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La pregunta japonesa en el marco del desarrollo productivo de Vaca Muerta

La estrategia de abordaje para la explotación de Vaca Muerta nos pone ante la disyuntiva de qué modelo de desarrollo queremos elegir.

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03 enero de 2020

 Por Daniel Glatstein Economista

En una entrevista que le dio a La Vanguardia en mayo pasado, el economista Daniel Heymann cuenta que hacia mediado de los años ´80 una delegación de Japón se acercó a la CEPAL para discutir sobre la economía argentina. Los japoneses estaban interesados en entender cual era la estrategia de crecimiento de nuestro país y la respuesta que obtuvieron fue que Argentina estaba en un proceso de estabilización y que esto iba a permitir alargar el horizonte temporal de las decisiones, aparecerían oportunidades que generarían dinamismo que, al mismo tiempo, brindarían otras nuevas oportunidades en un proceso acumulativo. Ante esta respuesta, los del país del Sol Naciente comentaron que el planteo sobre la estabilización era muy interesante, pero que más allá de eso querían entender qué era lo que Argentina tenía pensado producir. Este interrogante ha sido bautizado como “la pregunta japonesa” y lleva más 35 años sin respuesta.

De la pregunta japonesa se desprende que es necesario contar con una estrategia de largo plazo, más allá de la coyuntura de corto. Más aún, es lógico suponer que contar con un plan a largo plazo es condición necesaria para dar previsibilidad y sortear el corto plazo de manera exitosa.

Argentina tiene que mostrar una hoja de ruta que contemple un horizonte fiscal, pero también un plan productivo. Tenemos que aumentar las exportaciones para generar los dólares necesarios, tanto para servir la deuda asumida como para alimentar una expansión de nuestro producto. Sobre este punto, entiendo que el consenso entre los colegas es generalizado.

En este contexto, Vaca Muerta aparece como una oportunidad porque de acuerdo a distintas estimaciones (desde Mc Kinsey hasta la Secretaría de Energía), una explotación a gran escala de sus recursos podría generar los dólares que nuestro país necesita para ser sustentable. Como consecuencia, aparecen distintos proyectos de incentivos fiscales para acelerar el proceso de inversión en Vaca Muerta y así lograr encender un nuevo motor que permita sacar a nuestra economía del estancamiento.

En relación a los diferentes caminos posibles para la explotación de Vaca Muerta, cobra relevancia la pregunta japonesa. ¿Qué va a producir Argentina?

La experiencia internacional muestra que los países que han encontrado un recurso natural de gran relevancia económica han tomado distintas estrategias de abordaje. Por un lado, vemos los casos de las monarquías de Medio Oriente, que han optado por mantener el gerenciamiento del recurso, pero delegando en las grandes compañías internacionales la provisión de los bienes y servicios de alto valor agregado necesarios para su explotación. Distinto es el caso de Noruega, que ha sabido aprovechar lo que le dio la naturaleza para potenciar el desarrollo de una industria de alto impacto y convertirse en referente del sector.

En el caso de nuestro país, es esperable que las grandes contratistas del sector O&G argumenten que tienen que traer toda la tecnología importada (eventualmente equipos usados y sin pagar impuestos) para poder explotar de manera rentable el recurso y generar las divisas que tanto necesitamos. Sin embargo, seguir la estrategia que plantean estas empresas sería un error estratégico, porque las contratistas sólo se enfocan en su cash flow, y no en darle una respuesta a la pregunta japonesa.

De acuerdo al informe del Banco Mundial “The Changing Wealth of Nations” (2018), Argentina no cuenta con recursos naturales suficientes para permitirse prescindir del valor agregado que puede generar la industria. Por lo tanto, la alternativa más factible de desarrollo se parece más al modelo noruego que al modelo saudí. Adicionalmente, direccionar la demanda para impulsar empresas proveedoras de bienes y servicios en nuestro país, es de fundamental importancia para desarrollar el músculo industrial que nos permita generar riqueza y capacidades técnicas para sumarle más valor agregado al recurso natural y generar empleo de alta calidad.

Por otra parte, experiencias recientes en nuevos sectores como el de energías renovables, han demostrado que las empresas que se insertan en sectores productivos de muy elevadas exigencias de calidad y fuerte competencia (automotriz, O&G, nuclear, aeroespacial), tienen con las capacidades técnicas y la gimnasia necesaria para reconvertirse rápidamente y producir en otros sectores. Un ejemplo de esto es que en las licitaciones de energía eólica, y a partir de una reglamentación adecuada, se pasó de 11% a 37% de integración de partes y piezas en cortísimo tiempo (de Renovar 1.0 a Renovar 2.0), en un sector con muy escasos antecedentes en nuestro país. Esto fue posible porque ya había empresas entrenadas para responder a muy elevados estándares de calidad.

La estrategia de abordaje para la explotación de Vaca Muerta nos pone ante la disyuntiva de qué modelo de desarrollo queremos elegir. Mientras tanto, la pregunta japonesa nos sigue interpelando.

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