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La Reserva Federal se equivocaría bajando la tasa

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31 julio de 2020

Por Ignacio Pérez Moreno Analista Financiero

MADRID.- Comenzaba a caer el sol tras un largo día de turisteo por Buenos Aires en verano del 2018 y un taxista accedía a llevarnos de vuelta a nuestro hotel desde San Telmo. El conductor se tomó una pausa, tras veinte minutos hablando de fútbol, para comentarnos que había visitado Europa hacía unos pocos años y que el peso argentino se había devaluado tanto en ese periodo de tiempo que ahora no podría permitirse un viaje así.

Nuestro taxista tenía razón en dos cosas. Sin embargo, antes de magnificar las obviedades a las que hizo referencia, me gustaría que en el caso de que me estés leyendo, querido taxista, me disculpases por la insuficiente propina que te di, no acostumbro a llevar mucho cash en la cartera?

Las dos reflexiones en las que no se equivocó nuestro conductor fueron al afirmar que Diego Maradona es el mejor jugador de la historia del fútbol y al manifestar la pérdida de valor del peso argentino. Pero, ¿qué hay detrás de esta pérdida de valor? ¿Por qué un argentino con mismo estatus social pasa a no poder permitirse los mismos caprichos en tan solo unos años? La respuesta es clara: una pésima política monetaria.

El día 13 de Julio del 2014 Argentina se medía a Alemania en la final del Mundial de fútbol. Mientras Gonzalo Higuaín fallaba una ocasión de gol que valía un campeonato y un desaparecido Lionel Messi se arrastraba por el campo cuando su país más lo necesitaba, el dólar americano cotizaba a 8,15 pesos argentinos. A día de hoy Argentina sigue sin ganar su tercer mundial y el dólar americano equivale a 71,50 pesos. El BCRA ha llevado a cabo una política expansiva muy agresiva creyéndose teorías de gurús de la economía como Alan Greenspan: “El riesgo de impago no existe, siempre se puede imprimir”.

La Reserva Federal, en la coyuntura actual y buscando estímulos con los que combatir la crisis de la pandemia, está llevando a cabo también una política expansiva y ha situado las tasas de interés de referencia en mínimos históricos, 25 puntos básicos por encima del cero. Se considera que esta bajada, junto a las inyecciones masivas de liquidez y los programas de estímulo fiscal estadounidenses, podría no ser suficiente y obligaría a la Fed a sumergir las tasas de interés de referencia a territorio negativo.

Otro buen ejemplo de política monetaria expansiva, y de tasas negativos, es Europa. Hay que hacer un ejercicio mental para rememorar la última vez que el Banco Central Europeo subió tasas o absorbió liquidez de los mercados. Julio de 2014 no fue el mejor mes, pero no únicamente para los hinchas de fútbol argentino, ya que además del desacierto de cara a portería de sus jugadores también hubo una equivocación por parte del BCE en el diagnóstico de la economía de la eurozona, y un desacierto aún mayor de la aplicación de su política monetaria. El 5 de julio del 2014, el Governing Council anunciaba la disminución de la Tasa de Facilidad del Depósito a -0,1%. Por primera vez bajaba una tasa de interés a territorio negativo en la historia de la eurozona.

¿Les gusta el dinero? ¿A quién no? Los ciudadanos europeos están de enhorabuena, ya que el ECB ha incrementado sustancialmente la masa monetaria de la eurozona. Y lo mejor de todo es que, como desde hace años las tasas de interés están en negativo, si usted quiere dinero no tiene más que acudir a una sucursal bancaria que obtendrá financiación a coste cercano a cero. Lamentablemente la realidad no es tan simple, y es bien distinta a la que el BCE dibujó en sus “press releases” y sus informes anuales.

La totalidad de los bonos soberanos con vencimiento a dos años de los países de la eurozona, excepto Grecia, cotiza a yields negativos a día de hoy pese a que muchos de ellos, ya antes de la irrupción del Covid-19, no podían repagar a sus acreedores. Sin embargo, los soberanos no son un caso aislado y está aumentando, desde 2014, la cantidad de bonos basura que cotizan en negativo.

Las tasas negativas no han ayudado a las economías europeas. Más bien, todo lo contrario. Penalizan el ahorro prudente, favoreciendo al endeudado e incentivando la inversión. Si anteriormente se cerraba un acuerdo hipotecario con el banco al 12% y te regalaban una cubertería, ahora al comprar una cubertería es cuando te regalan una hipoteca.

La eurozona ha aumentado su gasto público entre el 0,7% y el 1,9% interanualmente desde 2014, financiado con nuevas emisiones de deuda. La palabra “austeridad” fue eliminada de todos los diccionarios europeos en ese año y la deuda pública, que subió desde el 65,1% del PIB (2007) a 90% (2012), ha mantenido sus niveles constantes en época de bonanza económica, y es que es casi inevitable no aumentar el gasto soportado por deuda cuando puedes emitirla a tan bajos rendimientos.

El objetivo del BCE, “mantener las tasas de inflación en el medio plazo por debajo pero cerca al 2%”, se asemeja al de la Selección Nacional Argentina (“el Mundial de Fútbol”), en que hace tiempo que ninguno de los dos los consiguen y que parece que cada vez están más lejos de conseguirlo. La inflación obtenida en 2019 ha sido del 1,23% y las previsiones se van actualizando trimestralmente a la baja.

Pese a las tasas negativas, la economía del eurosistema no crece a la velocidad prevista. El crecimiento interanual del PIB ha sido del 1,94% y del 1,16% en los dos últimos años y las estimaciones futuristas precoronavirus tampoco eran optimistas. El BCE ha expandido su balance 4 veces entre 2013 y 2019, siendo en marzo del 2020 un 42% del PIB de la eurozona.

Existen tres métodos para repagar deuda pública: con inflación, con alto crecimiento o con recortes de gasto público. Con esta política monetaria no se logra alcanzar los niveles de crecimiento ni inflación esperados y el gasto no hace más que aumentar.

Existen muchas empresas únicamente sobreviviendo porque son refinanciadas a intereses bajos y que únicamente consiguen beneficios para repagar deuda y cubrir costos fijos y la productividad europea está por los suelos. El euro está en tendencia bajista frente al dólar desde que se implantaron las tasas negativas hasta la pandemia y los inversores tienen que asumir más riesgo para obtener mismas rentabilidades.

Se puede confirmar que esas tasas generan estancamiento económico y fomentan la deuda y el despilfarro. Las inversiones son menos productivas y más arriesgadas, no hay aumento de salarios pero sí de precios.

Usted llevará varias líneas pensando qué puede hacer Europa para salir de esta situación. Pues bien, no puede hacer nada. Ninguna economía que haya implementado tasas de interés negativas ha sido capaz de volverlos a situar por encima del 0%.

Una suba de tasas desencadenaría el default de un gran número de entidades y todas aquellas inversiones que son viables solamente por estar en un entorno de 0% dejarían de serlo. La Fed se equivocaría bajando tasas de interés ya que de las tasas negativas es imposible salir. Se trata de unas arenas movedizas en las que lo mejor que puedes hacer es mantenerte inmóvil, ya que si intentas escapar únicamente conseguirás terminar de hundirte.

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