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Vocero presidencial

El éxito en la comunicación de LLA contrapesa su debilidad en la capacidad de gestión

El oficialismo busca distinguirse de los anteriores gobiernos en todos los aspectos posibles. El uso de la vocería de manera informal le permite a LLA copar la agenda y ser disruptivo en su manera de comunicar

El vocero presidencial, Manuel Adorni.
El vocero presidencial, Manuel Adorni.

LLA apuesta a diseñar un modelo comunicacional que caracterice al espacio y lo distinga de cualquier otro. Por eso, el Gobierno y, en particular, el presidente Javier Milei, está constantemente buscando marcar la agenda con charlas, declaraciones y shows musicales que lo ubican en la portada de todos los medios. 

El consultor político, Ioni Abelson, definió cuál es la estrategia de diferenciación detrás de la gestión y comunicación del Gobierno: "Hacer lo contrario a lo que hacen los demás".

"Desde el comienzo de la campaña, el equipo de LLA entendió el profundo malestar social con la dirigencia política y lo tradujeron en algo tan simple como poderoso: ser distinto", señaló.

Abelson agregó el "ganar siempre la agenda y ser disruptivo" como otros dos pilares de la comunicación estratégica. Así, Milei copa la agenda pública a diario generando y enmarcando la noticia, mientras que "el resto de la política y los medios corren de atrás". 

"Salvo el tema de la educación y la universidad, no recuerdo otro tema que se le haya impuesto al gobierno", dijo.

En esa línea, el consultor en comunicación política, René Palacios, sostuvo que "Milei, más que un político, es parte de una tendencia donde las celebridades se convierten en políticos: él se comunica como una celebridad". De esa manera, se explica el motivo por el que cada una de sus apariciones públicas "se convierten en una forma de entretenimiento".

El analista agregó que la comunicación está "hiperpersonalizada", y que el jefe de Estado es su "gran protagonista". "Casi no hay comunicación institucional, es todo Milei, y él va buscando espacios que, en general, los políticos no ocupan", dijo el analista. 

A pesar de ese hiperpersonalismo, la palabra del mandatario nacional es compartida por el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien también desarrolla su propia estrategia para ser protagonista de la agenda del día a día. 

El rol de Adorni

Según Samantha Olmedo, consultora en comunicación política, "el equipo de Adorni está constantemente buscando qué noticia puede generar en la próxima conferencia". Y agregó que eso "genera un ciclo noticioso muy corto, con un gran riesgo, porque cuando algo siempre es noticia, deja de ser noticia".

La estrategia del vocero se explica, por un lado, "desde la necesidad de resultados vívidos por parte del electorado, y la incapacidad de darlos por la dinámica económica", planteó Olmedo. Por eso, se desarrollan acciones con "nulo o mínimo impacto en la economía, pero mucho de simbólico". 

Por otro lado, "el Gobierno ya demostró que cuando no tiene participación activa en la agenda, no se siente cómodo". Así sucedió con la Marcha Federal Universitaria: "Fue una discusión engendrada por la comunidad educativa, que el Gobierno no pudo acallar", sentenció.

Abelson agregó que "dentro de la comunicación poco convencional de LLA y el exceso de confrontación, Adorni lleva adelante sus conferencias con aplomo y buenos modales, lo que le agrega institucionalidad y moderación a un Gobierno que siempre juega fuera de los límites".

De esa manera, el éxito en la comunicación del oficialismo contrapesa la debilidad en la capacidad de gestión, dado que, a seis meses de haber alcanzado el poder, "todavía no logró conseguir resultados positivos y si se ven signos alarmantes desde lo económico", dijo el analista. En tanto, se mantiene una "aprobación todavía alta para la situación económica y social que vive el país".

Voceros anteriores

Palacios comparó a Adorni con el vocero de hecho de Carlos Menem, Carlos Corach, dado que ambos "buscan tratar de ganar la conversación y que se hable de los temas que ellos instalan".

A su turno, Abelson explicó que la vocera de Alberto Fernández, Gabriela Cerruti, "tuvo el problema de hacer crecer noticias negativas por su estilo confrontativo, mientras que Adorni complementa al Gobierno con su sobriedad y baja el nivel de confrontación".

Finalmente, Olmedo agregó que "Adorni está construyendo su propio personaje" a través de "su frescura y cintura para el sarcasmo, lo cual es percibido por los propios como un gran capital". Sin embargo, "los ajenos ven más la creación de un showman que de un vocero presidencial".

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