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Wagner: “Necesitamos cambiar la matriz productiva y avanzar hacia una más sustentable”

El Director General de Alacero, Alejandro Wagner, evaluó que es necesario que en la siderurgia se busquen nuevas formas de producción sustentables para impulsar la recuperación económica.

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Agustín Maza 30 julio de 2021

Por Agustín Maza

En Latinoamérica, la producción industrial está mostrando una recuperación sostenida desde el desplome que representó el comienzo de la pandemia el año pasado. Una de las ramas fabriles más importantes, la siderurgia, sigue esa tendencia y el sector espera producir 5% por encima de los niveles previos a la crisis sanitaria (2019).

En diálogo con El Economista, el Director General de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero), Alejandro Wagner, aseguró que esa recuperación deberá ir acompañada de una agenda de “descarbonización” de la matriz productiva. “En el corto plazo, necesitamos cambiar la matriz productiva y avanzar hacia una producción más sustentable”.

¿Cuál fue, a nivel regional, el impacto de la pandemia en la siderurgia?

La caída en la producción durante los primeros meses de la pandemia, entre abril y junio, fue la más abrupta de la historia. En promedio, el desplome osciló entre el 60% o 70% y, por ejemplo, fue de hasta 100% en el caso de Perú. Argentina, obviamente, no fue la excepción. La recuperación que comenzó sobre todo hacia el último trimestre del año pasado fue mucho más rápida de lo que esperábamos y se puede pensar gráficamente con forma de tilde. A nivel regional, la producción está normalizada. Los stocks están recuperados y la demanda está sostenida a un nivel moderado. Por eso, no hay casi ningún retraso en las entregas.

¿Cómo evolucionó la demanda en ese contexto?

Ese proceso de reactivación hizo que la demanda también se recuperara, en un principio a un nivel casi ficticio debido a impulsos fiscales y monetarios que implementaron los Gobiernos para sostener la actividad. Mucho de ese dinero circulante fue a parar a la demanda de construcción y bienes de línea blanca como electrodomésticos. Por su parte, los alimentos no sólo no frenaron, sino que creció la demanda de acero de ese rubro productivo, vinculada a la hojalata.

¿Cómo fue ese proceso en Argentina?

En nuestro país sucedió lo mismo: la producción de acero creció 1,4% en junio respecto a mayo y 53% contra junio de 2020. El mundo fabricó durante el primer semestre 14% más acero que 2020; Sudamérica, 28% y Argentina, 53% más. La recuperación argentina fue traicionada por la construcción, la maquinaria agrícola y la producción automotriz. El retraso cambiario también genera que la demanda vire hacia bienes de consumo durables para mantener el valor de ese dinero.

¿Cuál es el mayor peligro que representa la cepa Delta en su actividad y cuál es la expectativa en cuanto a la producción para todo 2021?

El efecto de la segunda ola y el peligro de la variante Delta son una amenaza para la producción siderúrgica. Tengamos en cuenta que la industria es una actividad que requiere la presencialidad. Lo peor de esta cepa delta es que se contagia más la gente joven que es el promedio de edad mayoritario en nuestros trabajadores. No sólo tenés que aislar a una persona sino a todo el grupo. Esa dinámica genera la necesidad de rotación y un costo adicional para tener empleado de reserva en un rubro tan especializado. Este segundo semestre se va a moderar la demanda por la recomposición de los stocks. Este año la producción regional de acero va a crecer entre 10% y 15% promedio respecto a lo que sucedió en 2020. Para ser estrictos, vamos a producir 5% más que en 2019, un número para nada despreciable.

La pandemia puso el foco además en la cuestión del medio ambiente. ¿Cuál es su mirada al respecto y hasta qué punto se puede producir de manera sustentable?

En el corto plazo, necesitamos cambiar la matriz productiva y avanzar hacia una producción más sustentable. La descarbonización tiene que darse ahora. Lo que se viene, a través del Acuerdo de París, es tratar de bajar las emisiones de CO2 para evitar el calentamiento global. La industria siderúrgica es responsable, y se reconoce así, del 9% de las emisiones de dióxido de carbono que es el principal gas de efecto invernadero que afecta el planeta. Estamos comprometidos con inversiones directas, que fueron acelerándose en los últimos 12 meses, para hacer un proceso de descarbonización. China fabrica el 50% del acero mundial, todo lo que ellos hagan respecto a este tema tendrá efectos en todo el globo. A nivel mundial, por cada tonelada de acero que se produce se emiten 1,8 toneladas de CO2: China genera 2,1 y Latinoamérica 1,6. Sin duda tenemos que corregir esto. Si no tratamos este tema, estamos afectando al empleo y al planeta.

¿Hay metas concretas en este sentido?

Hay dos plazos concretos: 2030 y 2050. En el primer caso necesitamos reducir al 50% la emisión de CO2 para llegar al segundo con emisiones cero o lo más cercanas a eso que sea posible. Hay que reemplazar las energías fósiles por fuentes renovables, Latinoamérica tiene un gran potencial en ese sentido por sus recursos naturales. Para reducir a cero hay que utilizar las tecnologías disruptivas como el hidrógeno para reemplazar el gas natural en la actividad productiva. Se necesita mucha inversión, financiamiento y mucha estabilidad institucional en las reglas de juego.

¿Cómo hay que articular la recuperación actual con la creación de empleo?

Uno de nuestros grandes objetivos es generar empleo en una región tan desigual y pobre como Latinoamérica. Cuando hablamos de empleo hablamos de calidad, buenos sueldos, puestos con alto nivel de capacitación. La industria siderúrgica es por excelencia una generadora de puestos de trabajo de calidad, tiene los empleos mejor pagos, paga 80% más que el promedio de la manufactura, y más calificados.

En Argentina se debate hace tiempo, con muchos matices, sobre la necesidad de una reforma laboral. ¿Considera que esa es una condición necesaria para generar una baja del desempleo?

Hay casos muy distintos en cada país, somos una región muy heterogénea en muchos sentidos y este es un caso. En el caso de Argentina y Brasil, la maraña impositiva es enorme. Creo que la reforma impositiva y laboral deberían ir de la mano. Quiero señalar que eso no significa perjudicar a los trabajadores sino generar más y mejores empleos. Ese debate tiene que atender también la situación de las pymes, que generan el 75% de los empleos en Latinoamérica. Hay que diferenciar a las grandes firmas de las pequeñas y medianas.

También es necesario incluir laboralmente a las mujeres, minorías y diversidades que son las más afectadas por el desempleo.

Otro gran desafío es incluir a todas las etnias, razas y géneros en el mercado de trabajo general y dentro de nuestra industria en particular. Reconocemos que debemos tener más mujeres dentro de nuestras plantas y en puestos jerárquicos. A nivel regional se recuperaron primero los rubros vinculados a bienes, que están mayormente masculinizados y eso se vio en todos los países. Otro tema es el efecto negativo que tuvo la pandemia en la integración de las mujeres en el mercado laboral. Muchas de ellas tuvieron que dejar su labor para quedarse en el hogar llevando adelante las tareas de cuidado de los niños que son trabajos no remunerados.

¿Cómo impacta en Latinoamérica el nivel de importaciones en la posibilidad de mejorar los niveles de empleo en la siderurgia?

La importación preocupa, sobre todo cuando son productos a valores por debajo del precio de mercado, porque reemplaza la producción local que podría generar más puestos de trabajo. Hoy nuestro segmento genera, entre directos e indirectos, 1,2 millones de empleos en la región, en una rama que pagan salarios 85% más altos que todo el promedio de las ramas industriales Hoy la importación cubre el 30% de la demanda en Latinoamérica, es decir, 3 de cada 10 toneladas de acero que se compran son importados. Eso es un porcentaje muy alto, sobre todo porque tenemos capacidad productiva para abastecer el mercado local y no desmejorar las cuentas externas de los países.

¿Cómo influye la sobrecapacidad de producción de países como China?

El caso más claro es el de China, que no sólo fabrica la mayor cantidad de acero sino que tiene sobrecapacidad en su producción. Eso le permite producir acero más barato que llegan a mercados como el nuestro a precios muy bajos y perjudican la industria local. De la sobrecapacidad mundial, que son 600 millones de toneladas aproximadamente, el 40% está en Asia. Por ejemplo, cuando entra acero de China se pierden empleos directos e indirectos. Los tres principales productores de acero en la región son Brasil, México y Argentina, que representan el 80% de la producción regional. Para ser claros: una máquina hecha de acero que fue fabricada en Asia perjudica a la siderurgia local pero también a las empresas que tienen la capacidad para producir esa máquina. Hay que fomentar las exportaciones de acero, no sólo a todo el mundo, sino también dentro de nuestra propia región.

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