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Los 9 drivers económicos de 2018

La mayoría de los economistas cree que el PIB crecerá en 2018, y hay varios motivos para creer que así será

03 octubre de 2017

En 2018 se saldará el debate que hoy circula entre los economistas sobre si el crecimiento del PIB que se observa por estos días es una mera recuperación cíclica o, por el contrario, el comienzo de un proceso de crecimiento que durará, cuanto menos, un par de años. Por ahora, la moneda caería en la segunda opción y, en rigor, no hay economista, por más contrera que sea, que vaticine una caída del PIB en 2018. En mayor o menor medida, todos avizoran crecimiento. ¿Cuáles son los drivers que avizora el mercado?

Baja del riesgo país y tasas globales (todavía) bajas. El apetito por la renta fija argentina continuará (más aún si avanza la consolidación fiscal) e inducirá una baja del riesgo país, hoy en niveles inferiores a los 400 puntos y, además, “el marco de tasas bajas en el mundo continuará por un tiempo”, dice un reporte de LCG. Es decir, van a haber dólares para Argentina. Ese fue, precisamente, el cuello de botella que tuvo la economía kirchnerista y que pavimentó el camino hacia el racionamiento cambiario y comercial. Hoy, la billetera global está abierta para las enormes necesidades de financiamiento que tiene el sector público y, además, para darle leverage a los privados que salgan al mercado. “La condiciones financieras son las mejores desde 2007”, dice Miguel Kiguel (Econviews).

Viento de cola comercial. Siguiendo con el contexto global, nuestros principales socios comerciales van a crecer y, se supone, aumentar su demanda de nuestras exportaciones, un motor que viene muy frío. Federico Muñoz elabora un índice de crecimiento de nuestros principales clientes (ponderado por su peso sobre nuestra canasta) y encuentra que, en 2018, ese índice tendrá el crecimiento más elevado desde 2011. Obviamente, será clave Brasil, cuya tasa de expansión sería de 2,30% (Boletín Focus), pero también crecerán Estados Unidos, China y los nuevos clientes de Africa y Asia.

Arrastre estadístico. El crecimiento de 2017, a su vez, dejará un arrastre estadístico de 1,7 punto del PIB, dice Muñoz.

Más consumo. Viene algo agazapado y será, quizás, el gran motor del 2018, aunque, como dicen en el Gobierno, “crecerá sustentablemente”. Y no tanto por su tasa de variación sino porque es el elefante en la sala: explica más de 70% del PIB.  Por la desinflación (la suba rondaría el 15%, aunque el BCRA podría dar un batacazo con 10%), crecerá el salario real (llegará a los niveles de 2015), y también subirá el salario en dólares, ya que no esperan grandes variaciones en esa moneda. “Con una recuperación generalizada del empleo privado del 0,8% y un aumento salarial promedio del 1,2% (ponderado por tipo de ocupación), la clase trabajadora podrá aportar 1,1 punto de crecimiento del PIB”, dice LCG. Además, si hay más optimismo sobre el rumbo de la economía  y menos histeria política, agrega LCG, debería verificarse una suba en la propensión a consumir. Sin embargo, hay que ver qué pasa con las tarifas y qué margen dejan en los presupuestos familiares.

Crédito en alza. “Al igual que lo que ocurrió en los mejores años de la convertibilidad, la recuperación del crédito puede ser uno de los pilares que sostenga el crecimiento de la demanda agregada”, sostienen en LCG. En los primeros ocho meses del 2017, el crédito crece 7% en términos reales y la tendencia continuaría en 2018. “Asumir un aumento del crédito al consumo (personales + tarjetas de crédito) de 5% a 5,5% del PIB en 2018 (+31% o +11% real), dados los multiplicadores del gasto, podría agregar 1,4 punto adicional de crecimiento del PIB vía un mayor consumo privado”, señala LCG. “El bajo apalancamiento del sector privado local y la abundante disponibilidad de crédito externo a tasas muy accesibles hacen pensar que la toma de préstamos en el exterior tiene mucho espacio para crecer. Asimismo, el incipiente boom de crédito hipotecario (hasta el año pasado, virtualmente inexistente) debería contribuir a sostener el actual impulso del sector de la construcción. En suma, el crédito promete ser un importante proveedor de impulsos reactivantes durante 2018”, agrega Muñoz.

Más inversión. Como dicen en Hacienda y muestra el Indec, la inversión viene liderando el proceso de crecimiento. Y eso seguirá a medida que se consolide el crecimiento y se extiende la sobrevida esperada de Cambiemos.

Menos riesgo político. Había sido, hasta ahora, el principal limitante y preocupación del mundo inversor. ¿Y si vuelve Cristina en 2019? Los resultados de las PASO mostraron que Cambiemos se encuentra más fuerte que lo pensado (es la primera fuerza nacional) y, además, las encuestas le otorgan favoritismo en la madre de todas las batallas. Y, aun si Cristina se impusiera a Esteban Bullrich, su figura es demasiado divisiva en el mundo peronista como para barajar la posibilidad de que “el movimiento” se abroquele detrás de ella con miras a 2019.

Vienen los PPP. Más allá de que el Gobierno deberá ajustarse el cinturón fiscal en 2018, la obra pública crecerá, dicen en Jefatura de Gabinete, nada menos que 50% en términos reales.  Por esa vía, calculan, vendrían unos $ 35.000 millones en 2018, algo que también ayudaría a dinamizar la competitividad y bajar costos medios.

Reformas estructurales. Es un capítulo enigmático porque no se sabe qué quiere (ni que puede) hacer el Gobierno. Se sabe, eso sí, que tiene varias reformas estructurales en mente (con la reforma impositiva a la cabeza) y que saldrá “agrandado” del ciclo electoral. Si logra avanzar con esa ambiciosa y necesaria agenda, el crecimiento potencial de la economía sería mayor y podría ser un factor adicional para un mayor crecimiento de la inversión.

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