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Temporada alta de engaños y amagues en la política

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29 abril de 2021

Por Daniel Montoya (*)

El arte de la guerra se basa en el engaño”, Sun Tzu dixit. En un marco general, donde la popularidad de Alberto Fernández y de su gestión está en zona roja, los engaños, amagues y presión política interna dentro de la coalición se exacerban.

Más aún, cuando a una administración peronista en el medio de un experimento inédito de una gestión cuyo liderazgo político reside en la vicepresidencia, lo agarra encima una peste de frente que puso de rodillas a muchos países y líderes mundiales. Llueve sobre mojado.

Una encuesta reciente de Zuban Córdoba estima un diferencial de 5% negativo para el Presidente como para su gobierno, mientras que un flamante sondeo de Synopsis revela una brutal caída de popularidad en el ámbito de un pilar electoral del Frente de Todos. En 12 meses, la imagen positiva del Gobierno entre los jóvenes de 16 a 29 años cayó desde un altísimo 77% a menos de un paupérrimo 20%.

Si de gestión de la economía se trata, la aprobación del manejo del área alcanza el récord de un neto negativo de casi 50%, según estudio reciente de Isonomía. Un buen motivo para que se enoje Ginés González García, cuya área (Salud) apenas se encuentra 2% en territorio negativo de acuerdo a la misma fuente. “Si a mí me echaron del Gobierno con esos indicadores, a Martín Guzmán lo deberían tener durmiendo en cama de clavos hace tiempo”. El exministro podría imaginar esa idea con legitimidad. En ese contexto, empezaron a prosperar los amagues y engaños dentro de una actividad que, parafraseando a Carl von Clausewitz, no es nada más que la continuidad de la guerra por otros medios.

En primer término, ya hay movimientos en el área de la estación Florencio Randazzo. Además de un par de fotos de ocasión con el siempre misterioso Roberto Lavagna, ya se la ve muy activa a Florencia Casamiquela, alta coronel de la escudería chivilcoyana.

En tal sentido, cabe preguntarse si tal movimiento es amague, presión o amenaza creíble de armado de una tercera vía que apunte a capitalizar electoralmente en la zona del 29% de los encuestados que no sienten cercanía a ningún espacio político, sobrepasando inclusive los simpatizantes de las dos grandes coaliciones (el Frente de Todos y Juntos por el Cambio), según estudio reciente de Grupo de Opinión Pública y Trespuntozero.

Ya pisando el mes de mayo, en la más probable hipótesis de que falten escasos 90 días para la inscripción de listas para las PASO, resulta difícil imaginar un tercer equipo saliendo a la cancha y más razonable la idea de que, habiendo terreno electoral fértil para la aparición de un líder peronista díscolo, ello impacte más por el lado del proceso de composición de listas y, en última e importante instancia, en la formulación y rumbo del gobierno una vez transcurrida la elección de medio término próxima.

Teléfono para quienes esperan cambios de gabinete y de rumbo del gobierno: esperar a octubre o a noviembre en caso de que posterguen un mes las elecciones.

Pero si de tercera vía hablamos, ¿cómo no brindarle un párrafo a su licenciatario local de la marca Sergio Massa, con su famosa ancha avenida del medio? Si bien el exintendente de Tigre y hoy presidente de la Cámara de Diputados firmó su incorporación de último momento al oficialismo en 2019, hoy aprovechó su debilidad para imponerle su proyecto de eliminación del impuesto a las ganancias, una concesión fiscal que poco tiene que ver con la base política todista y, en simultáneo, presionarlo para la realización de la PASO en la misma fecha de la elección final, un capítulo aún no resuelto.

Esa suerte de ley de lemas le permitiría al líder del hoy escuálido Frente Renovador presentar solapados todos sus candidatos sin el duro baño de realidad de la PASO, una instancia donde quedaría a la vista una gravitación electoral que, con toda la furia, no debe sobrepasar del 5% del electorado. En tal sentido, está claro que hoy Massa existe, también sus trucos, aunque no el massismo.

Por otra parte, también suenan tambores peronistas en la zona centro. En Córdoba, puntualmente. Desde versiones de una candidatura presidencial del gobernador Juan Schiaretti hasta su integración a una fórmula 2023 junto al jefe de Gobierno de CABA, Horacio Rodríguez Larreta. Por cierto, una operación política con mucho de fantasía y poco de sustento. El dirigente cordobés enfrenta el enorme desafío, algunos hablan de maldición, del tercer mandato y en ese contexto complejo tiene que resolver, en paralelo, la sucesión local de un proyecto político con más de veinte años de rodaje y, a su vez, responder a la presión del gobierno central que hace poco lo forzó a una foto atípica en su oficina junto a funcionarios y legisladores nacionales que lo visitaron con la no muy sutil misión de evitar que Schiaretti saque los pies del plato. Puntualmente, el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; su secretario e intendente de Villa, María Martín Gill y los legisladores nacionales por Córdoba Carlos Caserio y Gabriela Estévez. Un buen pressing que le dicen en el fútbol.

Al igual que la tercera vía, aquí tampoco pueden esperarse grandes novedades políticas. El gobernador tiene que llegar a 2023 pudiendo aguantar su caja de jubilaciones, con un buen flujo de dinero para obras públicas y sin ninguno de los incendios que enfrentaron en el pasado Eduardo Angeloz y José Manuel de la Sota. Solamente eso.

En otro plano, aunque no menos político, aparece la Corte Suprema de Justicia, hoy con un expediente caliente en sus manos cuya simple demora en su tratamiento representa alguna señal política a favor de Rodríguez Larreta. En la medida de que las escuelas de la ciudad de Buenos Aires permanezcan abiertas, ello constituye una victoria para quien resistió su cierre a partir del DNU del Gobierno Nacional que vence esta semana.

La (otra) oposición

Por último, ¿cómo podría quedar al margen la oposición de la temporada alta de engaños y amagues? En primer lugar, con el lanzamiento simultáneo de “Primer tiempo” de Mauricio Macri y “Mi camino” de María Eugenia Vidal.

Al día de hoy, parece que el libro de la exgobernadora de la provincia de Buenos Aires viene punteando en el ranking de ventas. Antes que nada, una noticia muy bienvenida para un mercado editorial castigado por esta recesión que en Argentina ya debería formar parte de la bandera nacional junto con el sol y el celeste y blanco.

En lo profundo, ello alimenta la idea de que el PRO largará a la cancha cuatro candidatos competitivos. Macri, Vidal, Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, quien ya se había anticipado en el mercado literario con su “Guerra sin cuartel” y su evidente poca inclinación por las metáforas.

Sin embargo, ¿existe tal competencia dentro del PRO o tal como ocurrió en la otra vereda política, aparecerá llegado el momento su fundador y líder y ordenará el tablero político acorde a sus chances electorales? “Me dan los números así que voy de 1” o, de mínima, jugando en espejo con Cristina Kirchner, “apuntalaré la postulación de Horacio o de María Eugenia yendo de 2”.

La realidad podría ubicarse dentro de estas dos definiciones imaginarias más que en una aparente competencia interna, a la que el PRO nunca se inclinó mucho. ¡El Frente de Todos tampoco, eh! Desde aquella interna del peronismo entre Carlos Menem y Antonio Cafiero de 1988, ese fenómeno político quedó como el oso panda, un animal en vías de extinción.

Curiosamente, los únicos que podrían aportar sorpresa en este espacio político son los radicales. ¿Tendrán la capacidad de colar en el ticket presidencial a un tapado como Martín Lousteau o Facundo Manes? Ojalá.

La política argentina, además de fracasar estrepitosamente en los últimos años, se hizo además demasiado aburrida y previsible.

(*) Analista Político

@DanielMontoya_

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