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¿Y si nos dedicamos a producir y generar riqueza?

Es con campo, con industria y con absolutamente todo el sector privado por delante que nuestra amada Argentina evoluciona y deja atrás mitos de antaño.

La palabra que va entre campo e industria tiene que obligatoriamente dejar de ser una "O" para pasar a ser una "Y".
La palabra que va entre campo e industria tiene que obligatoriamente dejar de ser una "O" para pasar a ser una "Y".
Tomás Fohrig 29 febrero de 2024

En Argentina a menudo encontramos que las "grietas" son armados sistemáticos y muy bien orquestados por los que se benefician de ellas, haciendo valer los puntos en que dos sectores no están de acuerdo y que desde ellos nazca una enemistad. 

Pero si uno se toma el trabajo de ir más allá de esas antinomias inventadas, e investiga por sí mismo, puede llegar a una conclusión propia. 

Nuestro país, en el estado en que se encuentra, no tiene tiempo para perderlo entre falsas enemistades y resentimientos inútiles.

Mi respeto eterno siempre será, primero, al sector privado. Genera riqueza, produce estabilidad, fomenta la educación y el arraigo y es la piedra angular del progreso más justo del mundo: el que más y mejor trabaja, más y mejores resultados tiene.

No obstante, en Argentina vemos a veces que algunos sectores tienen mejores condiciones que otros según los vientos políticos de turno. Las distorsiones que la política crea suelen ser un gran caldo de cultivo para enfrentar a los unos con los otros. De esa forma, la única que gana es la que ocasiona la tensión en primer lugar mientras el sector productivo permanece a la espera de soluciones que pocas veces llegan.

¿Cómo es que los actores más brillantes del sector privado permiten que esto pase? Un poco creo saberlo, pero no es mi trabajo opinar sobre eso en esta nota, y el otro poco no me lo termino de explicar.

Lo que con certeza sé es que esas diferencias de condiciones generan tensiones innecesarias y a veces un poco ridículas. Todo tiene solución dialogando y logrando acuerdos, y en contrapartida, si no se dialoga es difícil llegar a nada.

Vea, un productor algodonero o lanero jamás puede querer que a un industrial textil le vaya mal. A un empresario forestal la quiebra de una empresa maderera le causa un enorme perjuicio. Al famoso complejo sojero le complica mucho no tener molinos harineros ni aceiteros. Y ni que decirles sobre la importancia que tienen para los frigoríficos los criadores, invernadores y feedloteros bovinos.

Todo esto que le cuento en resumido es parte de lo que conocemos como la cadena agro-industrial. La lógica indica entonces que no es conveniente para ninguno que al otro le vaya mal. Sin embargo, a veces uno oye que la discusión es sobre cuál de los sectores es más importante.

La respuesta no debería sorprenderle: son todos igualmente cruciales, porque generan riqueza, producen estabilidad, fomentan la educación y el arraigo y son la piedra angular del progreso más justo del mundo: el que más y mejor trabaja, más y mejores resultados tiene.

Por eso es que tengo en claro que la palabra que va entre campo e industria tiene que obligatoriamente dejar de ser una "O" para pasar a ser una "Y"

La Argentina productiva no tiene resto para seguir fomentando una grieta que no debe existir, simplemente por tener algunas diferencias. Si lo que se ve son los puntos negativos, más vale que todo "va a estar mal". Es una visión sesgada que no aporta nada. En cambio, la propuesta debe ser otra: partamos de lo que tenemos en común, que es mucho, y trabajemos unidos fortaleciendo aquello que nos hace bien a ambos, y en él mientras tanto, discutamos los puntos donde no hay acuerdo aún.

Pero al sentarse al discutir, hagámoslo con conocimiento. La discusión debe ser en torno a lo productivo y lo que permita que el campo, la construcción, la industria, el comercio, lo financiero, lo bancario, la intermediación, los servicios, y toda otra actividad que produce riqueza genuina, generen más y mejor. Dejar a algún elemento de lo privado por fuera, especialmente en el momento en que nuestra Argentina se encuentra, no tiene razón de ser alguna.

Gualberto G. Márquez, en un lindo verso que compuso hace muchos años, decía:

La reacción será lograda, // pero tras lucha constante, //con el Himno por delante // que es la Patria condensada; // y sin más arma ni espada//que patrióticos ideales, // soldados espirituales//sean para defender... // ¡muros que quieren caer // se sostienen con puntales!

Aunque Márquez no lo haya escrito con ese sentido, aplica perfectamente. El sector privado es el puntal principal de nuestra Nación. Debemos partir desde los puntos en común y construir sobre ellos para poder encontrar la salida a las diferencias. Empezar desde una base propositiva es la única opción para afrontar los desafíos de este caos generalizado en que nuestro país se encuentra. No hay mayor patriotismo que el de producir en la tierra que crió y nutrió a uno, en contra de todo lo adverso y con la bandera Argentina por delante.

Debe ser nuestra misión, como productores agropecuarios, industriales, o miembros de cualquier punto de la cadena productiva privada, usar la lógica y achicar las brechas sectoriales y lograr así que la ganancia sea para el país todo.

Es con campo, con industria y con absolutamente todo el sector privado por delante que nuestra amada Argentina evoluciona y deja atrás mitos de antaño.

¡Es con todos los que producen, o no es!

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