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La Corte, una gran solución para Cristina

Como Perón en los '50 o Vito Corleone ante los narcos, Cristina enfrenta el dilema final: resistir, retirarse o abrir paso a su heredero.

Máximo Kirchner, como en El Padrino
Máximo Kirchner, como en El Padrino IA
Daniel Montoya 12 junio de 2025

"El juez Moro le está dando a Lula la gran solución política que no pudo encontrar Perón en su tiempo". En esos términos analicé en 2018 en Diario Perfil, la oportunidad política que le abría al actual presidente de Brasil su condena a prisión en el marco de la "Operación Lava Jato". En realidad, mi apreciación trascendía la situación particular del ex líder gremial y apuntaba a un problema histórico de los regímenes latinoamericanos: la incapacidad de generar alternancia, dándole carnadura a la presidencia vitalicia que Simón Bolívar incorporó en la Constitución venezolana de 1826.

Vale decir, los líderes políticos son fruto de un tiempo y de ciertas circunstancias que, cuando cambian, les quitan margen de maniobra para adaptarse y ser nuevamente exitosos. En el marco del análisis del Padre Fundador de la Ciencia Política Nicolás Maquiavelo, el desafío del cambio de época equivale al contraste planteado por el florentino entre un principado hereditario versus uno nuevo o conquistado. Mientras que en el primero la gente tiene metabolizado al gobierno, en el segundo éste tiene que desplegar nuevos instrumentos, aunque con un agravante: ser malo conocido.

Para no ir más lejos, es el gran reto que Perón no pudo superar eficazmente en 1952, cuando tuvo que enfrentar nuevas circunstancias generadas por una crisis de balanza de pagos, debiendo cambiar el rostro del gobierno desde uno distribucionista y reparador de las heridas sociales generadas por el viejo régimen conservador, a otro productivista y de acumulación que suponía la moderación y la retracción de las políticas sociales de su primer gobierno. Era la hora del Plan de Estabilización dónde el fundador del justicialismo hablaba de "consumir menos y producir más". 

En tal aspecto, queda claro que determinadas políticas económicas muchas veces chocan con límites estructurales asociados a la metabolización social del gobierno. En términos genéricos, semejante pirueta consiste en la alteración de un contrato original, en esta ocasión con ADN en la zona de la reparación, la satisfacción y el goce, para ubicarse en un territorio asociado al esfuerzo, al sacrificio y a la austeridad. Parafraseando el tangazo de Eladia Blázquez, no sé si le falló la fe, la voluntad, o acaso fue que Perón no tenía, como el Titanic, el timón o la espalda política para pegar tamaño volantazo.

El evento que lo cambia todo

Volviendo al célebre florentino, hay grandes eventos mundiales que tienen la cualidad, más que de dibujar líneas fronterizas entre principados hereditarios y nuevos o conquistados, de dividir la tierra en dos eras. Antes de entrar en el terreno político, vale rememorar una línea divisoria dentro de la magistral saga cinematográfica de Francis Ford Coppola El Padrino, dónde el capomafia Vito Corleone crece y acumula poder dentro de un submundo caracterizado por la lucha alrededor del control de actividades criminales asociadas a la prostitución y el juego.

Vito Corleone
Vito Corleone

No obstante, en un cierto momento aparece un nuevo animal en el zoológico que impone nuevas reglas medioambientales a las que el inolvidable personaje encarnado por Marlon Brando no sabe o no quiere adaptarse. Para el viejo pater familias, los narcóticos, aún teniendo una enorme rentabilidad económica, son "un negocio de negros", indigno de alguien que respeta ciertos valores tradicionales. En términos políticos, era el momento de la sucesión, la hora de su hijo Michael encarnado por Al Pacino. Y, desde ya, nadie se lo anuncia por carta, sino por medio de un aviso con forma de bala.

En el plano de la política, hay cinco eventos mundiales contemporáneos que, al igual que lo que ocurrió en el universo de la mafia cuando apareció el jugoso negocio de los narcóticos, dejaron profundas huellas a escala de la vida política planetaria. ¡Y Argentina no escapó de ningún modo a semejante regla! En primer término, la caída del Muro de Berlín abrió paso a un ciclo político nacional dónde una rara avis como Carlos Menem, aún hoy difícil de descifrar, reversionó el peronismo en una clave que, ni en sus sueños más húmedos, imaginó el ingeniero Álvaro Alsogaray.

De igual modo, así como aquél Big Bang generó el clima para el asalto al poder del caudillo riojano, el atentado a las Torres Gemelas abrió las puertas en 2001 para la entrada a las grandes ligas de China, con el consecuente impacto que ello ocasionó en toda una región que pasaba, con una escala muy turbulenta en Argentina, de la fantasía dolarizadora de los '90, al Club de la Patria Grande compuesto por Lula, Hugo Chávez y el matrimonio Kirchner. En tal sentido, la fuerte tracción económica china activaba un momento 3G para dichos líderes: ganaban, gustaban y goleaban.

Semejante ciclo de éxito se mantendría hasta bien entrados los 2000, en particular hasta el tercer evento internacional que lo cambió todo: la mal llamada "crisis de las hipotecas" de 2008. Vale aclarar: estos instrumentos financieros eran apenas una guarnición de una catarata de otros activos como los derivados y futuros. Hasta aquí había llegado la buena fortuna de los protagonistas de este ciclo político apoyado sobre una expansión económica simultánea a la estatal. A partir de esa instancia, empiezan de a poco a emerger las viejas grietas económicas, sociales y, por supuesto, políticas.

lula brasil
Lula

Jarrón chino

Paradójico. No hay mejor rótulo que ese para el proceso electoral de 2011 con una Cristina Kirchner obteniendo el 54% en la primera vuelta electoral, a la par del casi inmediato desplome de sus indicadores de aprobación, en simultáneo al escándalo que envolvió a su vicepresidente Amado Boudou en el verano siguiente a la mencionada elección. Ya para esa época, había una fuerte sensación de que la actual condenada a seis años de prisión comenzaba a ser un jarrón chino, esa pieza de decoración imponente que pocos  saben dónde ubicar, salvo que sea en una galería de arte oriental.

Ojo: no por su popularidad y arraigo en un amplio sector social, sino por su funcionalidad ligada a una época tan marcada a fuego por el estancamiento de toda la región, como por el ascenso en las encuestas de casi todas las variantes de derecha que, unos años más tarde con la coronación de Trump en Estados Unidos de 2016, pasarían a contar tanto con un gran faro ideológico, como con la billetera de la aún mayor potencial global. De ello puede dar fe Mauricio Macri como, en el presente, un Javier Milei que vuelve a contar con El Amigo Americano, in honorem Wim Wenders.

En tal aspecto, si de tachuela en el ataúd se trata, la pandemia de 2020 no hizo más que sellar a fuego, y lacrar en paralelo, el panteón de cualquier proyecto o narrativa política con tufillo colectivista. Hoy casi todo parece girar alrededor de la idea de iniciativa o, de mínima, de salvación individual, predominando una fuerte sensación de desconfianza respecto al slogan del 'Estado que salva' o de la 'Patria es el otro'. Como mucho, tal impulso es canalizado en el plano de la ficción de la taquillera El Eternauta, quizás en un mismo plano de nostalgia por la Estanciera, el Torino o el Mehari.

Volviendo a la magistral saga de Coppola, El Padrino, Cristina hasta hoy fue, al igual que Vito Corleone en el mundo de los narcóticos, un jarrón chino que hoy le encontraron de prepo un lugar en el mundo. Sea en Constitución o, dónde sus peores enemigos sueñan con verla, habrá que ver qué camino condicionado toma. Si, como Perón, mitificarse y esperar que la tienten con el salvavidas de plomo del primer gran tropezón de sus sucesores o, de otro modo, que acepte el camino que, también forzado, toma Vito Corleone con Michael: habilitarle el besamanos a su hijo biológico Máximo o, del corazón, Wade de Pedro.

Wado y su yegua Jacinta. Gentileza: Revista Anfibia.
Wado y su yegua Jacinta. Gentileza: Revista Anfibia.

De movida, Máximo arranca con una gran ventaja: la similitud con la escena de ficción. En definitiva, el nombre Máximo comienza con M de Michael, aunque, a decir verdad, para escribir Wado alcanza con poner patas para arriba la M de Máximo, o de Michael. De paso, vale decir que esa operación de inversión quizás lime algunas asperezas con sus temibles enemigos del círculo rojo que hoy la mandaron a su balcón de Constitución.

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