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Precios más bajos, pero cosecha potente

La agroindustria sería nuevamente determinante en 2022

Aunque los precios futuros ya muestran una disminución respecto de los niveles de este año, las cantidades responderían al alza

soja
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21 diciembre de 2021

Por Agustín Tejeda Rodriguez y Juan Pablo Gianatiempo (*)

El sector agroindustrial ha tenido históricamente un rol protagónico en la economía argentina. En la actualidad, explica el 16% del PIB, el 22% del empleo privado y el 67% de las exportaciones, siendo prácticamente el único sector oferente neto de divisas. 

En el año 2021, esta contribución alcanzó niveles récord históricos, convirtiendo al sector en sostén fundamental de una economía que atraviesa una de las peores crisis de su historia, y debe resolver grandes desequilibrios para retornar a la senda del crecimiento.

Hasta noviembre del 2021 las cadenas del trigo, maíz, girasol, cebada, soja y sorgo ingresaron al país US$ 30.130 millones (+62% interanual) y para diciembre proyectamos una liquidación en torno a los US$ 2.300 millones. De esta forma, la liquidación anual del 2021 sería la mayor que se haya tenido registro en el país, en uno de los momentos más complejos que nos haya tocado atravesar. 

Crecimiento de la agoindustria.

Adicionalmente, estas cadenas aportarían al PIB argentino US$ 45.600 millones, 47% por encima del registro del año pasado, y generarían ingresos al fisco por US$ 15.500 millones (+51% interanual). En relación al Presupuesto para 2021, solo por derechos de exportación las cadenas de cultivos extensivos aportarían una recaudación adicional de US$ 2.500 millones (+42%). 

Sin embargo, es importante hacer una salvedad. Si bien estos números destacan el rol del sector en una coyuntura difícil, no deben llevarnos a conclusiones equivocadas, o incluso a malas decisiones de política económica. 

Debido a que la mayor parte de la contribución adicional encuentra su explicación en el extraordinario crecimiento que tuvieron los precios internacionales desde octubre de 2020. En nuestros principales productos de exportación, harina y aceite de soja, solamente en el 12% y 8% de los días desde 1990 hasta la actualidad, respectivamente, se observaron precios mayores a los actuales. 

De hecho, cuando indagamos en el desempeño de la agroindustria en los últimos años, se observa que Argentina viene creciendo en cantidades a una tasa menor al promedio mundial, como consecuencia de una de las políticas agropecuarias más negativas del mundo, de acuerdo a datos de la OCDE. En los últimos 5 años, las exportaciones agroindustriales de Argentina crecieron sólo 21%, mientras las de Brasil avanzaron 89%; las de Ucrania, 53%; las de Rusia, 39% y las del mundo en su conjunto, 28%.

Mirando al año 2022, la contribución continuaría en niveles históricamente altos, en torno a US$ 32.000 millones para granos y subproductos. Aunque los precios futuros ya muestran una disminución respecto de los niveles de este año, las cantidades responderían al alza, con una cosecha que superaría las 133 millones de toneladas (+8,5%).

No obstante, estas proyecciones están sujetas a la evolución de las condiciones climáticas y los precios internacionales. Si bien se confirma una cosecha fina en niveles récord históricos, el escenario climático todavía muestra condiciones de año La Niña para los meses de verano, que podrían comprometer los volúmenes esperados de la cosecha gruesa (soja y maíz). En relación a los precios, ciclos anteriores ya han mostrado que a las subas pueden seguirle bajas de la misma magnitud. La inflación en los países centrales, y la adopción de políticas monetarias más restrictivas para controlarla, encienden una alarma en este sentido.

Será importante entonces monitorear estas variables, y adoptar medidas que permitan una mejor gestión de riesgos tanto a nivel micro como macroeconómico. Pensando en el largo plazo y la contribución de la agroindustria, resultará crucial la adopción de un marco de políticas que nivele las reglas de juego con nuestros competidores y nos permita crecer por encima del promedio mundial, convirtiendo a la agroindustria en pilar del desarrollo, creando un entorno menos dependiente de años con precios extraordinarios.  

(*) Economista Jefe y Economista, respectivamente, de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires

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