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En septiembre cayó fuerte el empleo y en 2018 se perdieron más de 200.000 puestos

29 noviembre de 2018

Por Juan Strasnoy Peyre 

El mercado laboral profundiza su deterioro al compás de la crisis. Y septiembre, el mes de mayor inflación desde 2002 (6,5%), escenario del pico de la corrida cambiaria que llevó el dólar a $42 y de una caída interanual del 5,8% en la actividad económica, fue una una bisagra. Los datos Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) presentados ayer en la sede de la Secretaría de Trabajo mostraron una fuerte aceleración de la caída del empleo registrado total, que lo llevó a tener su primera marca interanual negativa desde la asunción de cambiemos y a tocar su nivel más bajo en desde julio de 2017. En concreto, se contabilizaron 28.900 trabajadores formales menos que en agosto (-0,2%) y 70.000 menos que un año atrás (-0,6%). Para peor, el grueso de los puestos laborales perdidos durante el noveno mes los aportó el sector asalariado privado, habitualmente asociado al empleo de calidad. Además, el poder adquisitivo se hundió 9,6% interanual.

Tras un 2017 de moderado crecimiento liderado por los monotributistas, que acompañó la recuperación económica, el mercado laboral abrió 2018 con un lento declive, que comenzó a acelerarse con el comienzo de la corrida cambiaria. Pero septiembre fue aun más allá. Así, en los primeros nueve meses del año ya se destruyeron 202.600 empleos. En el noveno mes, se contabilizaron 12.182.400 trabajadores registrados, la menor número en 14 meses. Hay que retroceder hasta julio del año pasado para encontrar un dato más bajo (12.169.700).

José Anchorena, el titular del área de estadísticas laborales, consideró que “el empleo viene resistiendo pero en septiembre sí vimos una caída”. En un encuentro con periodistas, del que participó El Economista, dio su mirada: “En septiembre, con el shock cambiario, había una paralización de las vinculaciones. Ahora la tasa de salida puede variar un poco. Pero lo que cambia mucho y hace que el empleo suba o baje son los movimientos fuertes de la tasa de entrada, es decir, las vinculaciones”.

Como era previsible, por la escalada del dólar y de los precios, ese mes también se profundizó el desplome del salario real. Según los datos del SIPA, el deterioro fue del 9,6% en el sueldo promedio (en agosto era del 6,1%) y del 12% en el mediano.

El retroceso laboral es muy importante. Pese a que la caída de 0,6% interanual en el empleo formal pueda no sonar a mucho, para balancearla en su justa medida hay que tener en cuenta que anualmente la población crece 1,2%. Con la pérdida de puestos de trabajo en marcha y la fuerte incorporación de personas al mercado laboral empujadas por el derrumbe del poder adquisitivo, se espera un crecimiento de la desocupación por encima del 10%.

Derrumbe general

La caída de septiembre fue transversal. De los 28.900 empleos perdidos en el mes, 23.500 correspondieron al sector privado, 4.600 al sector público y 800 eran monotributistas sociales.

Entre los privados, sólo crecieron los monotributistas (+4.900) y los trabajadores de casas particulares (+1.700). Pero el gran motor de la marcha atrás fue la destrucción de 29.000 puestos asalariados privados, lo que significa una caída contra agosto del 0,5% (0,3% en la serie desestacionalizada). Con esta declinación, el trabajo formal en relación de dependencia se hundió por debajo del nivel ya no únicamente de 2015 sino también de 2017 (ver gráfico). Es que la cantidad de asalariados privados registrados en el SIPA bajó a 6.185.900, o sea, 35.600 menos (0,6%) que en septiembre del año pasado y 51.700 menos (0,8%) que en el mismo mes de 2015.

También fue muy extendido el retroceso en las distintas ramas de actividad. De hecho, las seis que más asalariados ocupan expulsaron trabajadores en septiembre (ver gráfico): el comercio, 7.900; la industria, 9.300; las actividades inmobiliarias y empresariales, 2.600; transporte, almacenamiento y comunicaciones, 2.200; la construcción, 4.900; y la enseñanza, 300. En su mayoría, se trata de ramas muy sujetas a los vaivenes de la actividad. En términos relativos, la mayor caída fue en la construcción (1,1%), que el año pasado había sido el motor del crecimiento, pero este año acusa los golpes de la recesión, el ajuste en la obra pública y la causa de los cuadernos de las coimas. Mientras que la industria, el sector de la economía más afectado por la crisis, volvió a ser la que más puestos de trabajo destruyó y desde noviembre de 2015 ya acumula una sangría de más de 100.000 empleos.

 

Proyección

“Estamos en un momento de incertidumbre, que hace difícil establecer tendencias. Pero si sigue la estabilidad cambiaria, que está consolidándose, y si los nuevos precios relativos, que mejoran los equilibrios macro del país dan lugar a un crecimiento sostenido a través de las economías regionales, habrá que ver si en los primeros trimestres del año que viene hay una reversión de esta caída. Esperemos a ver en qué mes encontramos el piso, de acá al 1º T de 2019”, dijo Anchorena.

Lo cierto es que los datos de octubre de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL), que también presentó ayer en Trabajo, no deja buenos augurios. El sondeo realizado entre más de 3.000 empresas de doce aglomerados del país, que la secretaría utiliza como predictor de los datos del SIPA, arrojó una caída mensual del 0,3% y un derrumbe interanual del 1,6%.

Por el lado de las expectativas empresarias de contratación para los próximos tres meses, hubo una leve recuperación respecto del dato del mes pasado, que había sido relevado en el momento más álgido del shock cambiario. Sin embargo, las expectativas netas se ubicaron en un aún muy bajo 0,9%, lejos de la zona de estabilidad (entre 3% y 6%).

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