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Nuevo comienzo, otras expectativas

La relación entre la Argentina de Macri y la Casa Blanca vuelve a comenzar. La de 2016 fue de grandes gestos sin mayores implicancias

25 abril de 2017

La relación entre la Argentina de Macri y la Casa Blanca vuelve a comenzar. La de 2016 fue de grandes gestos sin mayores implicancias. Hicimos algunos deberes y en solo 100 días Obama aterrizó en Buenos Aires, colmando a Macri de elogios y expectativas de liderazgo regional. Su principal impacto fue sobre nuestra política interna, ya que un presidente con base de sustentación estrecha podía exhibir apoyos sustantivos desde afuera; durante la visita de Obama, Macri tocó su pico de popularidad. Pero Obama, el de la foto codiciada, estaba en retirada, sin reelección y con poca influencia sobre lo que vendría. Meses más tarde llegaba John Kerry, su secretario de Estado, con la misma retórica ampulosa, una agenda de pedidos en seguridad y sin inversiones. Apostamos a Hillary y fallamos. Trump parecía ser la pesadilla de la “vuelta al mundo” que prometía Macri: proteccionismo, muerte del Transpacífico, amenaza de altas tasas de interés. El único costado positivo que traía “The Donald” era que nos obligaba a valorar más nuestra estrategia natural, la multipolaridad, y nos alejaba de ilusiones desmedidas.

Este segundo encuentro presidencial ya tiene otro aire. Trump privilegia las relaciones bilaterales, a todo nivel, y aquí se reencuentran dos hombres con una historia previa ?en el mundo privado?. Una de las principales metas de la política exterior de Macri era reconstruir el llamado “mecanismo de diálogo de alto nivel” ?es decir, la línea directa?con Washington, y ese camino parece allanado. La pregunta ahora es para qué lo queremos. La asimetría es enorme y no podemos discutir las restricciones comerciales ni la política de “retorno de inversiones al terruño” que propone Trump. Es uno de los habitantes de la Casa Blanca más impopulares en el extranjero que se recuerden, y ser su amigo no deja tantos réditos. Es probable que nos pida cosas, y que las cumplamos, pero sin informar diligencia. Macri podrá exhibirse como un jugador en el mundo, y eso mal no le viene. Después de todo, su público local no espera demasiado.

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