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Kosacoff: “El mercado interno es el caldo para desarrollar las bases de los negocios y las capacidades”

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Alejandro Radonjic 02 septiembre de 2020

Por Alejandro Radonjic 

En diálogo con El Economista, Bernardo Kosacoff (UTDT y UBA) ofrece su visión sobre los desafíos de la industria en Argentina. Una macroeconomía errática, que potenció los desincentivos microeconómicos, vienen castigando al sector hace casi una década y han dificultado su desarrollo e impedido que se suba completamente a la nueva ola de la Industria 4.0. A futuro, la macro y la micro deben combinarse virtuosamente para que el sector manufacturero, que emplea a 20% de los trabajadores formales del país (además de los millones de indirectos), vuelva a activarse porque, como dice Kosacoff, es parte de la solución.

Empecemos con una simplificación. Se suele creer que a la industria le va mejor con los gobiernos peronistas, que son más proclives al estímulo de la demanda interna y la protección comercial. ¿Coincide y cómo cree que se sostendrá esa creencia en el actual ciclo peronista?

En términos generales es así. Se puede resumir en la industria como columna vertebral en la “búsqueda de la matriz productiva diversificada, con inclusión social”. Pero la etapa de Carlos Menem no coincide con este enfoque. A su vez, ya en los años '70 se tenía en claro que la sustitución de importaciones requería de nuevos planteos para sostenerse en el largo plazo. Uno de los principales caminos fue la promoción de las exportaciones industriales, en la que coincidíamos todos los economistas de distintas vertientes. Las exportaciones dan respuesta a tres elementos esenciales. El primero, que el sector industrial genere divisas para disminuir la restricción externa. El segundo, era que el mercado doméstico mostraba tasas de crecimiento decrecientes atento a su saturación y las exportaciones era una demanda adicional para recrear el crecimiento. El tercero, era una evaluación de importantes crecimientos de la productividad, pero a un ritmo lento. Exponer a las empresas a competir en mercados externos era un acelerador del desarrollo de capacidades competitivas.

¿Entonces, como en el tango, hacen faltan dos para bailar: el mercado interno y las exportaciones?

Al pensar el patrón de especialización, tenemos que resolver el falso dilema de mercado interno y exportaciones. El mercado interno es el caldo de cultivo para desarrollar las bases de los negocios y donde se desarrollan las capacidades. El desarrollo de este mercado doméstico es el que genera previamente las capacidades competitivas para que luego se puedan viabilizar las estrategias de internacionalización. En términos de tamaño, somos el tercer mercado de América Latina y estamos entre los diez mercados más grandes de los 170 países fuera del área de la OCDE. Es lo suficientemente grande para inducir a las principales firmas del mundo a estar presentes, para fortalecer a las empresas locales y para disponer de las economías de especialización que da un sofisticado tejido de pymes. A su vez, rápidamente se abastece y para continuar su dinamismo necesita la demanda adicional de las exportaciones. No hemos aprovechado plenamente esta expansión del mercado doméstico para generar nuevas áreas de exportación y nuevos sectores con más valor agregado, que tengan un impacto con externalidades positivas en la generación de empleo de calidad, en un proceso de mayor apertura al mundo.

Menciona el empleo, ¿por qué simultáneamente se lo asocia con la industrialización?

Es la actividad líder en la generación de empleo. La industria emplea alrededor del 20% del empleo privado formal del país. A su vez tiene otros rasgos muy significativos. Es la actividad con mayor creación de empleo indirecto, generando 2,5 empleos indirectos en otras actividades como logística, servicios, transporte, por cada trabajador en la manufactura fabril. Asimismo, es la actividad con mayor salario, superando el 50% del promedio nacional, se caracteriza por su mayor productividad de la mano de obra de la economía y emplea una alta proporción de empleo formal. Pero lo más importante es que simultáneamente a la producción de los bienes se da el significativo aporte del “aprender haciendo”, con la calificación permanente del trabajador en sus rutinas de trabajo, que permite como ejemplo a una persona ingresar como aprendiz y luego de algunos años ser oficial. Estos procesos de calificación junto con el desarrollo de capacidades tecnológicas endógenas son el combustible esencial para marchar en el sendero del desarrollo económico, generando externalidades positivas a todo el entramado productivo y dando dignidad a la gente a través de su inclusión social.

Estabilizar la macro, por un lado y tener un modelo de desarrollo, por el otro, es casi como el huevo y la gallina. Hay quienes creen que lo primero es la condición necesaria para lo segundo, y viceversa. ¿Tiene sentido tener un plan de desarrollo hoy o primero hay que estabilizar la macro? Muchos sostienen que, sin una macro ordenada, cualquier plan tiene los días contados?

Nuevamente el baile de a dos. Sin una macro consistente nada es viable, pero la micro es fundamental para la propia sustentabilidad macro. El desempeño de la economía argentina desde 2012 ha sido muy negativo. Las dificultades macroeconómicas determinaron la caída del PIB por habitante, la no generación de empleo privado formal, la caída de los salarios reales, un alto nivel de deterioro de las condiciones sociales, un aterrador proceso inflacionario, una fuerte contracción en la inversión y un estancamiento de la productividad, entre otros factores. A su vez, las condiciones a nivel microeconómico se caracterizaron por los incrementos de los costos logísticos, la elevadísima presión impositiva, las tasas de interés y ausencia de un mercado de capitales para la producción, los costos laborales por aumento del ausentismo y litigios que han sido, entre otros elementos, restricciones de primera magnitud. En este contexto, la implementación de marcos macroeconómicos consistentes es la condición necesaria e ineludible. A su vez, viabilizan ocuparse de lo más importante: el desarrollo inclusivo. Hay planteos equivocados que identifican a la industria como parte del problema y no parte de la solución en la recomposición de las fuentes de crecimiento. Tenemos una notable heterogeneidad productiva y un problema de desarrollo que debe resolver varios problemas simultáneamente: consistencia macroeconómica, generar empleo y bienestar. Hay sectores que harán un aporte significativo para fortalecer la situación macro, y otros que son fundamentales para la creación de empleo y la integración de sectores y regiones, lo que requiere atender una agenda muy focalizada y compleja.

¿Y cómo podemos avanzar en esta marcha tan necesaria, ansiada y postergada por décadas?

Debemos partir de potenciar los procesos evolutivos de largo plazo que se han desarrollado en el país, apoyándonos en los logros, sus capacidades y los activos competitivos existentes, superando sus limitaciones y creando condiciones para su difusión y ampliación. Su consolidación debe considerar un ejercicio colectivo de la sociedad para favorecer una interacción virtuosa entre empresas, mercados e instituciones. La empresa es el ámbito en el cual se desarrolla el valor agregado y debe contar con mercados con ámbitos de competencias y con instituciones que les den el marco innovador y competitivo. Simultáneamente, su desarrollo tiene una expresión local en el territorio y las regiones que requieren una atención específica a sus competencias e idiosincrasias. Para avanzar en este objetivo, es clave incentivar las decisiones de inversión en el largo plazo, el desarrollo de las ventajas competitivas dinámicas y permitir una mayor cohesión social a través de la igualdad de capacidades y oportunidades, en el marco de una sólida construcción institucional.  En las empresas se genera el valor y el empleo. Una estrategia de desarrollo debe incluir explícitamente el fortalecimiento de las capacidades empresariales, con incentivos y reglas de juego que propendan las decisiones de inversión en el largo plazo, el aumento de la productividad y la creación de empleo

¿Subirse a ese tren hoy no es más complicado con la velocidad del progreso tecnológico?

Un desafío adicional a tener en cuenta son las nuevas condiciones planteadas por la denominada Industria 4.0. Los cambios iniciados hacen más de dos décadas en electrónica, biociencia, nanotecnología, Internet, energías renovables y otras áreas, han convergido en cambios radicales en los métodos de producción, comercialización y consumo. La difusión de la digitalización y la conectividad, con tecnologías de automatización y robótica para crear valor en cadenas de producción inteligentes, están rodeadas de nuevos conceptos como inteligencia artificial y Big Data, que están transformando a la sociedad. Sus impactos en la productividad y la equidad son enormes y replantean nuestra normalidad. En particular, sus efectos sobre el mercado de trabajo y los requerimientos de competencias y habilidades requieren de esfuerzos de primera magnitud. La pandemia aceleró estos procesos, que ya estaban vigentes como tendencias previas.

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