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Eddie Murphy anda suelto

Se estrena Un Detective Suelto en Hollywood - Axel F., cuarta entrega de una saga que comenzó hace 40 años y que Netflix, en unión con Eddie Murphy, revive este mes de julio.

Se estrena Un Detective Suelto en Hollywood - Axel F
Se estrena Un Detective Suelto en Hollywood - Axel F
Pablo Manzotti 09 julio de 2024

Pocas veces se tiene conciencia del peso en el desarrollo y la expansión de un consumo cultural específico. No siempre se piensa, cuando se habla del jazz vocal, en la impronta absoluta de Frank Sinatra para correr los límites del género y acercar ese arte a las clases populares. O en el desembarco de la absolutamente genial Lucille Ball en la incipiente televisión de los cincuenta creando las bases de la comedia televisiva que perduran hasta el día de hoy. Seres que pululan todo el tiempo, revolucionando lenguajes y formas, para deleite de las masas que consumen en la era pop que no se agota. 

Eddie Murphy está en ese selecto grupo. Cuando Saturday Night Live, uno de los programas más longevos de la televisión americana (próximo a cumplir los 50 años de aire), estuvo en apuros durante la primera década de vida, apareció el joven Murphy de 19, nativo de Brooklyn para poner las cosas en orden. Su irreverencia y magnetismo se unió al de otros grandes como Steve Martin o Robin Williams. Todos genios salidos de la factoría del stand up, teatral y callejero, una cantera termodinámica de explosión creativa, chistes extremos: sexo, excesos, drogas: un cóctel de cultura pop y diversidad. 

Pero Murphy era otra cosa. Un negro que rompía moldes. No se veía desde la irrupción de Sidney Poitier. Pero Eddie es un Poitier del barro, de pantalones ajustados de cuero rojo y boca de lengua larga y filosa. E inexistente corrección política. Ahí reside su plus por sobre todo los demás.

La vuelta del detective de Detroit

Desde hace unos años hay una alianza entre Eddie Murphy y Netflix. Como con tantas otras estrellas de Hollywood, la factibilidad de una billetera abierta y la necesidad de contenidos hacen que esos acuerdos sean mucho más aceitados y rápidos de llevar adelante en comparación a la dinámica de los viejos estudios.  

Vamos por el final: el plato fuerte de la N roja para este mes de julio (y una de las apuesta del año) es apelar al encanto de la retromanía (un concepto clave en la plataforma). ¿Cómo? De la mano de la creación cinematográfica más popular de Murphy: Axel Foley, el personaje protagonista de la saga Beverly Hills Cop o, como se la conoció en América Latina, Un Detective Suelto en Hollywood. En este caso, la franquicia entrega la cuarta película y va directo a la plataforma, a 40 años exactos de la primera entrega. 

Beverly Hills Cop: Axel F vuelve sobre los pasos del protagonista ya pasados los 60 años y con el mismo ímpetu de policía callejero en Detroit. La película tiene una primera gran escena de acción cuando el rebelde detective frustra un asalto en un estadio de hockey sobre hielo. Esa escena muestra el camino de la producción: mucha persecución callejera, destrucción de autos y menos carreras, golpes de puño y saltos de cercas. Los años no pasan solos y Murphy, aunque en buen estado físico, no es Tom Cruise. 

Obviamente el relato se abre en caminos predecibles pero no transitados anteriormente: Axel tiene una hija, exitosa abogada en Los Ángeles, que es amenazada cuando emprende una investigación que escala a niveles altísimos de corrupción y de poder político policial. Obviamente, Axel Foley viaja a Beverly Hills a ayudarla; obviamente no se llevan nada bien; obviamente terminan trabajando juntos. Muchas obviedades.

El problema es que, en general, esas obviedades funcionan en el subgénero de comedia policial de tinte ochentoso. En el caso de la nueva producción de Netflix, no. Nada sale bien en Axel F. Las escenas de acción son confusas (como suele ser en gran parte de las producciones de Jerry Bruckheimer, acá socio en ese rubro de Eddie Murphy), los chistes no tienen buen remate y el actor protagonista tratando de adaptarse a la corrección política del wokismo, 40 años después, queda desfasado. Pocas veces funciona tan bien el cliché de "película totalmente innecesaria".

Si hay algún acierto que buscarle, con mucho esfuerzo, es la habilidad de Murphy para seguir atrayendo la cámara hacia sí y la inclusión de las viejas leyendas coprotagonistas de las tres películas: Judge Reinhold (Billy Rosewood), John Ashton (John Taggart), Serge (Bronson Pinchot) y Jeffrey Friedman (Paul Reiser). También está el aporte siempre solvente de Kevin Bacon, esta vez como el villano en cuestión. Muy poco para la gran oportunidad que termina desperdiciada. 

El camino de la franquicia 

Antes de la llegada a los cines, Eddie Murphy había construido una sólida carrera como comediante de stand up y TV, como se destaca en la apertura de esta nota. También, antes del estrellato de la primera película de la saga, el actor protagonizó 48 hs, el formidable policial de Walter Hill de 1982. Con 21 años Murphy se robó la película. El protagonista principal era Nick Nolte, en un punto alto de su carrera y Eddie era la estrella cómica, el reo que tiene que acompañar al policía, el embustero con cara angelical. Como siempre, todo fue de él. Tan es así que en la secuela tardía de la película, Otras 48 hs (1990), él figura en los títulos de apertura antes que Nolte. 

Luego de ese éxito de performance tuvo su saga propia: Un Detective Suelto en Hollywood definió como pocas películas la lógica de las comedias policiales, un clásico de la década del ochenta. Y se permitió hacer crecer un personaje a base de oficio y carisma. La segunda parte de la saga, de 1987, permitió expandir la fiebre de Axel en múltiples direcciones y jugar con un fuerte reflejo de época. En una escena, Foley se inmiscuye en La Mansión Playboy, saluda al mismísimo Hugh Hefner, e irrita a sus presas. Pero también no deja de ser el detective callejero de la Detroit destruida por los reaganomics que planta cara a la soberbia superficial de Beverly Hills. 

La tercera película, de 1994, tiene un director con mucho oficio detrás de las cámaras: John Landis (Un Hombre Lobo Americano en Londres). Es un excelente film para revisar y comparar con Axel F. Es la que queda fuera de época respecto de las dos primeras pero, consciente de sus limitaciones, logra reírse de sí misma y surfea perfectamente el disfrute sin pretensiones y con chistes que funcionan muy bien. Las tres están disponibles en Netflix. 

Precisamente con John Landis, Eddie Murphy protagonizó otro éxito: Un Príncipe en New York (Coming To América, 1986). Otra comedia, esta vez en clave romántica, pero con esa irreverencia propia de la década. También con secuela tardía en 2021, Un Príncipe en New York 2 (Coming 2 America) llegó directo a plataformas de la mano de Amazon Prime pero con la misma consecuencia fallida que la otra saga en Netflix.   

Durante la década del 90, Murphy puso su voz para animar y darle vida a Donkey, el burro compañero de Shrek y se animó a jugar en el límite de la comedia familiar con dos tanques: Dr. Dolittle (1998) y El profesor Chiflado (1996). Nunca llegó a igualar el nivel de interpretación y humor extremo de sus apariciones en los ochenta. 

Para cerrar, se pueden destacar dos productos interesantes que destilan genio de su parte: Bowfinger (1999), junto a Steve Martin, una comedia corrosiva acerca del detrás de escena de Hollywood dirigida por Frank Oz. La otra es Mi nombre es Dolemite (Dolemite is My Name, 2019), una película sensacional en varios aspectos. Por un lado, funciona como una biográfica del director Rudy Ray Moore, un pionero del stand up en los 70 y uno de los referentes del cine de blaxploitation, ese subgénero de bajo presupuesto que protagonizaron actores y actrices negras. La mayoría eran policiales y películas de acción. Eddie Murphy personifica a Moore y no solo lo hace bien sino que le impone alma y personalidad, imposible no empatizar con él. 

Por otro lado, la película rompe los moldes de la biopic tradicional y expande los márgenes hacia ser una tesis del género, una mirada hermosa sobre una forma de hacer cine que ya no existe. También el reflejo de un momento político y social determinado como germen de ese arte gracias que está escrirta por el dúo de Larry Karaszewski y Scott Alexander, guionistas especializados en biopics. Entre sus films se encuentran Ed Wood, The People vs. Larry Flynt y Man on The Moon, sobre otro comediante, Charlie Kaufman. Dolemite también fue el fruto de una alianza entre Murphy y Netflix. Solo que con un rumbo mucho mejor que esta nueva aventura de Axel F.

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