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Luego de la crisis, pocos cambios de fondo

Es inevitable que a partir de ahora, todos los movimientos del Gobierno se lean en clave de tensión entre dos sectores que tienen lecturas diferentes de la realidad.

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20 septiembre de 2021

Por Augusto Milano

Luego de una semana vertiginosa, y para el olvido, en la que se barajaron múltiples alternativas, hoy asume un nuevo gabinete, pero la situación de base no será muy distinta a la previa a las primarias.

El Gobierno tiene ahora un gabinete con figuras con mucho más peso político que el anterior. Son incomparables en ese sentido, Juan Manzur con Santiago Cafiero, Aníbal Fernández con Sabina Frederic y Julián Domínguez con Luis Basterra. Será tarea del Presidente que logre armarse un funcionamiento armónico del gabinete porque el origen de sus integrantes es muy diferente. ¿Se sentirá cómoda el ala más progresista del gabinete con Manzur?

Pero más allá de los nombres, se pondrán en marcha las medidas que estaban previstas antes de la derrota que apuntan a ponerle dinero en el bolsillo a la gente. De hecho, los ministros con mayor responsabilidad en ese terreno, Martín Guzmán, Matías Kulfas y Claudio Moroni, continuarán en sus cargos.

Los candidatos del oficialismo no perdieron por las gestiones de Cafiero, Biondi, Frederic o Solá sino por el deterioro del nivel de vida de muchos sectores lo que impactó fuerte en el conurbano bonaerense, columna vertebral del voto peronista. Modificar esa situación, es la condición necesaria para revertir el resultado electoral, o al menos moderarlo, en noviembre.

Si bien toda la conmoción pos primaria concluyó en un punto razonable, el proceso previo no lo fue y todavía falta saber sus costos. El veredicto se conocerá el 14 noviembre.

Está claro que se consolidó el poder de Cristina dentro de la coalición. Quedaron en el Gobierno todos los funcionarios más afines a ella, incluyendo al ministro Eduardo de Pedro que lideró un acto de deslealtad política con el Presidente.

Por lógica consecuencia se redujo el poder de Alberto Fernández. Tuvo que desplazar a algunos de los funcionarios que le eran más afines. Pero el punto clave es que se vio forzado a concretar cambios. Luego de una derrota electoral, los gobiernos suelen hacer modificaciones, pero inicialmente, Fernández quería mantener al gabinete porque entendía que ya estaban trazados los próximos pasos con los que aspiraba a mejorar el desempeño electoral. Además, en caso de repetirse el resultado de las primarias, los flamantes integrantes del Gabinete se desgastarían rápidamente. El Presidente quería dejar los cambios para después de las generales, pero la vice no.

Y se impuso el criterio de Cristina, pero pagando el costo de blanquear, mediante una carta, las diferencias que tiene con Alberto. Transmitió una imagen de división interna que nunca es bien recibida por los votantes y puso en situación incómoda a los candidatos del oficialismo que hicieron campaña destacando la unidad del Frente de Todos que demostró no ser tal y porque la defensa que ellos hacían de la gestión del Gobierno no era compartida por la líder política del espacio.

El Presidente comprendió que no tenía margen para imponer su criterio frente al de la vice. Sigue sin haber espacio real para el albertismo, pero es inevitable que a partir de ahora, todos los movimientos del Gobierno se lean en clave de tensión entre dos sectores que tienen lecturas diferentes de la realidad.

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