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Guerra escala en un contexto inoportuno para Argentina

15 mayo de 2019

Por Guido Lorenzo Director Ejecutivo de LCG

Se reanudó la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Ya no es un “cheap talk”. Las constantes amenazas entre Donald Trump y Xi Jinping estaban siendo matizadas con conversaciones en las que incluso nuestro país fue protagonista. Cada amenaza se vuelve menos creíble si después no se llevan adelante acciones y, así, la situación fue escalando y Trump es quien actúa como líder. El respaldo de su economía se lo permite.

Estados Unidos tiene el desempleo más bajo desde 1969 (3,6%) con salarios crecientes (3,4% interanual en marzo), por encima de la inflación minorista, que no llegó a 2%. Y las perspectivas son que pueda seguir generándose empleo con baja inflación.

El dato  El dólar cayó 13 centavos ayer y cerró en $ 44,97, con un mínimo de $ 44,85 y un máximo de $ 45,35. Se negociaron US$ 435 millones spot en el MAE. Asimismo, las reservas cayeron hasta US$ 67.458 millones, una baja que empieza a preocupar a alguno analistas.

Hasta el momento, China siempre se ha defendido de las medidas proteccionistas del actual presidente de Estados Unidos mediante una política de estímulos fiscales, pero la respuesta, ahora, podría virar hacia la represalia directa a empresas norteamericanas para hacer negocios en el país asiático. Incluso China aplicará una suba de aranceles del 5% al 25% para varios productos estadounidenses. Es decir, se muestra más agresivo que en oportunidades anteriores.

Las repercusiones en Estados Unidos de estos aranceles podrían ser la de aportar medio punto a la tasa de inflación producto del encarecimiento de los bienes importados y la sustitución por bienes domésticos. Algo que su tasa de inflación le permite soportare e, incluso, despejaría dudas acerca de la falta de aceleración inflacionaria a pesar de tener el desempleo en niveles tan bajos. Incluso podría tener más beneficios en términos de empleo. Aunque ese impacto sería más acotado debido a la escasa posibilidad de que los productos estadounidenses compitan con los chinos.

Las consecuencias de la desaceleración del comercio impactan con más fuerza en el sector agropecuario y, para lo que nos interesa a nosotros, el precio de la soja ya alcanza los niveles más bajos de los últimos diez años: debajo de US$ 300 por tonelada. Hoy, el precio internacional se ha alineado al doméstico, y hasta el momento el precio que recibían los exportadores estaba aislado del efecto externo. Ahora la caída arrastra a los ingresos del país. El efecto inmediato es de una caída de la verdadera riqueza del país. En términos de actividad, quizás los efectos no se vean a corto plazo, pero seguramente de persistir, la renta fija local descontará un mayor riesgo debido a ese efecto.

En el mercado de cambios es esperable una apreciación del dólar a nivel internacional, cuestión que se reflejó en la región en estos días. Esto podría ser contraproducente en Argentina dado que, para no perder competitividad precio, necesitará acomodar su tipo de cambio más arriba, pero esto es inconsistente con la política antinflacionaria.

Por otro lado, entendemos que la intervención del BCRA en el mercado de cambios estará siendo supervisada por el FMI. Por lo tanto, un aumento de la demanda de divisas podría traducirse en mayor precio sin que el BCRA pueda acomodar el mercado con más oferta.

La tensión continuará hasta las reuniones del G20 del 28 y 29 de junio. En caso de seguir escalando el conflicto podría coincidir con un período sensible para Argentina, debido a la proximidad con la presentación de las candidaturas y las PASO. Semanas donde quizás el BCRA tenga que pulsear con el mercado.

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