El Merval vive su propio vía crucis. En apenas cinco días hábiles acumuló un desplome del 18%, estiró a cinco semanas consecutivas la racha en rojo y profundizó una pérdida que ya alcanza el 44% en lo que va del año. La Bolsa local se hundió hasta su menor nivel desde agosto de 2024, en un escenario donde la lógica de los flujos domina sobre cualquier consideración de fundamentos. La política manda, la incertidumbre asfixia y el mercado argentino se mueve a puro reflejo defensivo.
Un castigo sin anestesia

El ajuste no fue homogéneo.
Materiales: el sector más resistente, con un retroceso del 7% en dólares. Nombres como Ternium, Aluar y Loma Negra siguen mostrando fundamentos deteriorados, pero su menor correlación con el índice los blindó parcialmente.
Energía: el "comodín" del equity argentino. Perdió en promedio 9%, con Vista -6%, YPF -11% y Pampa -11%. A pesar de cotizar a múltiplos comparables a pares regionales (4,3x EV/EBITDA para YPF y Pampa, 3,6x Vista, como Ecopetrol y Petrobras), la tasa de descuento local licúa cualquier intento de racionalidad.
Utilities: castigadas un 16%. A múltiplos de 3,5x, aparecen baratas frente a la región y ofrecen un free cash flow yield competitivo. Pero la memoria reciente de congelamientos tarifarios y la fragilidad política borran toda ventaja.
Bancos: el verdadero epicentro del terremoto. Se desplomaron 23% en promedio. Hoy cotizan a 0,9x P/BV, en línea con Brasil pero con un descuento brutal del 50% respecto a México, Chile y Perú. Si el péndulo político se reacomodara, son el sector con mayor upside. Mientras tanto, son la víctima favorita del riesgo país.
Los flujos se imponen a la lógica
Lo que pasa en el Merval no tiene tanto que ver con balances, múltiplos o proyecciones. La señal es más cruda: "Nadie quiere estar expuesto a la Argentina" hasta que haya mayor certidumbre política. Las manos grandes se van, las carteras se desarman y lo que queda es un mercado rehén de ventas forzadas.

El equity argentino, que llegó a ser un trade de oportunidad en 2023, hoy se parece a un campo minado donde el menor ruido político dispara ventas automáticas. El mensaje que deja esta seguidilla de derrumbes es que el riesgo político ya es más determinante que la macro. Ni los sectores con fundamentos sólidos logran escapar.
Lo que viene: política o nada
El mercado argentino está en modo stand-by. La compresión de tasas reales podría favorecer a utilities, las petroleras tienen comparables atractivos y los bancos ofrecen un descuento inédito en Latam. Pero nada de eso importa mientras las dudas sobre la gobernabilidad y el rumbo económico sigan en primer plano.
En ese contexto, la Bolsa argentina funciona como un termómetro hipersensible: cada gesto político define precios. Si hay señales de estabilidad, los múltiplos tienen espacio para una recuperación rápida. Si persiste el ruido, el Merval seguirá desangrándose.