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Por el conflicto Rusia-Ucrania

La normalización de la economía global se demora

El 2022 iba a ser el año de la normalización luego de los dos previos en los que todo se trastocó por la pandemia, pero la guerra entre Rusia y Ucrania condiciona ese proceso

La suba de la inflación y la desaceleración de la tasa de actividad amenazan a la normalización de la economía global.
La suba de la inflación y la desaceleración de la tasa de actividad amenazan a la normalización de la economía global.
22 marzo de 2022

El contexto económico global a partir de la invasión de Rusia a Ucrania es desafiante para todos los gobiernos. La suba de la inflación y la desaceleración de la tasa de actividad amenazan simultáneamente.

El 2022 iba a ser el año de la normalización luego de los dos previos en los que todo se trastocó por la pandemia. Se suponía que los bancos centrales irían endureciendo moderadamente su política monetaria durante el año mientras que la tasa de inflación comenzaría pronto un ciclo descendente luego de alcanzar niveles que no se registraban desde hace décadas en los países más desarrollados. La economía global crecería menos que el año pasado en la que hubo un fuerte rebote luego del colapso de 2022, pero la expansión continuaría. 

Si bien la inflación cerró 2021 en niveles más altos del que esperaban las autoridades monetarias que finalmente tuvieron que reconocer que ya no podía ser calificada como algo  transitorio,  todo se agravó  a partir de la agresión decidida por Vladimir Putin. Los precios de la energía y los alimentos comenzaron a subir y consecuentemente las tasas de inflación no comenzaron a ceder como se esperaba que ocurriese a esta altura del año sino que continúan subiendo. En ese contexto, las subas de las tasas de interés apuntan a ser mucho mayores que las pronosticadas por los analistas el año pasado. La Reserva Federal, elevó la tasa en marzo por primera vez desde 2018  y podría volver a subirlas en las seis reuniones que tiene previstas hasta fin de año. La visión predominante en el mercado hasta ahora era que todas serían de un cuarto de punto, pero Jerome Powell no descartó que alguna sea de medio punto si la necesidad de frenar la inflación así lo requiere. Y el mercado de bonos tomó nota de esas declaraciones.  Siete subas de la tasa por parte de la Fed en 2022 era un escenario impensado hace pocos meses atrás cuando muchos bancos de inversión estimaban que serían cuatro o cinco.

En la zona euro todos los movimientos, como es habitual, son más pausados. De todas maneras, Christine Lagarde apuntaba a no subir la tasa de interés hasta 2023, pero el mercado estima que deberá hacerlo este año dado que la inflación trepó al 5,9% anual en febrero. Por otra parte, la zona euro está muy expuesta a la guerra en Ucrania y es una gran importadora de energía y de las commodities que más están subiendo.

Lagarde se encargó en estos días de volver a resaltar que el Banco Central Europeo no puede seguir el ritmo de la Fed dado que son entidades que operan sobre realidades distintas porque  están en diferentes etapas del ciclo económico. 

Las autoridades monetarias están ajustando sus estrategias frente a la inflación, pero en ese marco surge una nueva preocupación  y es que eso lleve a frenar el nivel de actividad. Un menor crecimiento en los países desarrollados, en particular en Estados Unidos, afectará la expansión global. Y esa no es una buena noticia para América Latina que es la región del mundo, que  aún antes de la guerra en Ucrania, estaba destinada a crecer menos que las demás.   

Todos los bancos de inversión y organismos multilaterales en las últimas semanas corrigieron al alza sus pronósticos de inflación y a la baja los de crecimiento. Un escenario parecido al de una estanflación y de allí la necesidad de los bancos centrales de moverse con mucha precisión. Fuera de este panorama está parcialmente China que mantiene sus políticas de estímulo para alcanzar la meta de suba del PIB de 5,5% que fijó el Gobierno, pero que los analistas privados estiman difícil de cumplir. De todas maneras, todo el cuadro global está muy condicionado y distorsionado por lo que ocurre en Ucrania, y por lo tanto, si el conflicto se supera, muchos precios deberían comenzar a bajar.                

Algunas consecuencias económicas de la guerra pueden perdurar, pero por sobre todo lo harán las políticas. En los próximos años, los países occidentales podrían estar tan preocupados por la expansión militar de Rusia como por la comercial de China. Y eso puede conducir a situaciones impensadas como un acercamiento de Estados Unidos a Venezuela para asegurarse la provisión de petróleo.  Sería el retorno a los tiempos de la realpolitik en la que solo importaban las necesidades y los intereses de los países y por lo tanto los principios podían ser dejados a un lado.


 

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