El Economista - 74 años
Versión digital

mar 18 Nov

BUE 27°C
Análisis

¿Dólar barato con superávit fiscal? Una paradoja explicada desde el enfoque monetarista del balance de pagos

No basta con mostrar un superávit fiscal para garantizar la estabilidad externa. El tipo de cambio real no se define únicamente en el mercado ni es solo el reflejo del nivel de reservas o del gasto público.

¿Cómo puede coexistir un "dólar barato" junto con un superávit fiscal?
¿Cómo puede coexistir un "dólar barato" junto con un superávit fiscal?
Horacio Augusto Pereira 7 julio de 2025

En Argentina, pocas cosas generan tanto debate como el nivel del tipo de cambio. Cuando hablamos de un "dólar barato", generalmente nos referimos a que el peso está apreciado en términos reales, lo que significa que nuestros costos medidos en dólares son relativamente altos. Sin embargo, en algunos momentos esta situación se dio en simultáneo con un superávit fiscal

Para entenderlo, es útil apoyarnos en el enfoque monetarista del balance de pagos, una perspectiva que tiene fuerte arraigo en las ideas que suele manejar el equipo económico. Desde esta mirada, los desequilibrios externos no se explican únicamente por el gasto público o privado, sino principalmente por el desajuste entre la cantidad de dinero que circula en la economía y la demanda que tienen los agentes de ese dinero.

Cuando hay un exceso de dinero en circulación -es decir, más pesos disponibles de los que la gente realmente necesita mantener- ese sobrante generalmente se canaliza hacia la compra de bienes importados, la adquisición de dólares o la inversión en activos en el exterior. En otras palabras, se produce una fuga de capitales o un deterioro en el balance de cuenta corriente. Por el contrario, cuando el dinero es relativamente escaso, la economía se "enfría": la demanda interna baja, las importaciones disminuyen, y como resultado suele registrarse un superávit externo.

Este punto es fundamental para ir desarmando lo que parece ser una paradoja: ¿cómo puede coexistir un "dólar barato" -o mejor dicho, un peso fuerte en términos reales- junto con un superávit fiscal?

Un superávit fiscal, sin dudas, es una pieza clave para la estabilidad económica. 

Pero no es suficiente por sí solo para asegurar que la oferta y la demanda de dinero estén equilibradas. Por ejemplo, puede darse que, a pesar de tener finanzas públicas ordenadas, el Banco Central esté expandiendo la base monetaria a través de otros mecanismos. Un caso típico es cuando el Central compra divisas que entran por exportaciones o inversiones. Si esa emisión de pesos no es absorbida o "esterilizada" adecuadamente, termina generando un exceso de liquidez que presiona sobre los precios internos y, por lo tanto, sobre el tipo de cambio real.

Además, la política monetaria puede estar dirigida a mantener tasas de interés bajas para impulsar la actividad económica, lo que también amplía la cantidad de dinero en circulación. En este escenario, el orden fiscal puede convivir con una política monetaria expansiva. Y hay otro fenómeno muy común en Argentina: cuando los precios internos suben y el tipo de cambio nominal permanece casi congelado, el peso se vuelve más caro en términos reales, es decir, "más fuerte" frente al dólar.

Para entender mejor estas dinámicas, conviene recordar lo que sucedió entre 2004 y 2007. Durante esos años, el país disfrutó de una bonanza externa con superávit fiscal sostenido, un crecimiento robusto del PBI y un ingreso constante de dólares por el comercio exterior y las inversiones. El tipo de cambio oficial se mantuvo nominalmente alto, pero inmerso en un proceso de apreciación creciente.

Lo que realmente ocurrió fue que el Banco Central intervenía activamente en el mercado de cambios, comprando reservas para evitar que el dólar bajara nominalmente. Esta intervención implicaba la emisión de pesos. Aunque parte de esa emisión se intentaba "esterilizar" mediante instrumentos financieros, la base monetaria crecía más rápido que la demanda de dinero. El resultado fue inflación, una apreciación real progresiva del peso, un aumento de las importaciones y una pérdida gradual de competitividad externa. En la práctica, la economía se "encarecía" en dólares, aunque el tipo de cambio nominal no se moviera.

Para tomar distancia de este caso y encontrar un punto de comparación, podemos mirar a Chile durante el mismo período. Chile también vivió años de precios internacionales favorables para su principal producto de exportación, el cobre, y mantuvo un superávit fiscal. Sin embargo, su estrategia macroeconómica fue muy distinta. El Banco Central chileno adoptó un régimen de metas de inflación y un tipo de cambio flotante, con intervenciones puntuales y transparentes en el mercado de cambios.

Ante la llegada de divisas, la autoridad monetaria chilena respondía con políticas contractivas, restringiendo la expansión de la base monetaria para evitar presiones inflacionarias y una apreciación excesiva del tipo de cambio real. Como resultado, Chile logró mantener una mayor estabilidad cambiaria real que permitió sostener la competitividad y profundizar su inserción en las cadenas globales de valor.

De esta comparación surgen algunas enseñanzas clave para economías abiertas y volátiles como la argentina. No basta con mostrar un superávit fiscal para garantizar la estabilidad externa. Es imprescindible coordinar la política monetaria con la política cambiaria para evitar desequilibrios más profundos. El tipo de cambio real no se define únicamente en el mercado ni es solo el reflejo del nivel de reservas o del gasto público. También depende de qué tan sincronizada esté la expansión monetaria con la demanda genuina de dinero.

Un "dólar barato" puede parecer una señal positiva a corto plazo, pero también puede ser un indicador de tensiones externas que se acumulan y pueden estallar en el futuro. Comprender estas dinámicas es fundamental para diseñar políticas macroeconómicas coherentes y sostenibles.

Para los estrategas de Cohen Asset Management, se adelantó la cobertura cambiaria en el mercado.
 

¿Qué podemos esperar a futuro desde este enfoque? 

Para que el tipo de cambio se deprecie en forma ordenada y permita un mejor equilibrio en las cuentas externas, la política económica deberá combinar varias acciones. Es de esperar que el Banco Central aplique una política monetaria más restrictiva, aumentando las tasas de interés y controlando la expansión de la base monetaria para reducir el exceso de pesos que presionan sobre el dólar. Además, y como está ocurriendo, el BCRA no intervenga comprando en el mercado cambiario, dejando que el dólar se ajuste libremente.

Por otro lado, mantener una disciplina fiscal rigurosa evita déficits financiados con emisión, lo que contribuye a una mayor estabilidad monetaria. También avanzar en reformas estructurales que impulsen la competitividad, fomentando las exportaciones reduciendo el costo argentino. 

Argentina vs Chile (2004-2007)
Argentina vs Chile (2004-2007)

En esta nota

Seguí leyendo