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El desempleo llegaría a dos dígitos en el segundo semestre

En el 2º T, la desocupación subió al 9,6% (la mayor desde 2006) y sólo se creó empleo precario

21 septiembre de 2018

Por Juan Strasnoy Peyre 

La crisis impactó en el mercado laboral desde sus albores. Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares, que publicó ayer el Indec, mostraron que en el segundo trimestre la desocupación subió al 9,6% y alcanzó su máximo nivel desde 2006. En términos interanuales, el desempleo creció casi un punto porcentual y se registraron unos 250.000 nuevos desocupados. Pero esta expansión no se dio por una pérdida neta de empleos, sino por una fuerte incorporación de personas inactivas al mercado laboral a raíz de la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos familiares. Así, la tasa de empleo tuvo una leve suba del 41,5% al 41,9%. Sin embargo, la creación de puestos laborales se dio únicamente en modalidades inestables o precarias: cuentapropismo e informalidad. Un escenario que enciende luces de alerta para los próximos meses al compás de la profundización y extensión de la recesión. El deterioro va camino a acentuarse y el desempleo, según los analistas, volverá a ser de dos dígitos.

En el trimestre del comienzo de la corrida cambiaria, más de 600.000 personas se volcaron al mercado laboral (contra el mismo período de 2017) en busca de compensar la caída del salario real y las prestaciones sociales. Así, la tasa de actividad subió un punto, del 45,4% al 46,4%. Pero el mercado laboral, estancado desde comienzo de año y en declive desde abril, no le hizo lugar a todos. Cerca de 400.000 consiguieron empleos precarios y más de 250.000 pasaron a engrosar las filas del desempleo (vale aclarar que la EPH sólo considera desocupadas a las personas que no tienen empleo pero que lo buscan). Esto significa que la cantidad de trabajadores ocupados subió 2,2%, mientras que la cantidad de desocupados se disparó casi 14% interanual. La tasa de desempleo trepó al 9,6% y alcanzó su máximo nivel en doce años: para encontrar un dato mayor hay que remontarse al segundo trimestre de 2006, cuando se ubicaba en 10,3%.

La EPH, que se realiza en los 31 principales aglomerados urbanos del país, cubrió una población de 27,7 millones de personas. De ellas, 12,8 millones conformaban la Población Económicamente Activa (PEA). Y dentro de la PEA, 11,6 millones estaban ocupadas y 1,2 millón desocupadas. Además, entre las ocupadas, 2 millones demandaban empleo y 1,4 millón estaban subocupadas (trabajaban menos de 35 horas semanales por causas involuntarias y estaban dispuestas a trabajar más). Todo estos indicadores eran más graves en el caso de las mujeres y de la población joven: por caso, la tasa de desempleo en las mujeres de 14 a 29 años subió al alarmante 21,5% (en el 2º T de 2017 era del 19,8%).

Las mayores tasas de desocupación se registró en los 24 partidos del Gran Buenos Aires (12,4%) y en el aglomerado Rawson-Trelew (11,7%). En cambio, las tasas más bajas fueron las de La Rioja (2,3%) y Posadas (2,5%).

Crisis y el empleo

Un dato clave en la dinámica del segundo trimestre es la composición de los ingresantes al mercado laboral. Mientras la tasa de actividad de los varones subió apenas tres décimas (del 69,2% en el 2º T de 2017 al 69,5% este año), la de las mujeres aumentó casi dos puntos (del 46,8% al 48,5%). Y particularmente en las mujeres de entre 30 y 64 años avanzó del 65,2% al 67,3%. “¿A qué se debe esta mayor participación laboral de las mujeres? Mi impresión es que, ante ingresos familiares que alcanzan menos, se busca conseguir fuentes nuevas de ingreso para llegar mejor a fin de mes”, señaló Daniel Schteingart, analista del IET. En la misma línea, un informe de Ecolatina sostuvo que el crecimiento de “la participación en el mercado de trabajo por encima de la población refleja una mayor necesidad de apuntalar los ingresos de los hogares”. La aceleración inflacionaria del segundo semestre impulsada por la fuerte devaluación sugiere que esta tendencia podría profundizarse en las próximas mediciones.

Lo mismo ocurre al mirar la composición de la tasa de desocupación. “Los jefes de hogar desempleados siguen teniendo la misma participación dentro de la PEA. El incremento de la desocupación se ve explicado enteramente por incremento de cónyuges e hijos”, analizó el economista Pablo Neira.

Precarización

Los números del 2º T muestran, además, una aceleración del avance de la precariedad laboral. Una doble alarma: por el deterioro de las condiciones laborales de los ocupados en el presente y por el incremento de la vulnerabilidad ante la agudización de la crisis.

Schteingart explicó que desde el 2º T de 2017 se crearon 400.000 nuevos puestos de trabajo -expandiendo el dato de la EPH al total de la población-. De ellos, 312.257 fueron por cuenta propia y 89.025 fueron asalariados informales (ver gráfico). Mientras que los empleos asalariados formales ?los que garantizan, o deberían garantizar, todos los derechos laborales? fueron 2.894 menos. Así, la tasa de informalidad entre los asalariados escaló al 34,3%. “En consecuencia, el mercado laboral hoy es más precario. En el 2º T de 2017, de cada 100 trabajadores, 50 eran asalariados en blanco. Un año más tarde, esa cifra cayó a 49”, remarcó el analista del IET.

La composición del nuevo empleo preocupa a futuro. Los trabajadores enmarcados en las modalidades más inestables son los más susceptibles de ser expulsados en plena profundización recesiva.

En esa clave, Ecolatina analizó las consecuencias económicas de la precarización: “Como el trabajo es la principal fuente de ingresos en la mayoría de los hogares, no es una buena noticia el aumento del empleo informal, que ya se viene observando desde el cierre del año pasado. Esto hace que una mayor proporción de familias dependa de una fuente de trabajo inestable e ingresos volátiles, no cubiertos por paritarias. El deterioro de la actividad y la aceleración de la inflación está impactando especialmente en estos hogares (que no solo son los más vulnerables, sino también los de mayor propensión a consumir, es decir que gastan la mayor parte de su salario)”.

Empeora

De esta forma, los analistas esperan un panorama laboral aun más complejo para el segundo semestre. Es que la caída de la actividad económica del segundo trimestre del 4,2%, pese a que se dio en distintos sectores, estuvo principalmente traccionada por el agro a raíz de la sequía. Un sector que genera menos empleo que, por ejemplo, la industria, el comercio y la construcción. Rubros que resentirán incluso más en el 3° T por el impacto de la devaluación, la suba de tasas, la caída del consumo (vía caída del salario real) y las políticas de ajuste.

Para Schteingart, este fue “el 'mejor peor dato' de 2018. El 2º T tuvo un mes más o menos pasable (abril), otro que fue el de la primera corrida (mayo) y otro ya malo (junio). Los próximos trimestres serán peores”. “Lo peor es que ese fue recién el comienzo de la crisis cambiaria. Todo parece indicar que el próximo trimestre la desocupación alcanzará los dos dígitos por primera vez desde 2006”, agregó Neira.

En ese sentido, el reporte de Ecolatina explicó que “todos estos datos apenas captan el efecto de la corrida cambiaria mayo-junio, por lo que estimamos que tras el salto del dólar de agosto, esta situación empeorará en la segunda mitad del año. La cantidad de desempleados subirá, debido a que se perderán puestos netos de trabajo (especialmente en el sector industrial y en las pymes) y la búsqueda de ingresos adicionales se intensificará por la profundización de la pérdida del salario real”.

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