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Frente de Todos

Cristina toma la lapicera

Con la designación de Batakis la vicepresidenta ya no podrá desentenderse de los resultados de la política económica del Gobierno

La salida de Guzmán y su reemplazo por Batakis representan el final del Gobierno de Fernández
La salida de Guzmán y su reemplazo por Batakis representan el final del Gobierno de Fernández
Ignacio Labaqui 04 julio de 2022

Durante mucho tiempo se sostuvo que la principal fortaleza de Martín Guzmán al frente del Ministerio de Economía yacía en la dificultad de encontrarle un reemplazante. 

La crisis política desatada por su intempestiva salida del Gobierno muestra que efectivamente era así. 

El presidente Alberto Fernández demoró más de 28 horas en acordar el nombre de la sucesora de Guzmán, la exministra de Economía de la provincia de Buenos Aires durante la gestión de Daniel Scioli, Silvina Batakis

Las idas y vueltas en torno a los cambios en el gabinete, la sucesión de reuniones, las olas de rumores dan cuenta de algo que ya era bastante evidente, pero que no está de más recordarlo: el Frente de Todos fue un exitoso vehículo electoral en 2019 que sirvió tanto para unificar al peronismo como para posibilitar su regreso al poder tras los cuatro años de Cambiemos. 

Sin embargo, en materia de gestión ha probado ser una experiencia desastrosa. Los acontecimientos de los últimos meses y los eventos de este último fin de semana dan cuenta de ello. 

Mauricio Macri señaló alguna vez que su gobierno había terminado con las elecciones primarias del 12 de agosto de 2019. Algo similar podría decirse respecto de la gestión de Fernández. 

La salida de Guzmán y su reemplazo por Batakis representan el final del Gobierno de Fernández. 

En lo formal, y de no mediar imponderables, el Presidente seguirá en su cargo hasta el 10 de diciembre de 2023. En los hechos, las renuncias de Matías Kulfas primero y de Guzmán después marcan la capitulación del presidente frente a la vicepresidente. 

Desde este fin de semana a nadie pueden quedarle dudas que el poder no emana de la lapicera, sino de la mano que la blande. Cabe preguntarse cuanta capacidad tendrá el presidente para retener los pocos funcionarios de su riñón que aún quedan en el gobierno.

No es este el único interrogante que arroja la crisis política desatada por la renuncia de Guzmán. La llegada de Batakis a Economía marca la toma del control de la política económica por parte del kirchnerismo. Los cuestionamientos de la vicepresidenta y del kirchnerismo hacia Guzmán no eran de índole estrictamente personal, sino que también estaban vinculados a una diferencia de diagnóstico. 

El exministro creía que cumpliendo con el programa de facilidades ampliadas acordado con el Fondo en marzo había una posibilidad de que el gobierno llegara a 2023 con chances de triunfar en las elecciones. En cambio, para Cristina, la continuidad de la política económica de Guzmán representaba la certeza no solo de derrota electoral, de ahí la necesidad de torcer el rumbo. 

En los próximos días sabremos el alcance de este cambio de rumbo. La salida de Guzmán plantea a su vez interrogantes acerca de la relación con el Fondo Monetario Internacional. El kirchnerismo con Cristina a la cabeza fue abiertamente crítico del acuerdo negociado por Guzmán y ratificado por el Congreso en marzo de este año. El ex ministro contó con la buena predisposición del FMI. ¿Intentará la nueva ministra renegociar el acuerdo con el Fondo relajando las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas? ¿Mantendrá el FMI la paciencia estratégica que ha exhibido hasta ahora respecto de la Argentina?

Durante el mes previo a la renuncia de Guzmán las especulaciones sobre su salida estuvieron a la orden del día. También las versiones acerca de un sinceramiento del tipo de cambio, es decir, de un salto discreto en el cambio oficial, similar al efectuado por Axel Kicillof y Juan C. Fábrega en enero de 2014, al que el ministro saliente se oponía. Aún está por verse cuál será la política cambiaria del nuevo equipo económico. 

Lo que es evidente es que el nombramiento de Batakis marca una suerte de sinceramiento político. Cristina agarró la lapicera y luego de dos años y medio de gestión albertista, se hizo cargo de la política económica. 

Si sus críticas recientes podían interpretarse como un intento de no quedar pegada a los costos generados por los resultados de la política económica de Guzmán, a partir de ahora ello le será imposible. Cristina ungió a Fernández como candidato a presidente y por ende el fracaso de la gestión de Fernández es el fracaso de ella. Criticando a Guzmán buscaba ocultar este hecho. Con la designación de Batakis la vicepresidenta ya no podrá desentenderse de los resultados de la política económica del Gobierno.

 

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