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“Somos una oposición constructiva, no un cogobierno”

Entrevista a Jorge Sarghini presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y legislador del Frente Renovador.

01 julio de 2016

¿Cómo ha llevado hasta aquí la tarea de ser presidente de la Cámara de Diputados bonaerense no siendo, precisamente, parte de la alianza de gobierno?

Es una situación atípica. Que implica un gran desafío. Y, a juzgar por los resultados y las formas, de la que me siento bastante satisfecho. En principio, nuestra fuerza política tiene un compromiso con la gobernabilidad y con la hoja de ruta que marca la gobernadora María Eugenia Vidal. De esta Cámara, sin que ninguna ley saliera tal cual entró, fueron aprobados el Presupuesto, con su respectivo endeudamiento; y, luego, las emergencias en seguridad y servicio penitenciario, administrativas y en infraestructura. Y esto, más allá de que no tengamos, como fuerza política, y yo en particular, las expectativas que tiene el Gobierno respecto de los resultados positivos de estas leyes de emergencia.

La relación del Frente Renovador con el Gobierno de la provincia resulta, hasta aquí, diferente de la que tiene con el Gobierno Nacional. ¿Comparte?

Los temas que se debatieron en la provincia han tenido más que ver con la gestión. Y es más fácil encontrar los acuerdos cuando se apoyan en la búsqueda de instrumentos que la gobernadora considera necesarios para su tarea cotidiana. Los temas nacionales, en cambio, dan la posibilidad de mayores discusiones, más profundas. Pero finalmente, también en este caso, las mayorías de las leyes que el Gobierno ha propuesto, las tuvo, fruto de las negociaciones y los acuerdos.

Algunos críticos de esa relación en la provincia hablan de cogobierno.

Es una falta de entendimiento del rol del legislador y de lo que significa asumir un compromiso con la gobernabilidad. Veníamos de tiempos en los que las cámaras eran conducidas por oficialistas y todo se votaba según esa lógica, sin modificar nada por parte del oficialismo y de oponerse a todo de parte de la oposición. Esto, por suerte, cambió. La gobernadora tiene los instrumentos para poner en marcha una provincia que recibió en condiciones muy malas, pero ningún proyecto de ley se aprobó tal cual ingresó. No obstante, una cosa es facilitar ciertos instrumentos y otra cosa es cogobernar. Nosotros no hemos ocupado lugares en el Poder Ejecutivo, salvo aquellos en organismos de control en donde la oposición tiene un lugar. Y esos, sí, los hemos peleado. Pero para hacer valer nuestro lugar de opositores propositivos.

¿Piensa que esta relación tenderá a variar camino a las elecciones legislativas de 2017?

No tiene por qué modificarse. Hemos dicho que queremos ser una alternativa superadora, tanto en el plano nacional como en el provincial. La elección es legislativa y tiene su relevancia, sí. Pero tenemos esa aspiración y no apostamos a que el Gobierno fracase. Por eso hemos decidido acompañar, porque somos concientes de que los problemas son demasiados y las demandas de la gente, también. Y no podemos obstaculizar. Ahora, esto no quiere decir que pensemos en un futuro coincidente. Vamos a elaborar nuestra alternativa, a partir de una oposición constructiva.

¿Cómo ve al Frente Renovador en ese camino y cómo ve al peronismo, en términos más generales? ¿Hay posibilidades de confluencia con el PJ, por ejemplo?

El Frente Renovador va a seguir su camino de manera casi lineal. Es decir, con una conducta propositiva. La estructura del peronismo, mayoritariamente, acompañó al Frente para la Victoria. Y luego de la derrota, y con los hechos que son de público conocimiento, ese espacio está en un debate interno, del que todavía es difícil predecir cuál será su final. Eso no quita la posibiliad de que nuestra fuerza se fortalezca sobre aquel sector de la sociedad que, en su momento, creyó que el FpV podía darle respuestas a sus demandas, y vio frustradas sus expectativas. Pero sería muy perjudicial para nosotros perder nuestro perfil. También venimos trabajando con otras fuerzas, como el GEN de Margarita Stolbizer. Ese es un camino que deberíamos afianzar y que muestra con bastante claridad hacia donde vamos.

Parece existir una estrategia de Cambiemos destinada a captar intendentes peronistas, del Frente Renovador y del Frente para la Victoria. El caso de Joaquín De la Torre parece el más conocido. Pero también sucede algo parecido con el de Chascomús o de Azul. ¿Hay preocupación?

Preocupación, no. Sí estoy observando que, con mayor sutileza, con otro estilo y otras formas de ejercicio del poder, no con la brutalidad del kirchnerismo, el oficialismo se ve tentado a seducir a partir de las necesidades de los municipios y las provincias. Y hacerles creer que no hay mejor garantía para la gobernabilidad que acercarse hacia ellos. Sería un grave error si siguiera con eso.

¿Qué análisis hace del rol de Sergio Massa, hasta aquí y de aquí en más?

Lo evalúo muy positivamente. Está siendo consecuente con lo que dijimos. Cada cuestión que planteó el Gobierno como discusión fue acompañada por propuestas alternativas o complementarias, a partir de nuestra agenda de campaña. Me refiero a la ley del arrepentido, la reducción del impuesto a las ganancias, la devolución de la coparticipación? En la provincia, la ley del límite a las reelecciones indefinidas surgió de nuestro espacio. Formaba parte de nuestro compromiso de campaña. De hecho, con quien más tuvimos que discutir para que avanzara fue con el propio Cambiemos. ¿Cómo vamos a seguir? Exactamente igual, proponiendo las cosas que nos expresan y con las que nos comprometimos. Sin obstruir al oficialismo, pero complementando la agenda.

¿No podría desdibujarse esa avenida del medio en los tiempos por venir? ¿Y no es una dificultad del espacio no haber podido extender su armado más allá de los límites de la provincia de Buenos Aires?

Acepto el desafío que plantea ir por esta avenida del medio. Es más fácil ser oficialista y acompañar las políticas del Gobierno, o ser opositor cerrado y negarse a todo. Plantea una sutileza mayor, un esfuerzo mayor y el riesgo de desdibujarse, si no se lo hace correctamente. Pero hasta ahora eso no ha sucedido y no va a suceder. No sólo porque entendemos qué es lo que corresponde, sino porque, además, hay una aceptación por parte de la gente respecto de esta forma de hacer política. La adhesión de Massa en todas las encuestas así lo indica. A eso, es cierto, habrá que agregarle un mayor armado territorial, porque toda elección lo supone. Pero no hay que apresurarse, porque las próximas son muy “provinciales”. El armado nacional, en todo caso, vendrá después de que se diriman estas cuestiones. No quiere decir que algunos vínculos no se busquen o no se consoliden. Nosotros tenemos los nuestros. Como nuestra cercanía con el exgobernador José Manuel de la Sota. De todos modos, hay que ser autocríticos. Ese trabajo no lo hicimos de la manera en que debíamos después de las elecciones de 2013. De los errores hay que aprender.

¿Cómo evalúa la gestión de María Eugenia Vidal?

Sería injusto evaluar la gestión de Vidal si, antes, no se es muy duro con la herencia recibida: el peor gobierno de la historia democrática de la provincia de Buenos Aires. Déficit fiscal, pero también de prestación de servicios, de infraestructura, deterioro institucional. Pero no creo que, durante estos primeros meses, se vislumbren soluciones o un camino que marque claramente que se empiezan a resolver los problemas. Por lo menos, no lo observo con claridad. Podemos admitir que luego de muchos años se iniciaron las clases en término y esto, en principio, es una mejora. Ahora, no se observa avances en cuestiones de fondo en educación. En materia hospitalaria las cosas están igual. Los programas de inversión en infraestructura todavía no se han iniciado. Lo mismo en términos de seguridad. Están abiertas las expectativas. Espero que puedan cumplirlas.

¿Cree que se podrá avanzar en “descongelar” el Fondo de Reparación del Conurbano?

Es muy legítimo el reclamo de la provincia respecto a los recursos. Es histórica la discriminación. Recibe por habitante un séptimo de los fondos de las provincias que más reciben. Y recibe mucho menos de las provincias que podrían ser comparables, como Santa Fe o Córdoba. No hay explicación objetiva para eso. La provincia plantea el camino de volver al viejo Fondo del Conurbano. Lo que sucede es que, al establecerse el tope, en su momento, todo lo que perdió Buenos Aires lo ganaron las otras. Que, si bien perdieron menos, también perdieron en estas dos décadas. Por lo tanto, reivindico el reclamo, pero no creo que el camino, por razones de orden político o de justicia, sea ése. Imagino una solución parcial, con un acuerdo bilateral entre Nación y la provincia. En este sentido, me gustaría remarcar que el Gobierno Nacional empezó mal, porque aumentó la coparticipación de la Ciudad, de 1,4 a 3,5. Que, en verdad, es casi 6,5 de la masa coparticipable de las provincias. Con lo cual, lo se hizo fue transferirle a la ciudad un 33% más por habitante. Y eso, claramente, es inequitativo. No debería haber empezado por la Ciudad, que estaba lejos de ser la más postergada.

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