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Las finanzas personales versus finanzas públicas

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17 junio de 2020

Por Silvio Guaita Economista

Un debate enormemente difundido en la literatura económica, que ha llegado incluso al Congreso de Estados Unidos recientemente, es si el Gobierno puede gastar más de lo que recauda a través del tiempo. A priori,  en similitud a una familia, la conclusión generalizada es que no puede  hacerlo. O lo que es lo mismo, se cree que el Gobierno no puede tener déficit fiscales de manera sostenida a través del tiempo. Dejando de lado esos  debates, hay hechos estilizados que se observan en la realidad más allá de   las interpretaciones divergentes.

En primer lugar, a diferencia de una familia que no puede gastar más de lo que gana en el largo plazo, un gobierno tiene la capacidad de imprimir moneda además de emitir deuda. En otras  palabras, tiene la capacidad de generar medios de pago para afrontar diferentes gastos, como por ejemplo los correspondientes a jubilaciones, pago de sueldos, inversión pública, pago de  intereses de deuda en moneda local, entre otros.

En segundo lugar, a diferencia de una familia que al aumentar el consumo no ve incrementados sus ingresos, el resultado fiscal del gobierno depende de lo que este gasta. Es decir, es endógeno a su accionar. Si el estado decide por ejemplo construir nuevos hospitales, el gasto realizado estimula las ventas de materiales de construcción e insumos médicos, incentivando la actividad en dichos sectores y por lo tanto aumentando el pago de impuestos de los mismos. Es  decir que el Gobierno puede recaudar más, gastando más. Ergo, en ciertos casos, aumentos del gasto público pueden llevar al tan preciado superávit fiscal.

En tercer lugar, asumiendo una economía cerrada para  simplificar el análisis aunque no las conclusiones, todo gasto es un ingreso de alguien. Es decir, conta blemente un déficit del Gobierno tiene como contrapartida un superávit en el sector privado y viceversa. Por lo tanto se desprende que superávits gubernamentales sostenidos en el largo plazo, implican déficits sostenidos en el sector privado. Dado el sector privado no emite su propia moneda y no puede emitir deuda indefinidamente, tal situación no sería sostenible en el largo plazo sin generar la insolvencia del mismo.

En cuarto lugar, un aumento de la emisión monetaria del banco central para incrementar el gasto puede ser absorbido por emisión de deuda del gobierno. Es decir, banco central puede emitir pesos contra bonos emitidos por el Tesoro. La deuda del Estado aumenta, pero la misma es interestatal, dejando intacta la  contabilidad del sector privado. En otras palabras, el Estado no necesita del sector privado para financiarse.

En conclusión, el Gobierno no está sujeto a una restricción presupuestaria como una familia (aunque a veces se comportase como si lo estuviese) dado  que tiene capacidades que estas últimas no tienen, como la emisión de moneda; la cantidad recaudada depende de lo que el mismo está dispuesto a gastar y no al revés y su comportamiento influye en el resultado financiero del sector privado aunque no necesita de este último para financiarse.

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