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En un mundo aleatorio, Argentina juega todo al cero

Mientras en el Capitolio reina la unanimidad contra Beijing, Bill Gates y ElonMusk la visitan. La división en el centro del imperio permite que "las provincias", o sea los estados subordinados, ganen autonomía, porque el alineamiento acrítico se torna inútil y perjudicial.

Milei, su hermana y Musk
Milei, su hermana y Musk
Andrés Malamud 11 julio de 2024

"Washington está roto, pero Silicon Valley funciona perfecto". Así graficaba un analista la doble realidad que vive Estados Unidos: mientras su política sufre una grieta que la paraliza, su economía sigue traccionando a la sociedad, y al mundo. El complejo militar-industrial que controla el Gobierno, donde se combinanel establishment político y militar con la economía tradicional del acero, ve en China un enemigo conveniente. La nueva economía basada en el silicio, en cambio, ve en China un socio necesario. 

Mientras en el Capitolio reina la unanimidad contra Beijing, Bill Gates y Elon Musk la visitan oficialmente. La división en el centro del imperio permite que "las provincias", o sea los estados subordinados, ganen autonomía, porque el alineamiento acrítico se torna no sólo inútil sino perjudicial. Las líneas rojas que ponen los gobiernos norteamericanos no son creíbles desde 2012, cuando Barack Obama dibujó una contra el presidente sirio Bashar al-Assad. Uno de los dos estadistas sigue gobernando hoy, y no es Obama.

Ese mundo en que Estados Unidos se proyecta dividido e impotente encuentra a China unida. Más allá de la proverbial incógnita sobre si se volverá rica antes de volverse vieja o vieja antes de volverse rica, Beijing no utiliza la fuerza militar para expandirse globalmente. Los buques militares que surcan el Caribe para visitar a Nicolás Maduro son rusos, no chinos. La influencia china crece merced a inversiones, préstamos y mercados, es decir, instrumentos geoeconómicos, no geopolíticos. Sus tropas no amenazan territorios que no considere propios, y entre estos incluye a Taiwán, el Tíbet y el mar del Sur de China. 

Las guerras que hoy asolan el mundo no son hegemónicas, es decir, no se disputan directa o indirectamente entre China y Estados Unidos, sino periféricas. Involucran a potencias declinantes como Rusia, decadentes como las europeas, subdesarrolladas como las del Sahel africano o marginales como las del Medio Oriente, cuyo petróleo cuenta cada vez menos en la era del fracking y el shale

En este contexto que combina división en el centro hegemónico, emergencia de una potencia desafiante y violencia en los márgenes, la amenaza nuclear retrocede mientras la inteligencia artificial avanza. Aunque riesgo nuclear no es nulo, Beijing le ha dejado claro a Moscú que la utilización de una bomba nuclear sobre una potencia no nuclear sería inaceptable. La garantía de que tal cosa no sucederá es lo único que evita que países como Japón o Corea del Sur desarrollen su propio armamento nuclear. Si Rusia tirara una bomba atómica sobre Ucrania, por más táctica (pequeña) que fuera, gatillaría la proliferación nuclear que China teme más que a la democracia.

La Patagonia brinda condiciones ideales: un clima frío que reduce los costos de refrigeración, acceso abundante a energías renovables, lejanía de los centros poblados y, claro, la garantía nacional del vacío regulatorio.
La Patagonia brinda condiciones ideales: un clima frío que reduce los costos de refrigeración, acceso abundante a energías renovables, lejanía de los centros poblados y, claro, la garantía nacional del vacío regulatorio. 

La inteligencia artificial, por su parte, se abre camino pese a los llamados desesperados a la prudencia por parte de los expertos. Las regulaciones en los países centrales han llevado a líderes de países en desarrollo, como Javier Milei, a imaginar que un país periférico podría ofrecer condiciones inmejorables para su desarrollo, corriendo los riesgos necesarios para apostar al premio mayor: ser socios en la obtención de la tecnología más disruptiva de la historia. La Patagonia brinda condiciones ideales: un clima frío que reduce los costos de refrigeración, acceso abundante a energías renovables, lejanía de los centros poblados y, claro, la garantía nacional del vacío regulatorio. 

Si Demian Reidel es quien está detrás de semejante proyecto, como todo parece indicar, el Nobel o el infierno parecen objetivos alcanzables.

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