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Primera evaluación rápida de la herencia fiscal

Dependerá del próximo Gobierno, sea cual sea, aprovechar la parte positiva de la herencia fiscal y resolver la negativa. Cuando mejor resuelva la segunda, que pasa mucho más por lo que denominamos el nudo financiero, mayor jugo podrá sacarle a lo primero.

24 septiembre de 2019

Por Gabriel Caamaño Gomez Consultora Ledesma

La cuenta ahorro inversión del Sector Público Nacional No Financiero (SPNNF) de agosto de 2019 arrojó un superávit de $13.746 millones, llevando el resultado positivo acumulado durante los primeros ocho meses de 2019 en torno a $130.461 millones (0,22% PIB). Hasta ahí, nada nuevo. A decir verdad, si bien los datos fiscales del pasado agosto, completan una larga lista de fotos color sepia, ya que el escenario económico y financiero posterior a las PASO cambió significativamente, todavía nos dicen algunas cosas relevantes.

Lo primero es que las metas fiscales del acuerdo con el FMI estaban a tiro, pero había que trabajar bastante para alcanzarlas. No sobraba nada, había que recurrir a los ajustadores, al aporte de un PIB nominal mayor al inicialmente previsto, al impacto positivo del ajuste del tipo de cambio nominal sobre los ingresos tributarios asociados a los Derechos de Exportación (DEX) y a la licuación adicional que supondrá sobre el gasto social la nueva aceleración inflacionaria (efecto transitorio), pero en principio lo previsto para el cierre de 2019 en el proyecto de Presupuesto 2020 no parecía inalcanzable. Aunque, claro, había que controlar la deuda flotante.

Recordemos que el proyecto de Presupuesto prevé cumplir la meta fiscal de superávit primario 2019, pero haciendo uso de los ajustadores. Hasta ahí, en línea con lo que se venía barajando. No era fácil, tampoco imposible y seguro que había que usar al máximo previsto el espacio existente por el lado de la de deuda flotante.

La cuenta ahorro inversión del Sector Público Nacional No Financiero (SPNNF) de agosto de 2019 arrojó un superávit de $13.746 millones, llevando el resultado positivo acumulado durante los primeros ocho meses de 2019 en torno a $130.461 millones (0,22% PIB).

En particular, dada la ejecución de los primeros ocho meses, para cumplir con lo previsto en el recientemente cursado proyecto de Presupuesto, durante los últimos cuatro meses de 2019 los ingresos deberían desacelerar en el margen en términos nominales (46,3% interanual versus 45,3% interanual, respectivamente), lo que también implicaba un leve profundización del ritmo de contracción real en un escenario donde, dado el ajuste del tipo de cambio nominal posterior a las PASO, no se espera una desaceleración de la tasa de inflación promedio anual entre ambos lapsos (primeros ocho meses versus últimos cuatro meses).

En el caso del gasto primario, la desaceleración nominal era levemente mayor, con lo cual el proyecto plantea que la diferencia entre los ritmos de crecimiento nominal de ambos se incrementaba en el margen.

Lo segundo es que el congelamiento de tarifas dispuesto hace no tantos meses ya implicó el fin del proceso de consolidación fiscal en materia de subsidios económicos. Con lo cual, en el punto de partida, el próximo Gobierno, cualquiera que sea, deberá seguir ajustando para no volver, más temprano que tarde, al punto de partida y deteriorar el resultado fiscal.

En particular, el peso en el PIB de los subsidios económicos de los primeros ocho meses de 2019 ya es similar al del mismo período de 2018 y esa situación se profundizará perceptiblemente durante el último cuatrimestre de 2019, tal cual lo reconoce el propio proyecto de Presupuesto. Dada la combinación de, por un lado, el efecto del ajuste del tipo de cambio nominal y el precio internacional del barril de petróleo y, por el otro, el congelamiento de tarifas. Ergo, habrá un retroceso parcial en la materia que, a nivel del gasto primario total, será compensado por la licuación que ya señalamos e implicará la aceleración inflacionaria sobre el gasto previsional.

En tercer lugar, tenemos el tema de la herencia fiscal del Gobierno. Cumpliendo el acuerdo con el FMI y con lo delineado en el reciente proyecto de Presupuesto, 2019 cerraría con un nivel de gasto primario base caja de 18,4% del PIB, es decir, 5,5 puntos del PIB más baja que la de 2015 (punto de partida). Algo similar pasa con el resultado primario que, respetando metodologías, pasará de -3,8% a -0,5% del PIB. Una mejora de poco más de tres puntos.

En tanto, la presión fiscal nacional también se reduciría entre 2015 y 2019 en 2,5 puntos porcentuales del PIB (pasando de 25,8% a 23,3%). El impacto de dicha situación en los ingresos tributarios del SPNNF se verá profundizado además por la menor participación de la Nación en dicha “torta” de recursos, de lo que se deriva una mejora más marcada en las ejecuciones fiscales provinciales. En particular, los ingresos nacionales derivados de la recaudación tributaria nacional y de las contribuciones de la seguridad social pasarán de 18,9% a 15,8% (3,1 puntos del PIB menos).

Sin embargo, esa mejora será opacada por algunas cuestiones de las cuales mencionaremos las más evidentes, pero hay más.

El mayor peso de los intereses sobre el PIB. Pasarán de 1,3% a 3,3%. Es decir, un incremento de 2 puntos del PIB que amortigua el impacto de la reducción del gasto primario sobre la del gasto total y, consecuentemente, sobre el resultado financiero.

Buena parte de la reducción del gasto primario lograda durante los últimos dos años del Gobierno de Mauricio Macri no es sostenible en un escenario de desinflación, elemento que ineludiblemente, más allá de la magnitud, formará parte de cualquier intento de estabilización pues, en dicho escenario, el gasto social recuperá terreno perdido.

Y, además, sólo para que los subsidios no sigan recuperando peso en el PIB por lo que no ajustó durante la segunda mitad de 2019, el próximo Gobierno deberá aplicar nuevos ajustes de tarifas. Más lo que debería ajustar ese año. Similar a lo que le pasó a Macri durante el primer tramo de 2019.

Ergo, hay una mejora fiscal, que no es tan grande, ni tan fácilmente sostenible como se vende a primer vista, pero que también es significativa en varios aspectos. Esa mejora fiscal es mayor cuando se considera al sector público consolidado (más provincias), dado lo acontecido en la materia, lo que refuerza el federalismo: la porción de las provincias en la masa de recursos tributarios coparticipables se incrementó en casi 10 puntos porcentuales.

Sin embargo, también es innegable, dada la crisis de 2018-2019, que esa mejora no fue suficiente y que llegó tarde. Y las consecuencias son conocidas por todos. Dependerá del próximo Gobierno aprovechar la parte positiva de la herencia y resolver la negativa. Cuando mejor resuelva la segunda, que pasa mucho más por lo que denominamos el nudo financiero, mayor jugo podrá sacarle a lo primero.

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