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¿La última apuesta? Estanflación controlada y sobrevida política

Con Batakis, comienza un sendero de mayor homogeneización ideológica y política del Gobierno. ¿También económica?

Silvina Batakis tiene mucho mayor manejo del terreno político que su antecesor, y experiencia de gestión.
Silvina Batakis tiene mucho mayor manejo del terreno político que su antecesor, y experiencia de gestión. Archivo.
Fabio Rodríguez 04 julio de 2022

Tras un fin de semana frenético, al borde de una crisis institucional y confusión por donde pasaba el poder, finalmente el Presidente otorgó una nueva concesión a su vicepresidenta para dejarle definitivamente ya no solo el devenir político del FdT sino también de gestión en lo económico.

Durante horas hizo zigzag entre empoderar a Sergio Massa, para ejecutar un plan económico integral reseteando gran parte del gabinete, y en otro extremo solo recambiar al ministro saliente. 

Fue esto último, minimalista, y se inclinó por una persona que no tuviera el rechazo de CFK. Esta confusión y desorganización del fin de semana, entre otros factores, también contribuye a explicar las fuertes turbulencias de mercados que inauguraron la semana de la flamante funcionaria. 

En rigor de verdad, el punto de partida es muy malo ya que venimos sin superar la corrida en el mercado de bonos en pesos que se le desató a Martín Guzmán y su contagio a los dólares financieros

Causa sorpresa el énfasis del ministro saliente en las virtudes de una economía tranquila, sin asumir la mínima dosis de autocrítica respecto a lo lejano que quedó en la realidad dicho concepto. 

  • Deja prácticamente cerrado el mercado de financiamiento privado en pesos, la inflación en registros del 5% al 6% mensual y acelerando, los bonos en dólares destruidos con paridades del 20%, la reactivación amenazada por estos desbarajustes financieros (donde el BCRA aporta su dosis), la tasa de interés en el 60% anual y el salario real más bajo que en diciembre de 2019.

Con la designación de Silvina Batakis para la titularidad del Ministerio de Economía puede aparecer una virtud respecto a la situación de Guzmán. Comienza un sendero de mayor homogeneización ideológica y política del Gobierno. 

A su capacidad profesional, le agrega el plus de mucho mayor manejo del terreno político que su antecesor, y experiencia de gestión.  

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Fernández recibió a Batakis en Olivos

Pero también en el orden político, quedaron atrás definitivamente las promesas de giros al centro, la moderación y el propósito de sepultar la grieta. Y esto desde ya no comulga demasiado con las expectativas y confianza que reclama el sector privado motorizador de producción, inversiones y financiamiento. Ya un ministro camporista de la PBA había anticipado precisamente el fin de la moderación. 

Parece que con un capital político menguante y el liderazgo muy dañado ahora la apuesta del presidente es solo “la sobrevida política” hasta fin de 2023. Ahora el Gobierno de unidad, luego del proceso ininterrumpido de descomposición del FdT que se inició tras la derrota del 2021, parece ser cada vez con más prisa y menos pausa, el Gobierno del peronismo-kirchnerista.

Sin embargo, no parece poder afirmarse que se vislumbre aun una mayor homogeneización económica. 

Los primeros lineamientos en declaraciones han sido respetar el plan trazado con el FMI, poner en valor el equilibrio fiscal, y avanzar en segmentar tarifas. Pero el ideario de la vicepresidenta, y de muchos funcionarios afines que permanecen, abonan las reminiscencias de la economía 2012-2015.

Propugnan sacar de la centralidad el ajuste fiscal, un enfoque de controles en lugar de incentivos para cada desequilibrio que asoma, subestiman el reacomodamiento de tarifas y la emisión y ansían poner en marcha medidas que apuntalen los ingresos y la demanda al margen de las restricciones de cornisa por las que camina hoy la economía. 

Donde, además, las recomposiciones nominales son devoradas por los índices mensuales de inflación, que lejos está de abordarse con enfoque macro coherente. 

¿Entonces, como seguimos? Aun no queda claro, pero desde ya faltan saber los primeros pasos concretos y el equipo de gestión que presente la nueva ministra. 

En el orden económico, se debuta con una urgencia. Aplacar las variables desbocadas del mercado que marcan la nula confianza en el rumbo actual. Se emite descontroladamente para atajar con precios artificiales los bonos en pesos, se pierden reservas con el mercado cambiario cuasi cerrado, se venden futuros del dólar aceleradamente y a tasas de tres dígitos y los bonos en dólares siguen cayendo. Si este primer paso se supera, entonces ahí tendremos que ver cómo se sigue interpretando el “sendero de corrección macro” insinuado con el FMI, pero totalmente deshilachado por parte de Guzmán. 

El segundo capítulo que enfrenta Batakis, y también con premura, es aplacar un proceso inflacionario que tiende a desbocarse por el debilitamiento y huida creciente del peso que muestran los agentes económicos. En ausencias de anclas para estabilizar los precios, el ministro saliente respondía que las metas del FMI oficiaban de faro para las expectativas. Nada más alejado de la realidad. La nueva ministra deberá reforzar la carencia de la pata de estabilización con la que fue concebido el acuerdo con el FMI. 

Veremos si aun con áreas de gestión que siguen loteadas se puede acomodar mejor el déficit fiscal, recomponer con dosis razonables las tarifas, dar certidumbre sobre los problemas energéticos y recuperar el financiamiento no monetario mediante el mercado de bonos en pesos, a la par de observar si el cepo recargado da efectividad para acumular reservas y evitar un salto discreto del tipo de cambio. De lo contrario, ganará probabilidad una suerte de respuesta heterodoxa a lo Kicilliof-Fábrega cuando navegaron las aguas tormentosas devaluando y aumentando retenciones.

Aun controlando la actual crisis de mercado, parece no haber margen para una estabilización con cierta dosis de shock y astucia para empezar a salir de la trampa actual. Solo quedaría espacio para aguantar raspando y llegar a 2023 y a su epicentro electoral con una estanflación controlada, es decir que las variables nominales no gatillen una estampida que desemboque en una crisis desestabilizadora. 

En la estanflación controlada la inflación será muy elevada, con piso en 70%, la brecha mínima estará entre el 70% y 80%, y el financiamiento en pesos será un ejercicio del mes a mes (desde ya muy caro y a corto plazo), donde también tallarán cada vez más los enunciados y pronunciamientos de la oposición. En cuanto a lo real, la actividad irá aterrizando ya que se desgastan los impulsos de la actual reactivación y la tensión social y distributiva estará siempre a la orden del día. 

Si el nuevo equipo económico logra domar los mercados, recuperar un poco de confianza y financiamiento, acumular algunos dólares para no ahogar la actividad, entonces ganará probabilidad comenzar la transición hacia 2023 en modo estanflación controlada. 

Puede parecer poco ambicioso, pero realmente no lo es cuando vemos la foto y desafíos de partida. Cualquier nuevo tropiezo y otra escalada en el comportamiento disfuncional del FdT nos dejará a las puertas de una transición con más parecidos a la del 1989 y 2001, que a las de 2015 y 2019. Ojalá se vayan acomodando las piezas para asemejarnos a estas últimas.

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