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El Brexit, la Unión Europea y el Mercosur: desafíos y oportunidades

22 agosto de 2019

Por Gonzalo Salimena Doctor en Relaciones Internacionales (USAL) Profesor de Política Internacional y Diplomacia Parlamentaria de la Universidad del Salvador (USAL)

Las relaciones internacionales no sólo se pueden vislumbrar desde el prisma del conflicto o la lucha por el poder, sino desde la cooperación cuya máxima expresión la constituye la integración. De esta manera, la actual volatilidad e incertidumbre que caracteriza a la agenda de política internacional se encuentra signada por un conjunto de problemáticas que oscilan y se nutren de ambos extremos, pudiendo ser el Brexit un claro ejemplo del primer eje de temático.

La salida del Reino Unido de la Unión Europea denota cada vez más conflictos y divisiones internas que se acentúan a medida que se aproxima la fecha límite impuesta para el 31 de octubre. La facción pro Unión Europea, nucleada detrás de la figura parlamentaria de Jeremy Corbyn, sostiene el planteo de dos estrategias para impedirlo. La primera de ellas se sustenta sobre el posible voto de censura contra el recién electo Primer Ministro Boris Johnson, quien aboga por un Brexit más duro que incluya una salida no negociada (no deal). Sin embargo, la obtención de una censura parlamentaria no es tan sencilla como pareciera serlo a simple vista, no sólo porque se requiere una mayoría considerable de dos tercios de la Cámara de los Comunes, sino porque a su vez, debe ser la misma mayoría de miembros de su partido, que lo eligieron recientemente, los que transformen esas voluntades positivas en negativas y ello se dificulta en un sistema político parlamentario y bipartidista, que se ha distinguido a lo largo de su historia por una disciplina partidaria en las votaciones.

Pese a este análisis, en el otro extremo están aquellos que piensan que es factible que esto suceda planteando una segunda estrategia vinculada a la constitución de un gobierno de unidad nacional, que tenga como principal meta evitar el Brexit. Para ello, se convocaría a elecciones, se pediría una prórroga a Bruselas y se llevaría a cabo un segundo referéndum.

Hay un elemento exógeno que podemos sumar al análisis: el apoyo del presidente Trump al Primer Ministro británico. El sustento del presidente norteamericano se basa en indicadores concretos. Su reticencia a reunirse durante su visita al Reino Unido con Jeremy Corbyn por considerarlo una “fuerza negativa”, la posibilidad de concretar un acuerdo de libre comercio con Johnson (una vez cerrado el Brexit) y la reciente conversación telefónica donde ambos mandatarios manifiestan un marcado entusiasmo por una posible reunión bilateral a realizarse en Biarritz en el marco del G7, en la que se avanzaría en discusión de una extensa agenda económico-comercial conjunta.

Como bien dijimos al comienzo, no todo en las relaciones internacionales se puede abordar desde el conflicto y la lucha de poder, la integración continúa siendo uno de los temas que componen la agenda de política internacional. Así, el segundo eje temático lo constituye el Acuerdo de Asociación Estratégica entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, que luego de una extensa negociación que se prolongó por más de veinte años, logró arribar a un acuerdo que si bien no es un texto definitivo, ya que hablamos de un proceso que está siendo objeto de revisión, resalta los valores de la integración económica y fortalece los procesos institucionales de los Estados partes de los bloques.

La posibilidad de obtener un acuerdo entre bloques económicos reviste un mensaje a favor del multilateralismo y la trascendencia que poseen las ideas creativas en todo proceso negociador. El Mercosur se potencia estando a un paso de convertirse de un bloque económico regional a una de las mayores zonas comerciales del mundo. Sin embargo en política internacional, ningún factor es lineal y predecible, todo lo contrario, las variables pueden transformarse en el corto o mediano plazo. Por esta razón, todo proceso de integración requiere de encontrar el punto de equilibrio necesario y los acuerdos pueden estar sujetos a revisiones y ajustes, y está bien que así sea, con las actuales turbulencias internacionales.

Es cierto que las relaciones internacionales en el presente contexto parecen caracterizarse por una vuelta al bilateralismo, el nacionalismo y el conflicto de valores e intereses, en un claro marco de desafío al sistema internacional. Sin embargo pese a ello, el multilateralismo continúa manifestándose en los acuerdos entre bloques económicos y nos muestran que el valor de la integración, se encuentra vigente en un contexto volatilidad e incertidumbre y que la política internacional no es un juego de suma cero.

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