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El “fondo anticíclico privado” y los nuevos motores de la economía

Según diversas estimaciones, los argentinos atesoran US$ 200.000 M debajo del colchón

19 junio de 2015

“El próximo Gobierno no tendrá más remedio que buscar estimular las exportaciones y la inversión, porque la vía del consumo y del gasto público lucen agotadas”, dice Jorge Vasconcelos, investigador del Ieral de la Fundación Mediterránea. Pero el cambio de motores para estimular el crecimiento, similar al que están ensayando otros países emergentes, encierra una complicación: “La paradoja está en que, cuando las prioridades comiencen a desplazarse a favor de las inversiones y de las exportaciones, se necesitarán más dólares que nunca, porque ambas variables son muy dependientes de la capacidad de importar”. La pregunta, entonces, es de dónde provendrán los dólares para financiar ese viraje.

“Para aspirar a expandirse a un ritmo sostenido del 4% anual, se necesitaría ampliar la masa de inversiones entre 4 y 5 puntos del PIB, unos US$ 20.000 a US$ 25.000 millones adicionales a los que hoy se aplican a la formación de capital, con un tercio de esa cifra que habrá de derivarse a importaciones de máquinas y equipos”. El problema es que ese “plus” de inversiones no podrá financiarse por vía estatal. “De ser así, en un trienio Argentina pasaría a ratios preocupantes de endeudamiento, ya que la normalización financiera del país (holdouts, jubilaciones, etcétera) insumirá de arranque una muy fuerte emisión de títulos públicos”, opina el investigador.

Todo indica que la falta de dólares es un problema que no se solucionará pronto. El BCRA está exhausto y sus reservas líquidas (es decir, sin items como los depósitos bancarios en divisas), calcula Vasconcelos, posiblemente no superen los US$ 10.000 millones a fin de 2015. Aun con el cepo, la cuenta corriente, calculan desde Analytica, tendrá este año su peor déficit desde 1999 (US$ 11.000 millones, 2,8% del PIB). Los términos de intercambio no repuntarían pronto y la perspectiva de tener un tipo de cambio real alto en el corto, o mediano plazo, no lucen alentadoras. Por lo tanto, no habrá dólares comerciales en la cuantía necesaria para financiar un proceso inversor de magnitud. Este año, aún con el cepo importador, tendremos el saldo comercial más bajo de la posconvertibilidad. Las perspectivas de una suba de tasas en EE.UU. (según Luis Palma Cané, llegaría a comienzos de 2016), más el riesgo soberano local, la inseguridad jurídica, el atraso cambiario (“nadie va a entrar hasta que se sincere el valor del dólar”, dice Miguel Kiguel) y los litigios pendientes en la Justicia de Estados Unidos, tampoco invitan a una prognosis muy alentadora sobre la oferta de dólares financieros en el futuro mediato. La llegada de IED es cada vez más baja. ¿Entonces?

Los colchones

Aquí entran, o deberían, en juego “los dólares del colchón”. Según Vasconcelos, “es altamente probable que el próximo Gobierno, cualquiera sea su signo, busque definir una estrategia para lograr canalizar, a favor de la producción, los capitales en manos de argentinos que permanecen fuera del sistema financiero local”. ¿Cuántos dólares hay? La cantidad es incierta, dice Vasconcelos, “pero, por diversos métodos, las estimaciones convergen a unos US$ 200.000 millones”. O sea, 40% del PIB. Otros cálculos lo estiman entre US$ 160.000 y US$ 185.000. “Por su magnitud, este verdadero fondo anticíclico privado es un recurso que ningún plan económico puede dejar a un lado”, agrega Vasconcelos. Para contextualizar la cantidad, Vasconcelos recuerda que el fondo anticíclico de Chile, que se instituyó en el país trasandino con una fracción de las divisas acumuladas por exportaciones de cobre y es de manejo estatal, ronda hoy los US$ 22.000 millones. Pero, ¿cómo atraer esos dólares al circuito formal? Hacerlo no será fácil y así lo demuestra el fracaso del blanqueo de capitales, aún en curso, que pergeñó este Gobierno.

“La magra cosecha obtenida hasta ahora ilustra sobre los diseños que deben evitarse”, ensaya Vasconcelos. “Los especialistas subrayan que, cuando se abre una ventanilla con este objetivo, debe establecerse una fecha cierta de terminación, y deben definirse penalidades severas y de aplicación creíble para las infracciones detectadas una vez que el régimen expiró. Además, los incentivos para la formalización deben ser razonables, pero cuidando que aquellos contribuyentes que cumplen 100% las normas no perciban que aquellos que estaban al margen terminan siendo privilegiados. Es decir, tiene que haber un costo para acogerse a estos beneficios, y un ingreso genuino de recursos (y divisas) para el Fisco. A su vez, este régimen debe ser compatible con las normas antilavado que tanto bancos como agentes de bolsa deben rigurosamente respetar”, dice Vasconcelos y cita como un ejemplo a seguir la experiencia colombiana a través de la Declaración de Activos en el Exterior (DAE).

¿Los equipos económicos de los presidenciables están pensando en cómo tentar esos dólares y evitar que los excedentes se sigan fugando, o están apostando todo al endeudamiento externo, la “lluvia de dólares” y rezándole a la soja? Rogelio Frigerio, presidente del Banco Ciudad, se refirió al tema en un encuentro reciente en la UIA, y dijo que es menester que los agentes tengan confianza para traer esos dólares. El tema, y el desafío, están en la agenda. Al menos, en la de algunos.

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