Con más del 97% escrutado, la elección presidencial terminó con una diferencia de 8 puntos entre Alberto Fernández y Mauricio Macri: 48,10% vs 40,37%. Una cifra considerable, pero bastante menor a la esperada en la previa, cuando se hablaba de brecha de 15-20 puntos entre uno y otro.
Con esos números, hubo alguna satisfacción moderada en la tropa de Juntos por el Cambio y, también, enojos por haber perdido una elección que no era imposible de ganar.
En redes sociales, hubo de todo. Desde pases de facturas internos hasta lamentos por la crisis iniciada en 2018. Sin su ingrata aparición en escena, razonaban algunos, Macri no sería solo el primer no peronista en terminar su mandato sino que hubiera sido reelecto. Contrafácticos que quedarán para los historiadores.
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Un blanco del enojo fueron las terceras fuerzas (excluyendo a la izquierda), es decir, Roberto Lavagna, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert: tercero, quinto y sexto, respectivamente. Sumados, los dos economistas más el excarapintada obtuvieron 9,5 puntos. En el macrismo creen que, si esas candidaturas no hubieran existido, la película pudo haber sido otra.
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En otras palabras, sus candidaturas, decían en el universo de Juntos por el Cambio, fueron funcionales a la victoria del Frente de Todos. Algunos, incluso, recordaron el accionar de Lavagna en 2007 cuando dividió el voto opositor y permitió la primera victoria de Cristina.
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