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Mario Verón Guerra

"Lula fue determinante para modificar el escenario electoral"

En diálogo exclusivo con El Economista, el diplomático Mario Verón Guerra, ex jefe de la Sección Económica de la embajada de Argentina en Brasil, analizó las elecciones

El diplomático argentino Mario Verón Guerra, ex embajador ante la Unión Europea
El diplomático argentino Mario Verón Guerra, ex embajador ante la Unión Europea
30 septiembre de 2022

Reportaje de Damián Cichero

Este próximo domingo, se celebrarán en Brasil unas históricas elecciones presidenciales que no solo impactarán en el país vecino, sino en toda la región.

Por primera vez en varias décadas, los comicios se encuentran totalmente polarizados entre Jair Bolsonaro y Lula da Silva, por lo que, teniendo en cuenta sus radicales posturas, el futuro del Gigante Sudamericano podría tomar rumbos muy opuestos dependiendo quién gane. 

Esto último también cobra gran relevancia a la hora de analizar la relación bilateral de la Argentina con Brasil, su principal socio comercial, y se incrementa aún más a la hora de pensar en el futuro del Mercosur.

En diálogo exclusivo con El Economista, el diplomático argentino Mario Verón Guerra, ex embajador ante la Unión Europea y ex jefe de la Sección Económica de la embajada de Argentina en Brasil, analizó estas y otras cuestiones. 

Aunque debemos esperar los resultados finales para conocer al ganador, la realidad es que las elecciones brasileñas están totalmente polarizadas. ¿A qué se debe esto? 

Brasil no escapa a la dinámica de la región de polarización social y política. Quizá el caso de Bolsonaro sea el más relevante por las posiciones de ambos grupos políticos con las particularidades del “bolsonarismo” (si se me permite el término), basado en una conjunción de elementos como una unión de sector productivo ligado a la producción agropecuaria, religión y un componente de seguridad, representado por un ex militar anti política. Bolsonaro consiguió interpretar ideas que tenían arraigo tradicional y les dio formato de programa de gobierno. Brasil no deja de ser, al igual que otras, una sociedad que se ha fragmentado y polarizado, que atraviesa un proceso de intensa transformación social y productiva con un clima de vigente anti política que se amplifica ante la pérdida de vigencia de partidos más tradicionales que los ha llevado a su “jibarización”, con excepción del PT que por cuestiones estructurales conserva poder electoral lo que explica en parte la presencia de Lula. El sentimiento anti-PT, que lo llevó al triunfo años atrás parece diluirse un poco, aunque un núcleo duro persiste explicado en primer lugar por el malestar de sectores medios, tendencia que sin distinguir ideología responsabiliza sobre todo al PT por la corrupción, los problemas de seguridad ciudadana y la crisis energética. Tenga en cuenta que en Brasil las expresiones callejeras sobre política no son habituales y la desaprobación por fuera del sistema se expresa de otras maneras. Por otra parte, el regreso de Lula al panorama electoral, que tenía a Bolsonaro ocupando el centro de la escena, se modificó radicalmente después de la anulación de la condena en su contra. Creo que Bolsonaro, quizá sin proponérselo, obstaculizó el surgimiento de candidatos alternativos del “centrao”, que por su parte no consiguieron acuerdo para unificar personería. Hasta no hace mucho, Bolsonaro no tenía adversarios presentes. La irrupción de Lula en un momento de un gobierno, rodeado de acusaciones en contra por la economía, el manejo de la pandemia y sospechas de corrupción en su círculo íntimo, fue determinante para la modificación del escenario electoral. Hace meses atrás no había duda en la renovación del mandato de la actual administración, pero hoy esa situación cambió.

Teniendo en cuenta que Argentina parece igual de polarizada, ¿la presidencia de cuál de estos dos candidatos sería más beneficiosa para la relación bilateral?

La respuesta a esta pregunta debería ser: con cualquiera de los dos candidatos las administraciones de Argentina y de Brasil tienen la obligación de sostener una relación bilateral madura y beneficiosas para ambas sociedades. Pero cuestiones ideológicas han influido sobre la relación e impedido una fluida relación entre las administraciones, por lo menos los últimos años. Argentina se encuentra ad portas del inicio de un año electoral en 2023. En lo personal quien gobierne le seguirá correspondiendo la obligación y necesidad de mantener las mejores relaciones con quien resulte electo en Brasil, nuestro vecino, aliado y socio. La relación entre Argentina y Brasil sea esta buena o no tanto influye sobre los liderazgos y la situación general de la región, hay que tener plena conciencia de esto.

¿Cómo impactaría en el Mercosur una eventual victoria de Lula? ¿Y la continuidad de Bolsonaro?

Como le dije, estamos por iniciar dentro de unos meses un proceso electoral. En un año más tendremos un escenario diferente al de hoy por obviedad, no hago futurología en este tema, lo que sí puedo decirle que se ha iniciado un debate profundo, por lo menos en Argentina, sobre la necesidad de profundizar la relación dentro del Mercosur. El Mercosur, simplificando, fue producto de la decisión estratégica de ambos países de darle a la relación reglas estables en materia de política comercial, y luego se sumaron Paraguay y Uruguay. Desde ese punto de vista el Mercosur llenó un espacio que hoy quedo quizá un poco retrasado para las nuevas realidades y hay que hacer ajustes, siempre en vista de su profundización. Necesitamos perfeccionar esa relación. Hay economistas, legisladores y diplomáticos sumados a un debate que por suerte ha vencido ciertos prejuicios sobre una mejora de diseño del Mercosur, una profundización que incluya coordinación macroeconómica, por ejemplo. Esto pone a ambos países en la obligación de reconocer deudas pendientes con la integración que no ha llegado al ciudadano, una deuda que tanto la política como la diplomacia debemos honrar y encarar para los próximos años. Esperamos avanzar con quien los brasileños elijan las próximas semanas.

Mientras que Lula ya sugirió que el acuerdo Mercosur-UE debería ser renegociado, las políticas ambientales de Bolsonaro parecen ser un importante freno para su ratificación. ¿Cuál es el futuro del acuerdo?

El acuerdo con la UE coloca al Mercosur, en especial a Argentina y Brasil, en posición de mejorar la calidad de la integración. Esto es imperioso dado que cuando entre en vigor el acuerdo se aplicarán disciplinas que el Mercosur hasta ahora, por diferentes motivos, no pudo poner en marcha internamente, engrosando esa deuda a que me refiero como la incorporación de disciplinas a su acervo jurídico como por ejemplo las compras públicas regionales, la protección recíproca de nuestras propias indicaciones geográficas, mejoras en los estándares sanitarios, tránsito de personas y otras. En este sentido, el acuerdo con la UE influirá en la relación del Mercosur hacia afuera y hacia adentro del mismo. Como le dije nos obligará a poner en funcionamiento instituciones que su diseño inicial no contemplaba o no lo habíamos registrado, un ejemplo, vuelvo a citar las compras públicas. Sucedieron en Brasil unos JJ.OO. y un Mundial de Fútbol y la participación de empresas argentinas en la provisión de bienes y servicio para la infraestructura de estos eventos fue marginal. Lo mismo ocurre con el comercios de servicios y las indicaciones geográficas. En principio estos protocolos intraMercosur están acordados, pero aún no se pusieron en marcha. En cuanto la posibilidad de renegociación del acuerdo, no tengo claro en que contexto el candidato del PT puso de manifiesto esa iniciativa. Lo que puedo decirle es que una nueva negociación requerirá dejar de lado lo hecho hasta aquí y que llevó el tiempo que todos sabemos, 20 años. Para un nuevo acuerdo se deberá definir intra Mercosur un nuevo mandato negociador y lo mismo deberá hacer la UE. Habrá que precisar e intercambiar ofertas y niveles de apertura de los mercados, y reiniciar el proceso de negociación, también estipular capítulos y disciplinas, cuotas, etcétera, sin garantías de saber cuándo y en qué condiciones llegaremos a un nuevo acuerdo. 

¿Y la cuestión ambiental?

Con relación al tema sobreviniente referido a cuestiones medioambientales, le aseguro que eso no está incluido en los mandatos negociadores y es un hecho nuevo que el proceso no lo contempla y es un requisito de naturaleza política, dentro de la negociación. Jurídicamente la UE y el Mercosur tiene la obligación de culminar un proceso según las normativas de cada bloque para su puesta en marcha. En este sentido arriesgo a que una nueva negociación para darle contenido a esta condición emergente podrá también dar lugar a otras a la discusión de cuestiones que eventualmente fueron conversadas entre las partes y no se materializaron en el acuerdo. Cito como ejemplo un capítulo en materia de cooperación económica que fue un tema que se trató, pero no se arribó a un acuerdo. Desconozco actualmente cuál es el estado de situación con precisión, me refiero al pedido sobre la cuestión ambiental de la UE. Por otra parte, el acuerdo entre ambos bloques es el mayor acuerdo negociado por la UE. Recoge 16 capítulos que ofrece a ambas partes oportunidades de ampliar sus horizontes económicos y comerciales, el Mercosur y la UE se han dado acceso en materia de bienes, servicios, compras públicas, propiedad intelectual, etcétera, una oportunidad que será irrepetible para ambas partes.

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