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A tres años del Brexit: un futuro brillante que todavía no llegó

1 de cada 5 británicos que votó a favor de abandonar la UE, hoy en día considera haberse equivocado

Estos tres años no han sido los años dorados que el movimiento de los euroescépticos prometía
Estos tres años no han sido los años dorados que el movimiento de los euroescépticos prometía
03 febrero de 2023

Por Victoria Rinaldi y Damián Cichero Licenciados en Relaciones Internacionales 

El 31 de enero de 2020 posiblemente sea recordado como uno de los días más relevantes de la historia europea moderna, al inaugurarse una nueva era: la del Reino Unido fuera de la Unión Europea.

Ese día, se daba por culminado el proceso de transición, y con ello, se buscaba dejar atrás años de dudas y disenso, junto a dos primeros ministros que abandonaron el cargo, e ir hacia un nuevo futuro: la era de la Global Britain, alejada de las ataduras de la UE, buscando recuperar su rol como líder en un nuevo escenario regional y global.

Sin embargo, tres años después, es claro que el objetivo de Global Britan tal como lo planteó el entonces secretario de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, no fue alcanzado. La realidad que atraviesa el Reino Unido es una muy distinta de la que múltiples figuras políticas, que en su momento se manifestaron a favor de abandonar el organismo supranacional, plantearon como un destino asegurado. 

Tras cinco primeros ministros, una pandemia, un conflicto militar en Europa, y crisis tanto sociales como económicas y políticas, cabe preguntarse cómo se llegó al Brexit. Y, también, ¿cuáles fueron sus consecuencias? Y, finalmente, ¿cuál es la percepción que se tiene de este evento hoy en día?

Un vínculo muy incómodo

Aunque el Reino Unido era uno de los miembros más importantes de la UE, nunca se sintió un país plenamente europeo y, en más de una ocasión, lo dejó bien en claro.

Principalmente por su carácter insular, el Reino Unido decidió unirse al bloque europeo más por conveniencia que por convencimiento, algo que, tras el veto inicial de Francia, logró en 1973 bajo el gobierno del conservador Edward Heath.

Justamente, el presidente francés Charles de Gaulle fue quien explicó que la condición insular de Gran Bretaña había generado una estructura político-económica notablemente distinta de la europea.

"Es marítimo. Está vinculado por sus intercambios, sus mercados, sus suministros a los países más diversos y, a menudo, a los más distantes. Tiene una actividad esencialmente industrial y comercial, y muy poco agrícola. Todos sus hábitos de trabajo y tradiciones son muy marcados, muy originales", detalló el líder francés en 1963.

Sin embargo, desde sus comienzos, el vínculo enfrentó problemas: en 1975, el laborista Harold Wilson impulsó un referéndum sobre la permanencia del país en el bloque, aunque, en esa oportunidad, los británicos decidieron quedarse en el mismo.

Así, quedó en claro que la relación no sería para nada fácil: en los años venideros, el Reino Unido no se incorporó ni al Tratado Schengen ni a la Unión Económica y Monetaria, ya que decidió mantener la libra esterlina.

Pero, tras una creciente interdependencia y el auge de las crisis migratorias, el sentimiento anti-Europa comenzó a crecer entre los británicos, lo que en 2016 obligó al primer ministro David Cameron a realizar un referéndum para definir el futuro de la Unión. 

Tras un período muy polarizado, que se caracterizó por intensa propaganda e incluso presenció la creación de partidos que únicamente abogaban por la salida del bloque, el proceso terminó con resultado favorable para el Brexit.

Cameron renunció y su sucesora, Theresa May, comenzó a negociar, internamente, un Acuerdo de Retirada. Pero el parlamento nunca lo aprobó y May se vio obligada a dejar su cargo como primera ministra.

Así, llegó el turno de Boris Johnson quien, tras conseguir una mayoría en las elecciones generales, logró aprobar el Acuerdo de Retirada, que entró en vigor el 31 de enero de 2020 a medianoche. 

Hasta ahora, pobres resultados

El Reino Unido ha recuperado el control sobre sus fronteras y también alcanzó algunos logros económicos como un acuerdo de libre comercio con Australia (está negociando otros con Canadá e India). Sin embargo, los días de abundancia nunca llegaron.

Durante el tercer trimestre de 2022, el PIB británico cayó 0,3%, mientras que su inflación se mantiene por encima del 10%, generando una importante crisis en el costo de vida de la población.

Aunque la pandemia y la guerra en Ucrania han sido las principales causas de esta situación, no puede restársele culpa al Brexit, ya que este ha supuesto la vuelta de los controles fronterizos y aduaneros y los derechos de importación, perjudicando a las compañías que importan-exportan.

Según una investigación del London School of Economics, las exportaciones de productos británicos a la UE han caído aproximadamente 30% durante el año 2021.

Además, respecto al tema de la inflación, el informe considera que la burocracia y las barreras no arancelarias han impactado negativamente en la factura de los alimentos, la cual se incrementó en unos 5.800 millones de libras (210 libras por hogar) entre 2020 y 2021. 

Por su parte, el laboratorio de ideas británico Centre for European Reform estima que la economía era, en junio del 2022, 5,5% menor de lo que podría habría sido si el país todavía hubiese formado parte de la UE. Además, el nivel de inversión y el comercio de mercancías eran un 11% y 7% más bajos, respectivamente. 

Ahora, el Bregret (o su variante "Regrexit") comienza a ganar territorio nuevamente

Tampoco es una noticia muy alentadora que la City de Londres, uno de los principales centros financieros del mundo, en noviembre fue superada por primera vez por la Bolsa de París en capitalización bursátil.

Y, como si esto no fuese suficiente, el Brexit está generando una escasez en el sector agrícola, ya que ha complicado la contratación de los trabajadores europeos de los que dependía el rubro para las cosechas. 

Un sentimiento persistente

El concepto de "Bregret" (o su variante, "Regrexit") no son fenómenos o terminologías nuevas. Los mismos surgieron inmediatamente luego de oficializarse la victoria de la opción a favor de abandonar la UE, e involucraba a sendos grupos de la población: no solo quienes habían votado a favor de irse, pero consideraban que no habían logrado acceder a suficiente información para tomar su decisión, sino también quienes estando en contra de abandonarla, no habían trabajado en material que explicase por qué, o convenciese a quienes deseaban que el Reino Unido se fuera, entre otros.

Ahora, el Bregret comienza a ganar territorio nuevamente. Hoy en día, se asocia a todos aquellos que, disconformes con la situación, manifiestan arrepentimiento por su decisión e incluso, por parte de algunos, deseos de volver a ingresar a la UE. Para fines de 2022, un 56% de los encuestados por YouGov, declaró que consideraba el Brexit como un error, y arroja una cifra interesante: 1 de cada 5 británicos que votó a favor de abandonar la UE, hoy en día considera haberse equivocado. 

No solo las decepciones económicas justifican este reclamo, si no también aquellas asociadas a la cuestión social. Las recientes huelgas de trabajadores provenientes de múltiples sectores, ya sean del ferroviario, el aduanero, el migratorio, y el postal, en busca de una mejora salarial, además de la escasez de personas dispuestas a ocupar estos puestos, evidencian la disconformidad y malestar que vive la sociedad británica.

De forma similar ocurre con la cuestión migratoria. Lo que alguna vez había sido visto como un futuro asegurado, el "tomar control de sus fronteras", hoy puede verse como una de las promesas que Rishi Sunak ha hecho de cara al futuro, años después de que Johnson lo anunciase. Las medidas para cumplir esta promesa, particularmente la de "exportar" refugiados, también son objetos de múltiples críticas hacia el Partido Conservador en general. 

Finalmente, otra de las evidencias del arrepentimiento puede encontrarse en la situación actual de Escocia. El país con mayor cantidad de votos en contra de abandonar la UE (un 62% contra un 38%) había llevado a cabo un referéndum por su independencia de la Unión en 2014, dos años antes de la discusión sobre la permanencia en la UE, y la negativa había resultado triunfante con el 55.3% de los votos. 

Su descontento con los resultados en el 2016 fue evidente, y actuó como uno de los motivos para que, una vez más, Escocia intente decidir si debe independizarse y, en un futuro, regresar a la UE. Pero esta independencia conlleva uno de los mayores temores de muchos: una posible disolución del Reino Unido. 

Tres años después...

Al realizarse una rápida evaluación de los hechos, puede entenderse por qué tantos ciudadanos británicos muestran disconformidad e incluso arrepentimiento por su acción (o inacción) en el año 2016. Tanto factores internos como externos han afectado al Reino Unido en este tiempo, y han dificultado su crecimiento y posicionamiento en un mundo post Brexit, un suceso de tal importancia que llevó a gran parte de la población se polarizase al respecto. 

Sin embargo, cómo transite el tiempo que sigue depende de sus líderes: mientras que los Conservadores proponen una relación más distante y tensa con el organismo supranacional, los Laboristas sostienen que, de llegar al gobierno, abogaría por una relación más cercana y menos conflictiva. Lo que no puede negarse es que estos tres años, efectivamente, no han sido los años dorados que el movimiento de los euroescépticos prometía.  

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