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La triple agenda que debe gestionar la industria argentina

La industria se ve obligada a una microgestión de distorsiones, que conlleva dificultades operativas para sostener el proceso de abastecimiento y producción, y más aún para impulsar inversiones

La industria argentina cuenta con recursos y capacidades para adaptarse al mundo del mañana
La industria argentina cuenta con recursos y capacidades para adaptarse al mundo del mañana Centro de Industria X-UIA
01 septiembre de 2022

Por Natacha Izquierdo y Maximiliano Scarlan (*)

Trayectoria y adaptabilidad constituyen el ADN de la industria argentina. El contexto local la desafía permanentemente con constantes vaivenes y su capacidad de innovación, creatividad de negocios, calidad de talentos y disponibilidad de recursos clave permiten su amortiguación. 

La heterogeneidad y diversidad de la matriz productiva conlleva a que convivan empresas que avanzan a distintas velocidades, insertas en un entorno global en plena mutación que ofrece oportunidades, pero a la vez se torna desafiante. 

Gestionar una triple agenda es parte del ejercicio local. Por un lado, atender las presiones del día a día por una macro que condiciona las dinámicas sectoriales, además tratar las decisiones de mediano plazo -mayormente dilatadas- en un marco inversor sin garantías que, por último, presiona sobre la visión estratégica de largo plazo en la redefinición de los modelos de negocios. 

Debido a una economía debilitada, con escasez de reservas y elevada inflación, la industria se ve obligada a una microgestión de distorsiones, que conlleva dificultades operativas para sostener el proceso de abastecimiento y producción, y más aún para impulsar inversiones. Restricciones al mercado de cambios, giro de utilidades, importación de insumos -entre otras- impactan en la planificación incluso en los exportadores. La contención intracompany (multinacionales) se esfuma en un contexto local en el que es difícil proyectar.

Por lo tanto, las decisiones de largo plazo se retrasan, y aun así, la industria levanta la mirada del corto y proyecta a futuro. Tres son los pilares que obligan a repensar con visión prospectiva el qué y el cómo producir, pero fundamentalmente el negocio. 

Aunque no todos los sectores y empresas tienen la capacidad de visualizar un contexto que impone: una nueva lógica tecnológica-digital; cambios en regulaciones, perfil de políticas de desarrollo y mayor proteccionismo en el comercio y la inversión; y creciente preocupación por la sustentabilidad, derivada de los desafíos del cambio climático. 

Frente a esto, pueden definirse tres patrones de comportamiento sectorial, aunque es muy difícil generalizar: aquellos con presión en la rentabilidad (alimentos y bebidas, retail y agroindustria) con sobreestructuras, dificultad en costos y presión en precios, pero que a largo plazo deberán trabajar en la diferenciación de productos y ajuste de oferta; los más presionados en sus modelos de negocios (ejemplo, electrónica, electrodomésticos, movilidad), afectados por un mercado empobrecido, restricciones de importación y endeudamiento doméstico, pero con oportunidades futuras de expansión en América Latina y de readecuar su oferta de valor hacia el “nuevo consumidor” y los que tienen mayor margen de maniobra (EdC o asociados a transición energética -P&G y minería-) que, aún con dificultades para efectivizar inversiones, disponen grandes oportunidades a futuro. 

Esto muestra una realidad común para diferentes perfiles sectoriales, aunque al final del camino prima la respuesta individual empresaria.

Como vimos, varios son los interrogantes, pero hay una gran certeza: sólo con visión estratégica se podrán aprovechar las oportunidades sectoriales y la industria argentina tiene el entrenamiento para adaptarse a los cambios.

La demanda global más allá del boom de servicios abre una ventana de oportunidad en alimentos, energía e industria. Posicionarse en los nuevos ecosistemas será clave como oferente pero además como industria con propósito. Esto lleva a vencer la dicotomía entre sectores “sensibles” mercado-internistas versus sectores competitivos exportadores. El camino es la Industria 5.0, orientando a una estrategia basada en la sostenibilidad y la economía circular, haciendo primar la conservación del entorno y la optimización de los recursos, poniendo el foco en las personas y en el desarrollo de soluciones, y apoyada en tecnologías disruptivas. 

La industria argentina cuenta con recursos y capacidades para adaptarse al mundo del mañana, siempre que haya actores alineados y decididos.

(*) Economistas de ABECEB

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