El Economista - 70 años
Versión digital

vie 29 Mar

BUE 22°C

Las dudas que aún persisten

Si bien es entendible que Alberto quiera “mantener el misterio”, revelar todo al filo del traspaso de mando puede ser un error en un país cargado de problemas y cuya sociedad reclama soluciones urgentes

08 noviembre de 2019

Por Matías Carugati Economista

La incertidumbre continúa, a pesar de las elecciones.

Sabemos que Alberto Fernández gobernará a partir del próximo 10 de diciembre aunque persisten incógnitas de todo tipo y con distinto grado de relevancia. Algunas, como la conformación del Gabinete, son lógicas, ya que se intenta evitar un desgaste adelantado. Además, los nombres elegidos dependerán de la impronta que el presidente quiera darle a su gestión, algo que no queda claro más allá de algunos lineamientos muy generales. Precisamente, el no haber dado a conocer un plan o estrategia con algún grado de detalle es una incógnita con efectos concretos.

Al margen de la ausencia de un plan general, hay cuestiones ineludibles.

La agenda viene cargada de temas, aunque hay tres de carácter prioritario. Al tope figura la reactivación económica. Desde 2011 la economía se mantiene prácticamente estancada, con tres de los últimos cuatro años en recesión. Sin embargo, los grados de libertad de la política económica son muy escasos como para empujar la actividad, lo que nos lleva a los otros dos puntos prioritarios: el problema fiscal (o de financiamiento) y el de la estabilización nominal.

Si bien es entendible que Alberto quiera “mantener el misterio”, revelar todo al filo del traspaso de mando puede ser un error en un país cargado de problemas y cuya sociedad reclama soluciones urgentes.

La cuestión fiscal será un “baile de tres”: Gobierno, FMI y acreedores privados.

El equipo de Alberto Fernández intentará patear la mayor cantidad de vencimientos lo más lejos posible para aliviar el estrés financiero al que está sometido el Estado. Del otro lado, el FMI buscará priorizar la sostenibilidad de la deuda (y el repago de su cuantioso crédito, por cierto), mientras que los acreedores privados buscarán perder lo menos posible con los títulos públicos en sus carteras. La contracara será la política fiscal que se comprometa a adoptar Alberto Fernández. El tiempo que se demore la negociación y el resultado posiblemente condicionen los años por venir.

A diferencia del Tesoro, el BCRA puede generar recursos para empujar la economía, pero son de dudosa efectividad.

Después de sucesivas crisis cambiarias, la demanda de dinero está literalmente por el piso y la expansión monetaria traería más problemas que soluciones. Emitir pesos cuando los agentes quieren deshacerse de ellos es un camino rápido para llegar a la espiral depreciación-inflación. Es cierto que el cepo cambiario 2.0 empuja artificial y temporariamente la demanda de dinero (a costa de más brecha cambiaria). Sin embargo, poco hace sobre unos precios bastante sensibles a cualquier tipo de shock. El denominado pacto social puede ayudar a “parar la pelota”, reacomodando las expectativas de inflación y funcionando como esquema de resolución de conflictos respecto a qué precios aumentar, cuánto y cuándo. Pero tiene que venir acompañado de un plan económico consistente.

Está claro que las dudas irán disipándose con el tiempo.

Alberto Fernández irá brindando detalles respecto a qué es lo que querrá hacer y con quienes. Si bien es entendible “mantener el misterio”, revelar todo al filo del traspaso de mando puede ser un error en un país cargado de problemas y cuya sociedad reclama soluciones urgentes.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés