Por Enrique Pizarro
Durante los últimos días, en la previa al cambio de Gobierno, los titulares del gabinete saliente han estado presentando sus balances de gestión. Ayer fue el turno para el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, funcionario clave de la gestión de Mauricio Macri, uno de los pocos ministros que se mantuvo en el mismo lugar desde el inicio hasta el final de los cuatro años de Gobierno, y que además viene trabajando con Macri desde la administración de la ciudad de Buenos Aires, donde ejerció la titularidad de la misma cartera.
En su presentación, el funcionario expuso los cambios realizados en ese ministerio y los desafíos que afrontaron desde su asunción en diciembre de 2015, en contraste con los modos y los objetivos con los que se manejaban en temas de infraestructura durante el Gobierno anterior, cuando “las decisiones de las obras estuvieron generalmente muy sesgadas por la conveniencia política”, muchas veces “sin ningún criterio de planificación”; cuando, por ejemplo, en el caso de los contratos de las autopistas, les tocó “ordenar el desquicio que había generado el kirchnerismo”.
En ese sentido, se refirió a las “licitaciones transparentes”, que están todas publicadas en internet, donde se puede consultar los planos, presupuestos, ofertantes, ganadores de las licitaciones y demás detalles. “La empresa que más ganó obras de infraestructura vial con nosotros, ganó cinco obras, mientras que Lázaro Báez ganó 51 obras de vialidad en Santa Cruz”, diferenció el funcionario durante la reunión, en la que estuvo presente El Economista.
Al ser consultado por el “ministerio de la venganza” que se cree que aplicaría el Gobierno entrante, del cual Dietrich podría ser blanco ya que él impulsó algunas de las denuncias sobre hechos de corrupción ocurridos durante la gestión anterior, Dietrich apuntó: “No temo por mí, sino por el país. Si llegase a haber algún instrumento en ese marco, sería un desastre para la Argentina”.
“Las cosas que denunciamos, en primer lugar, eran muchos elementos que los organismos venían preguntándole a Vialidad y no le contestaban. Nosotros lo primero que hicimos fue contestar. El funcionario público tiene la obligación de denunciar si hay irregularidades”, afirmó. “Todo esto está escondido en el quinto subsuelo de una Vialidad provincial (de Santa Cruz) que administraba los recursos nacionales como si fueran propios”, aseguró.
Por otra parte, Dietrich lamentó que en su gestión se haya frustrado la implementación de los proyectos de Participación Público-Privada (PPP), un sistema inédito en el país, que durante su presentación recibieron ofertas por US$ 6.000 millones de grandes empresas internacionales, pero que en el medio tuvieron dos grandes impactos: la suba del riesgo país por la crisis financiera y la causa judicial de “los cuadernos”, que afectó a las empresas locales que estaban participando y retrasaron el proceso por cuestiones legales.
Finalmente, cuando el tema estaba muy cerca de quedar resuelto, según comentó, llegó otro fuerte impacto: el de las PASO, con el contundente triunfo de Alberto Fernández en las urnas y la respectiva reacción fuertemente negativa en los mercados desde ese mismo momento, que inmediatamente deterioró todos los indicadores económicos y financieros locales.
“La elección de agosto sacó a la Argentina del mundo definitivamente. Por lo menos, de agosto a la fecha. A partir de diciembre, veremos si el Gobierno kirchnerista logra por lo menos volver a los niveles en lo que estábamos antes de agosto, con un riesgo país de unos 800 puntos, sin cepo cambiario y muchas otras cosas de una economía que estaba normalizándose”, afirmó Dietrich.
Respecto al resultado de su gestión, concluyó: “Si me paro en diciembre de 2015, frente al desafío que teníamos y todo lo que había que hacer, lo que logramos a mí me parece maravilloso y supera enormemente mis expectativas. Si me paro hoy y miro para atrás, hay muchas cosas que me gustaría haber hecho y que no hicimos. Claramente, las transformaciones son mucho más complejas que lo que nos imaginamos”.
