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Una región que se atrasa y sigue sumando problemas

Latinamerica
Latinamerica
29 junio de 2020

Con el trasfondo de un 2019 nada fácil para América Latina, con movilizaciones aquí y allá, el 2020, a poco de arrancar, se puso peor y las perspectivas a futuro no son nada halagüeñas. No es casual que el PIB de América Latina y el Caribe derrapará 9,4% en 2020: la cifra más alta de su Historia. Tampoco que el rebote de 2021 se presagie escaso: +3,7%. Días atrás, proyectó una suba de la pobreza hasta 25,2%, es decir, 83 millones. A la vez, la pobreza extrema subiría 2,3 puntos hasta 10,2%, esto es, 53,4 millones de latinoamericanos. Con la pandemia golpeando feo a la región, no es seguro que las proyecciones, ya lúgubres, no se deterioren aún más. Todo esto se monta sobre una región que ya arrastraba problemas de crecimiento más largos desde que llegó a su fin el superciclo de las commodites.

El Director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro Werner, hizo un repaso sobre los desafíos de los principales países del vecindario.

En Argentina se prevé que el PIB se contraiga aproximadamente 10% en 2020, en medio de una agudización de los riesgos. El crecimiento fue revisado a la baja debido a la prolongación de la cuarentena en la zona metropolitana de Buenos Aires, el marcado debilitamiento de la demanda externa y el deterioro de los precios de las materias primas, lo que neutralizará con creces el apoyo brindado por el programa fiscal, que permanece restringido por la escasez de opciones de financiamiento. Las incertidumbres relacionadas con el proceso de reestructuración de la deuda continuarán socavando la confianza.

Se proyecta que, en un entorno de mucha incertidumbre, el PIB real de Brasil disminuya 9% en 2020, para después repuntar 3,6% en 2021. Las autoridades han respondido enérgicamente a la pandemia, con recortes decisivos de las tasas de interés e importantes programas fiscales y de liquidez, que contemplan transferencias directas de efectivo a los grupos vulnerables. Pero el retiro de este estímulo frenará el crecimiento en 2021, ya que la economía aún está luchando contra las secuelas de la recesión de 2015/16. En este contexto, una política monetaria acomodaticia será esencial para respaldar la recuperación cíclica, y resulta crucial reanudar el programa de reformas fiscales y estructurales del gobierno para preservar la sostenibilidad fiscal y fomentar el crecimiento potencial y la confianza de los inversionistas.

En Chile se proyecta que el PIB disminuya 7,5% en 2020 y repunte 5% en 2021. Tras los buenos resultados del primer trimestre, se prevé que la actividad económica se contraiga bruscamente en el segundo debido a las estrictas medidas de distanciamiento social y, en menor grado, al debilitamiento de la demanda externa. Para el comienzo del tercer trimestre se espera un repunte de la actividad que debería continuar en 2021, gracias a las medidas sin precedentes que se han adoptado en los ámbitos fiscal, monetario y financiero.

Colombia actuó tempranamente para limitar la propagación del virus, pero se prevé que las perturbaciones económicas relacionadas con la pandemia (incluyendo la disminución de los precios del petróleo) den lugar a la primera recesión en dos décadas. Tras un flojo primer trimestre, se anticipa que el PIB se contraiga 7,8% en 2020, pero el crecimiento debería repuntar a 4% en 2021 a medida que la situación sanitaria se estabilice dentro y fuera del país. En respuesta, el banco central ha recortado las tasas de política monetaria y ha respaldado la liquidez del mercado, y la regla fiscal ha sido suspendida por dos años a fin de contar con la flexibilidad suficiente para afrontar las crisis sanitaria y económica.

Las consecuencias del brote del virus en México se han visto agravadas por la caída de los precios del petróleo, la volatilidad en los mercados financieros internacionales, las perturbaciones en las cadenas mundiales de valor y el deterioro de la confianza de las empresas, como lo ya lo evidenciaba la caída registrada por la inversión antes de la pandemia del COVID-19. Se prevé que el PIB real se reduzca 10,5% en 2020, y que en 2021 solo se recupera parcialmente el producto perdido. Se espera que el banco central recorte aún más las tasas de interés para absorber el shock en la demanda provocado por la crisis y preservar el funcionamiento de los mercados financieros. Sin embargo, la respuesta fiscal es la menor entre los países del G20, y eso conlleva el riesgo de una contracción más profunda y una recuperación más lenta. México debe incrementar el gasto para proteger vidas y los ingresos familiares, y trazar un plan creíble de reforma fiscal a mediano plazo que amplíe el margen para la aplicación de políticas a corto plazo y que permita cerrar las brechas fiscales.

En Perú, la proyección de crecimiento para 2020 ha sido revisada sustancialmente a la baja (hasta -14%), debido a debilidad de la demanda externa y el período de confinamiento más largo de lo esperado han eclipsado con creces el importante apoyo económico del gobierno, y ha provocado importantes pérdidas de empleo. Una vez que se levanten las medidas de confinamiento en el segundo semestre, se prevé que la actividad económica se recupere gradualmente, y que en 2021 registre una expansión de 6,5%. Sin embargo, hay riesgos a la baja significativos, vinculados a los desafíos nacionales y mundiales para controlar la pandemia.

La región de Centroamérica, Panamá y la República Dominicana (CAPRD) experimentará una profunda recesión en 2020 y una recuperación gradual a partir de 2021. El crecimiento está padeciendo los efectos directos de los confinamientos nacionales y las repercusiones mundiales por vía del comercio, el turismo y las remesas. Los impactos más fuertes de la contracción del comercio se sentirán en Panamá, El Salvador y Nicaragua; del colapso del turismo en la República Dominicana y Costa Rica; y de la disminución de las remesas en el Triángulo Norte y Nicaragua. Los factores idiosincrásicos también inciden, en particular los desastres naturales en El Salvador. Un factor paliativo es que los precios más bajos del petróleo están mejorando los términos de intercambio.

A fin de mitigar la pandemia, los países de CAPRD incrementaron el gasto sanitario y social para los desempleados y los hogares vulnerables. Donde las condiciones lo permiten, la política monetaria más acomodaticia y las garantías de crédito están facilitando el financiamiento para las empresas, y los aplazamientos del pago de impuestos y las ayudas sectoriales específicas a través del presupuesto están procurando aliviar las restricciones de liquidez en algunos países.

Las economías caribeñas han logrado aplanar la curva de contagios de la pandemia del Covid-19, pero las fuentes vitales de actividad han colapsado. El turismo se ha prácticamente paralizado y los mercados clave de donde proceden los turistas están cayendo en una recesión más profunda, por lo que la región probablemente experimentará una contracción muy drástica y prolongada de la actividad económica. Pese a que algunos países del Caribe reabrieron las fronteras en junio, se espera que los arribos de turistas internacionales retornen a los niveles previos a la crisis tan solo gradualmente a lo largo de los próximos tres años. Además, la fuerte caída de los precios del petróleo está perjudicando a los países exportadores de materias primas debido a la pérdida de ingresos fiscales y por exportaciones. La temporada de huracanes que ya está en curso presenta riesgos adicionales.

Cuando pase el temblor, América Latina deberá repensar sus estrategias de crecimiento. Luis Alberto Moreno (BID) dice que deberá “pensar en grande”. El riesgo es ser cada vez más pequeña, conflictiva y pobre.

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