Cuando Warren Buffett recibe a estudiantes en Omaha suele proponerles un ejercicio simple pero revelador. Les pide que elijan a un compañero de clase del cual quisieran quedarse con el 10% de sus ingresos de por vida. No se trata de elegir al más brillante ni al más atlético, sino al que consideran que tendrá más éxito... y explicar por qué. Luego les plantea lo contrario: ¿a quién descartarían y por qué motivos?
En todos los casos, las respuestas terminan alejándose del coeficiente intelectual, las notas o la habilidad técnica. Los estudiantes anotan en una hoja las cualidades positivas a la izquierda y las negativas a la derecha, y lo que aparece como decisivo es siempre lo mismo: generosidad, amabilidad, confiabilidad, integridad. Jamás se mencionan el talento puro o la herencia familiar. "Estas cualidades son elecciones", resume Michael Eisner en Working Together.
El punto de Buffett es directo: ninguna de esas virtudes está fuera del control de una persona. No son dones innatos ni privilegios educativos. Uno decide si es generoso o no, si se atribuye méritos ajenos, si actúa con envidia o si juega limpio. Y lo mismo ocurre con los defectos: la mezquindad, la deshonestidad o el egoísmo también son decisiones diarias, no destinos inevitables.
Buffett suele sintetizarlo en una fórmula famosa: "Busco tres cosas en una persona: inteligencia, energía e integridad. Y si no tienen integridad, no se molesten con las otras dos." A su juicio, todos los que llegan a esas charlas ya cuentan con inteligencia y energía suficientes; lo que marca la diferencia —y define el éxito a largo plazo— es la integridad, un valor que no se hereda ni se enseña en la escuela, sino que se practica.
Tanto Buffett como Charlie Munger, su socio histórico, sostienen que su mayor ventaja no fue solo la inteligencia, sino la decisión consciente de actuar con integridad. "Uno elige ser honesto o deshonesto, generoso o mezquino", afirma Buffett. Y remata con una idea central: la admiración no es un recurso limitado; cuanto más se da, más se multiplica, tanto en los negocios como en la vida.


