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El lugar del sistema político

En Argentina hay un federalismo extremo en materia electoral que tiende a acentuarse

10 julio de 2015

Si bien suele decirse que la política argentina vive una personalización muy marcada, no cabe duda de que las culturas políticas siguen muy arraigadas. El peronismo y el radicalismo son identidades reconocibles. A su vez, el PRO se estructuró como partido más allá de que gire en torno a la figura de Mauricio Macri. Eso le da una ventaja frente a otros espacios que han renunciado a toda construcción orgánica como es el caso del Frente Renovador de Sergio Massa. Un país con sistema presidencialista y estructura federal difícilmente pueda tener partidos rígidos que son propios de los países unitarios y parlamentaristas. Por lo tanto, que los partidos sean flexibles y tengan estrategias diferenciadas en los distintos distritos del país no quiere decir que no expresen realidades políticas concretas. El FpV viene actuando como un partido desde hace mucho tiempo con un liderazgo aceptado y una trayectoria compartida. La UCR definió su estrategia electoral en una convención propia de un partido que reconoce lazos comunes. La personalización de la política es una tendencia global, pero no barrerá a los partidos. De hecho, todos los países desarrollados tienen partidos que funcionan. Los hay en Estados Unidos, Alemania y Japón entre otros. Por eso es clave para Argentina que exista un sistema de partidos que funcione, porque eso facilita diseñar políticas de largo plazo. Nada asegura que los espacios creados entorno a una persona perduren en el tiempo. Otro paso importante para la política argentina sería limitar el federalismo extremo que hoy lo caracteriza. El país tiene un calendario electoral caótico y conviven los más variados sistemas. Sólo tres distritos tienen balotaje, hay provincias unicamerales y bicamerales y no todas tienen renovación parcial de sus legislaturas. También son diferentes los sistemas de votación y no todas tienen primarias. Entre las que lo tienen, algunas adscriben al formato nacional mientras que otras diseñaron uno propio. Hay provincias que permiten la reelección indefinida para los gobernadores, dos no contemplan la reelección inmediata ?Mendoza y Santa Fe? mientras que la mayoría acepta sólo una reelección inmediata. Es evidente que no puede pensarse en una legislación homogénea pero sí se puede aspirar a que haya algunos principios comunes como terminar con las reelecciones indefinidas y lograr que no haya sistemas electorales en las provincias que sobrerrepresenten a las mayorías y castiguen a las minorías. Hay toda una serie de mecanismos que favorecen fuertemente a los oficialismos y de esa manera la democracia se queda sin un elemento clave que es la alternancia en el poder. Las PASO constituyen un avance para darle más poder a los ciudadanos frente a los aparatos partidarios, pero podrían tener algunas modificaciones como la posibilidad de recomponer fórmulas. La legislación de la CABA así lo permite. Otros cambios importantes en el funcionamiento del sistema político son muchas más complejas y requieren reformar la Constitución. En ese plano puede mencionarse la sobrerrepresentación que tienen en el Congreso las provincias más chicas y la subrepresentación de otras como Buenos Aires. Hay varias distorsiones como la que permite hace que la CABA tenga mucho más diputados que Córdoba y Santa Fe pese a tener menos habitantes. Pero quizás la distorsión mayor sea la renovación parcial de la Cámara de Diputados que es un caso único en el mundo. Ese mecanismo lleva a que el Congreso no refleje las preferencias de los ciudadanos expresada en las últimas elecciones. Hay reformas más sencillas que otras pero el debate no puede soslayarse porque un sistema político que funcione adecuadamente es clave para el desarrollo del país.

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