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Los límites para un posible acuerdo poselectoral

22 octubre de 2019

Una vez más, las identidades políticas en Argentina muestran su fortaleza. Aun sin un resultado positivo en la gestión económica, que es la más sensible para cualquier gobierno, Mauricio Macri está haciendo actos masivos y obtendrá un importante caudal de votos el domingo 27. Algo similar había ocurrido con Cristina Kirchner en 2015, cuando se retiró del Gobierno con problemas económicos pero amplios apoyos sociales.

La distribución geográfica y social del voto muestra comportamientos muy estables en el país. El peronismo gana y tiene sus mejores desempeños electorales desde hace décadas en los mismos distritos y lo mismo ocurre con los candidatos que se ubican en el espacio no peronista. A nivel social, los sectores medios tienden a votar mayoritariamente al no peronismo mientras que los de ingresos más bajos se inclinan principalmente por el peronismo. Los partidos pueden estar debilitados desde el punto de vista de su funcionamiento, organización y disciplina interna, pero las culturas persisten, las identidades políticas se conservan y, por eso, el comportamiento de los votantes es bastante estable.

Esta realidad puede servir tanto para favorecer los acuerdos como para polarizar aún más el escenario político.

Argentina necesita lograr algunos acuerdos para superar una situación económica por demás compleja. La existencia de identidades políticas fuertes puede ayudar en ese sentido porque a partir de ellas se pueden surgir interlocutores representativos de las distintas posiciones.

Además, la existencia de un sistema bifrentista (versión millenial del extinto bipartidismo) le otorga estabilidad al sistema político porque bloquea la irrupción de candidatos disfuncionales, como Jair Bolsonaro.

Pero también existen condiciones para exacerbar la polarización porque hay dos sectores con visiones muy distintas que están en condiciones de acceder al poder y, por lo tanto, tienen pocos incentivos para cooperar entre ellos. La polarización fue alentada como una estrategia electoral pero que fue posible porque se asentó en una realidad social.

La dureza de los recientes debates presidenciales no da mucho margen para el optimismo, pero la realidad del país exige que a partir del 28-0, se coordine, como mínimo, una transición ordenada. Hay que dar pasos concretos más allá de las declaraciones. Macri se había propuesto tres grandes objetivos para su Gobierno y uno de ellos era unir a los argentinos. Con la inflación le fue mejor. Ahora, Alberto Fernández cerró su intervención en el segundo debate presidencial afirmando “que en la grieta se queden ellos, vamos a abrazarnos todos”.

La confrontación es inevitable en la política y en democracia siempre debe haber alternancia. Pero como en todo, en la polarización también hay grados. Y en este momento, es muy alta en Argentina, algo que es particularmente complicado cuando ciertos acuerdos se necesitan más que nunca.

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