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El mercado duda de que haya acuerdo con el FMI antes de las elecciones

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08 febrero de 2021

Algunas semanas, el Gobierno parece muy interesado en avanzar en sus negociaciones con el FMI. En otras, un poco menos. Los vaivenes conducen a la interpretación de que el Gobierno no está tan apurado. Busca, eso sí, dar la sensación de que el diálogo sigue. Habla, incluso, del deseo de tener un acuerdo antes de mayo. Ese mes Argentina el primer gran vencimiento: casi US$ 2.4000 millones con el Club de París. Pero, más allá de esas palabras y el hecho de que hay pocos fondos para afrontar ese pago, crece la idea de que el Gobierno buscará postergar el acuerdo con el FMI para después de las elecciones. La idea subyacente es que el acuerdo con el FMI sería “pianta votos” y acortaría los márgenes de discrecionalidad de la política económica.

Es claro que tanto el FMI como el Gobierno apuntan a un acuerdo a 10 años (Extended Fund Facility) que despeje los pagos de capital en los próximos años a cambio de reformas que mejoren el crecimiento y la capacidad de pago de Argentina. En este nuevo acuerdo las metas fijadas deberían ser alcanzables sin supuestos heroicos, pero también factibles del punto de vista político y electoral. Un ejemplo del primer requisito fue el primer acuerdo del FMI en 2018, que tenía una dosis de optimismo exagerada por lo que al poco tiempo debió ser reformulado”, dice Delphos en un informe.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, declaró la semana pasada que sería aceptable tener un acuerdo en mayo, pero resaltó que es importante arribar a un buen acuerdo. En esa línea, el organismo anuncio una nueva misión del staff para las próximas semanas y también aclaró que se trabaja para finalizar las negociaciones en el plazo deseado por el ministro. “Aunque descontamos que los pedidos del staff serán razonables desde el punto de vista fiscal y monetario, es posible que el 'ala política' del Gobierno prefiera estirar los tiempos hasta pasadas las elecciones para tener mayor margen de maniobra en la política económica”, señalaron desde Delphos.

Según el cronograma de vencimientos con el FMI, Argentina debería abonar en septiembre la primera cuota de capital por US$ 1.850 millones, aproximadamente. También debería abonarse en mayo la mencionada última cuota al Club de Paris, que suma US$ 2.400 millones entre capital e intereses. “En caso de que no se acuerde con el FMI hasta mayo, las conversaciones con el Club de París se aplazarían sin efectuar pagos, tal como ocurrió en 2020. Así, el costo financiero adicional para el Gobierno de posponer el acuerdo serían solo US$ 1.850 millones (0,5% del PIB, aproximadamente)”, agrega el reporte.

El supercepo, por el lado de la demanda y los superprecios de las commodities, por el lado de la oferta, permitirían que el BCRA acumule reservas y el Gobierno tenga divisas para afrontar el pago con el FMI. “Ese aumento de reservas puede financiar el mencionado pago en septiembre, que también podría ser cubierto con una nueva distribución de Derechos Especiales de Giro a los países emergentes en 2021. Sin embargo, el aplazo del acuerdo con el FMI para luego de las elecciones no ayudaría a disminuir la incertidumbre en el corto plazo. Esto podría mantener o inclusive aumentar la debilidad de los activos argentinos a la espera del resultado electoral”, agrega Delphos.

En síntesis, las posibilidades que el acuerdo con el FMI se anuncie luego de las elecciones no son desdeñables considerando la necesidad de maximizar el caudal electoral. “Demorar el acuerdo después de octubre demandaría abonar un pago de capital al FMI de US$ 1.850 millones. con un 'sacrificio' de reservas internacionales, que igualmente aumentarían por las mayores exportaciones agropecuarias y las actuales restricciones a la demanda de divisas. Sin embargo, posponer el acuerdo se interpretaría como una demora en 'hacer los deberes' por parte del Gobierno y puede traer mayor volatilidad para los activos argentinos, especialmente los títulos públicos”, concluyen.

En un informe del Grupo SBS, se abonó una tesis parecida. “Hace tiempo argumentamos que para estabilizar la economía se necesitaba acelerar la tasa de devaluación, plantear una convergencia fiscal más ambiciosa y endurecer la política monetaria; a la vez que agregamos que hacerlo bajo el paraguas del FMI podía impulsar la confianza. Este camino nunca fue atractivo políticamente ya que implicaba medidas costosas en un año electoral, aunque la magnitud de los desequilibrios ponía presión. No obstante, las condiciones cambiaron drásticamente con la notable suba de los precios de los commodities, permitiendo imaginar un mejor desempeño exportador del agro incluso con menor producción. El margen de maniobra aumentó y esto revitalizó la estrategia de mantener el statu quo hasta octubre, administrando los desequilibrios generados en 2020”, señalaron en un reporte. Sin embargo, como Delphos, creen que navegar el 2021 sin el nuevo “deal” con el FMI y con una política fiscal y monetaria más expansiva también generará tensiones.

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