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Industriales lideran expectativa empresaria con el albertismo

La sensación que más se percibe en el empresariado es la confusión (“nadie sabe con quien hablar porque Alberto no dio señales sobre quien cortará el bacalao”, dice uno) y la incertidumbre porque, esto ya es obvio, no son tiempos fáciles los actuales ni los que vienen.

Alejandro Radonjic 24 septiembre de 2019

Por Alejandro Radonjic

A diferencia de Mauricio Macri, en el empresariado saben que “la elección ya sucedió” y que Alberto Fernández será el próximo Presidente. Eso creen y motivos sólidos no les faltan.

Uno de los primeros en reaccionar ante el cimbronazo de las PASO fue el CEO de Mercado Libre, Marcos Galperin, quien había militado la candidatura del Presidente, junto a la mayoría de sus colegas de “Nuestra Voz”, el grupo de WhatsApp que congrega a la mayoría de los grandes empresarios del país.

Rápido de reflejos y 48 horas después de las primarias, Galperin pidió una bilateral con Alberto. Acertadamente, Alberto lo recibió. “El hecho de que me haya recibido, dada mi opinión pública, es muy constructivo”, declaró el empresario a la salida de su bunker en la calle México. Como el empresario tech, todos se están acomodando a la nueva realidad política.

La sensación que más se percibe en el empresariado, además de la decepción con Macri, es la confusión (“nadie sabe con quien hablar porque Alberto no dio señales sobre quien cortará el bacalao”, dijo un industrial) y, sobre todo, la incertidumbre porque, esto ya es obvio, no son tiempos fáciles los actuales ni los que vienen.

Algunos, sin embargo, tienen más expectativas que otros porque sus sectores fueron castigados o, cuanto menos, no estimulados durante la era de Macri y/o porque creen que Alberto los tendrá más en cuenta, directa o indirectamente, con sus políticas.

En eso, coinciden todos, sobresalen los industriales. Miguel Acevedo lo entendió rápido, también y aparece como uno de los principales interlocutores empresarios que tendrá el albertismo.

Días atrás, el CEU de la Unión Industrial Argentina (UIA) estimó que la industria cayó 7,9% hasta agosto. También cayó en 2016 y 2018. “Obviamente, la industria en general es uno de los sectores más expectantes y, dentro de la industria, alguna en particular, como la textil”, dice un empresario que conoce la marcha de todos los sectores ante El Economista.

“En un comienzo, no habrá beneficiados porque no hay dinero. Estamos todos en la lona y llevará un tiempo comenzar una leve y paulatina reactivación. Si eso ocurre, me imagino que la industria puede ser uno de los impulsados”, dice Ramón Frediani desde la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

“A nivel general, la industria manufacturera tiene expectativas con el Gobierno de Alberto, ya que el candidato expresa interés en que el sector vuelva a tomar impulso. Le pongo un signo de interrogación, porque la dinámica sectorial va a depender de lo que efectivamente haga Alberto como eventual Presidente. Y eso puede ser distinto a lo que dice que va a hacer. Creo que algo parecido vale para la actividad comercial y el consumo”, dice el economista Matías Carugati.

A los industriales no solo los afectó el bajón del consumo interno y la apertura importadora sino también el estancamiento de Brasil, una variable incontrolable para el Gobierno. Hacia allí va casi toda la industria que exporta Argentina.

Tanto el consumo masivo como el de durables aparecen como otros sectores expectantes, tras la suba de tarifas primero y, luego, la brutal contracción del salario real desde la crisis cambiaria de 2018, acompañada por altas tasas de interés. “Van a darle gas al consumo”, explica un economista.

En la vereda opuesta, casi por inercia, aparece el campo. “El campo arranca de atrás. Medidas como las retenciones, la liquidación obligatoria de divisas y el control de cambios son negativas para el sector. Fueron implementadas por Macri, es cierto. Sin embargo, no se prevé que Alberto las vaya a levantar a corto plazo. Eso ya complica un poco las perspectivas”, dice Carugati. Además de eso, se espera un nuevo Gobierno menos activo abriendo mercados y, además, trabando algunos que ya se han abierto o están en vías de abrirse, como el de la Unión Europea (UE).

La preocupación es mayor entre quienes trabajan la tierra en la provincia de Buenos Aires y tendrán, como nuevo gobernador, a Axel Kicillof. Si bien no maneja las políticas agrícolas nacionales, temen una mayor presión impositiva y más intervención.

Un empresario, con actividades diversificadas, atempera los temores del agro. “El campo no está contento, desde ya, pero está expectante”, dice. “¿Sabés cuánto bajó el precio de la tierra en estos cuatro años?”, dijo, como ejemplo.

La necesidad tiene cara de hereje. “El campo, curiosamente, puede ser uno de los beneficiados. Alberto se verá obligado a apoyar decididamente a las exportaciones, única puerta disponible para conseguir dólares frescos y salir de la ratonera”, ensaya Frediani. El debate siguiente es por quien se queda con esa renta. Una suba de retenciones no debe descartarse en un contexto de restricción externa aguda.

En el agro no le bajaron el pulgar aún (no van a chocar con un Presidente que siquiera ganó la elección real), pero están con la guardia alta y ya le hicieron llegar sus propuestas a todos, incluido Alberto, a quien valoran como una de las figuras más componedoras del oficialismo en las oscuras épocas de las 125.

Una gran pregunta es Vaca Muerta por su importancia estratégica y porque es uno de los escasos sectores dinámicos que tiene la economía. Alberto dijo que va a impulsar la actividad en el yacimiento (su referente, Guillermo Nielsen, incluso planteó blindarla), pero la pregunta es como.

La variable clave es el precio del barril (y, por ende, las naftas) que admitirá el nuevo Gobierno. “Alberto tendrá que encontrar la manera de que las empresas perciban ingresos que estimulen la inversión, pero sin perjudicar a los consumidores, y sabiendo que el Estado ya no tiene margen para 'poner la diferencia'”, dice Carugati.

En el final de esa cadena aparecen las empresas de utilities. La intención del nuevo Gobierno será atenuar la suba de las tarifas. Ya lo dijo Alberto y lo volvió a ratificar Cristina, con más vehemencia, el sábado en su presentación literaria matancera. El dilema es el mismo: la frazada fiscal (subsidios) es corta.

Con menos visibilidad que en otras épocas, el sector minero está expectante también y puede aportar, además de metales, preciosos dólares. “Es un sector que se sabe acomodar y que no depende tanto del consumo interno como tantos otros sectores. Claramente, van a tener que pelear y mucho para que les saquen las retenciones, que es un gran problema a la hora de competir con otros países”, dice alguien que conoce de cerca la realidad sectorial. Además, la actividad se desarrolla en provincias peronistas en su mayoría y, si Alberto necesitará el apoyo de los gobernadores, él también deberá apoyarlos.

En los bancos, el clima es menos expectante. Si bien un impulso para el consumo podría empezar a mover algunas líneas, temen una mayor regulación y el regreso, en mayor escala, de las líneas subsidiadas. “Alberto va a apuntar a bajar las tasas, como ya hicieron”, dice un economista. Un tema concreto que preocupa, y mucho, es el desarme de las Leliq.

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