasar (o no) un poco más una normalidad que hasta hace dos meses se veía de vuelta para junio o julio. Hoy la incertidumbre ganó otra vez espacio.

La catarata de efectos secundarios que surgen desde el Covid-19 sigue cayendo como interminables fichas de un dominó. Lo sabemos, para enfrentar la parálisis que provocó la enfermedad todos los bancos centrales del mundo emitieron moneda sin cesar (y lo siguen haciendo). Esa explosión de dinero en efectivo hizo que casi todas las cosas tuvieran en dos años subas promedio del 70%. Muchas se adelantaron incluso más del 200%.

Pero desde mediados de febrero la rotación es lo que manda. El que se quedó con lo que había subido, sufre ahora caídas del 40% o más. Los que se habían mantenido en lo que se cayó en exceso, están anotando recuperaciones prometedoras. Ni las copas de los árboles siguieron creciendo hasta el cielo, ni las raíces siguieron bajando hasta el infierno.

Por supuesto, tal como sucede en el fútbol, los que están atentos al VAR (Video Assistant Referee) de las inversiones perciben que las rotaciones no se dan al mismo tiempo. Solo para citar un caso como ejemplo, el oro subió de US$ 1.100 a US$ 2.068 en dos años en una huída vertiginosa, pero en los últimos siete meses la onza del metal precioso se desplomó hasta US$ 1.730 y el motivo de ese derrumbe tuvo dos condiciones: había llegado a un precio exagerado y la inflación mundial empezó a provocar la vuelta de tasas de interés más altas.

La suba del petróleo, los granos, los metales, casi todo lo que se vende en cualquier parte, comenzó a aumentar el costo de vida en casi todas las economías. Las personas empezaron a ver que el dinero que tenían ahorrado perdía valor y comenzaron a sacarlo de los bancos. Los países más débiles (como Rusia, Brasil, Turquía) tuvieron que subir las tasas de las operaciones contado. Y países más sólidos como EE.UU. comenzaron a subir las tasas largas, preludio de suba para las cortas.

Obviamente, al salir del efectivo y al subir la inflación, los ahorristas e inversores de todas partes buscan posiciones de mayor calidad. Esto es calificado como grado de inversión (investment grade), que de alguna manera indica qué chances hay de que algo invertido sea devuelto, o no. Lo más seguro es calificado con una triple A ("AAA"), lo descartado con una letra D (de default, que no será pagado). En casi todas sus notas Argentina tiene la misma calificación "C" o "C-", es decir al borde del default.

Hora de refugios

Y en esta situación tan inestable, no solo en la Argentina sino en todas partes, los inversores buscan algo que se cobre casi con total seguridad. Y, frente a esta disyuntiva, buscan por supuesto buena tasa y un emisor que cumpla. Y en los últimos siete meses las tasas de los bonos a 10 años de casi todos los países están subiendo.

Solo por citar cuatro ejemplos a modo de testigo puede decirse que los bonos a 10 años de Japón pasaron de pagar -0,3% a 0,1% anual (de negativo a positivo), los de EE.UU. pasaron de 0,5% a 1,7% anual, los de Corea del Sur fueron de 1,2% a 2,1% y los de México fueron desde 5,5% a 6,8% anual.

Por esa razón, después de que los bancos de inversión profesionales de más prestigio de todo el planeta hayan iniciado este año anticipando que el dólar se va a depreciar este año por la enorme emisión que hizo Donald Trump y que está haciendo Joe Biden, está ocurriendo todo lo contrario: los inversores mundiales creen más en las condiciones de repago con el dólar y, en consecuencia, temporalmente, el dólar sigue inesperadamente sostenido.

Así, en la última semana de marzo el dólar subió 0,9% contra el yen, 0,4% contra el yuan, 0,3% contra el franco suizo y 0,2% contra el euro, que son las otras cuatro grandes monedas del mundo. Y con este nuevo impulso, en lo que va de este rarísimo 2021 el dólar sube 7,2% contra el yen, 6,4% contra el franco suizo, 4% contra el euro y 0,6% contra el yuan.

En Argentina, por supuesto, se está jugando una película completamente diferente. Aislados, con una economía cerrada y repleta de cepos, el dólar está siendo usado como ancla para intentar frenar la aceleración inflacionaria. El dólar mayorista fue subido 3,8% en enero, 2,9% en febrero y 2,4% en marzo. Cuando la inflación reconocida por el Indec fue del 4% en enero, del 3,6% en febrero y marzo parece venir otra vez con el 4% (aunque algunos estudios privados la ven en el 4,2%).

Esta inflación mensual crucero del 4% que sufre Argentina compite con una tasa de interés de los plazos fijos que paga 2,8% al mes, por lo que quien deja sus pesos en un plazo fijo tradicional ve de qué modo se licúa o se esfuma una parte de lo que ganó, sin que lo gaste en absolutamente nada. Por eso son cada vez más los ahorristas que van mutando de plazos fijos tradicionales a colocaciones atadas a la inflación.

Y como todos los plazos fijos van en masa al Banco Central a través de Leliq que pagan 38% anual (contra una inflación crucero muy superior) para que los bancos no queden descalzados la autoridad monetaria autorizó a las entidades para que cobren más comisiones en operaciones y cajeros: en un permiso que postergará la crisis, de un final repetido, si es que la inflación no se aplaca.

Por eso, a pesar de tener la soja en las nubes, y a pesar de tener el vencimiento del impuesto a la riqueza, la última semana de marzo encontró al dólar en Argentina también subiendo a pesar de la quema de reservas y bonos que realiza el Gobierno. La semana pasada el dólar mep saltó 2,7% y el contado con liquidación subió 0,8%, muy por encima del ancla del dólar oficial que subió 0,1%.

La nueva sorpresa de la semana fue una renovada baja en el dólar blue, que cedió otro 0,7%. Vale $141, 28% menos que en la corrida que lo llevó a 195 pesos en octubre. Por qué bajó tanto el blue: Guzmán no para de vender bonos (los hizo caer tanto en su precio contado que su tasa a vencimiento subió del 12% al 20% anual), y entrega reservas de manera persistente. En el primer trimestre hubo un superávit comercial de algo más de US$ 3.000 millones y apenas US$ 188 millones quedaron en Reconquista 266.

¿Es importante que el BCRA tenga reservas? En persona, pudiendo usar Zoom, Guzmán viajó a Nueva York y Washington para reunirse con inversores y con la plana mayor del FMI. Intentó convencer a unos que compran bonos argentinos porque serán pagados. Y buscó pedirle a Georgieva que postergue los vencimientos de este año, porque Argentina no está en condiciones de hacerlos ahora. Y en unos días hará otro viaje, pero hacia Europa, buscando que el Club de París también le entregue más tiempo a Argentina.

Los inversores con los que habló Guzmán no movieron un dedo. De ahí que en la última semana los bonos argentinos volvieron a caer 2,3%. Entre el 10 y el 22 de marzo los bonos habían subido porque dos bancos de inversión recomendaron comprar bonos del canje que pagan un buen cupón en 13 semanas, por lo que el riesgo bajó de 1.680 a 1.516 puntos. Pero Guzmán les confirmó a los inversores que su política económica no cambia, los bonos volvieron a caer y el riesgo está otra vez hacia arriba en 1.590 puntos, casi 13 veces más alto que los 124 puntos de riesgo que tiene Perú, el otro país que cayó fuerte el año pasado, pero que está abierto al crédito voluntario mundial.

¿Qué ven los inversores? El FMI votará un aumento de su capital y le entregará Derechos Especiales de Giro a los países miembros. Se votará a fines de mayo y es altamente probable que Argentina reciba unos US$ 3.500 millones en agosto, dinero que usará para pagar parte de los US$ 5.000 millones que le debe este año al FMI.

Guzmán está viajando a Berlín y a París, para ver si posterga un vencimiento por US$ 2.400 millones que hay que cumplir en mayo con el Club de París. Pedirá prórroga, por lo que si no se paga esa obligación podrá entrar en default recién en agosto.

Con la cosecha y el buen precio actual de los granos, es posible que Guzmán vaya viviendo al día y pueda llegar boqueando hasta la elección. Hasta ahora las PASO se hacen en 18 semanas (el 8 de agosto, veremos si se postergan y las generales en menos de siete meses (el 24 de octubre, si no se altera el calendario).

Hasta ese momento Guzmán quizás llegue nadando, boqueando, hasta la orilla, pero en 2022 Argentina le tiene que pagar al FMI US$ 18.000 millones y ese compromiso sólo se podrá arreglar con un nuevo préstamo. Y eso requerirá un programa, ponerse de acuerdo, un plan, compromisos, cumplir, algo en lo que Alberto Fernández, por su estilo, no quiere quedarse encerrado.

En el Gobierno confían con que el loto ganado con el precio de la soja nos sacará otra vez del pozo. Pero hay un interrogante. En las últimas siete semanas, con la suba de las tasas largas, todo dejó de subir. El petróleo, el Bitcoin, el cobre, la soja y el maíz tienen hoy el mismo precio que alcanzaron hace siete semanas; con las tasas largas más altas la suba se frenó. El oro bajó 2% y la onza de plata cayó 6%. Y el trigo, el cereal que s vende con la cosecha ya jugada, acaba de caer 7%.

Lo que viene

La última semana de marzo fue muy buena para las bolsas. Con los precios argentinos en el fondo de un pozo, la Bolsa de Buenos Aires subió 3,3%. El Nasdaq, de la mano de más covid, rebotó 2,6%, Frankfurt sumó 2,4%, Tokio 2,0%, San Pablo 0,4% y el Dow Jones de la Bolsa de Nueva York tuvo un alza de solo 0,2%.

Sin dudas, la puja entre lo caro y lo barato, lo que se pueda cumplir y lo que no se pague, y la cura efectiva que vayan mostrando las vacunas contra los nuevos contagios y las nuevas muertes serán las guías que marquen el ritmo, y obligarán a los inversores a estar muy atentos en otro mes de abril que vuelve a prometer mucho movimiento.

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