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¿Será esta vez, Venezuela?

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Santiago Leiras 03 junio de 2021

Por Santiago Leiras Politólogo y Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA

Una nueva oportunidad para la negociación se abre, aún con un resultado incierto, en Venezuela: un oficialismo que ha fracasado en obtener legitimidad internacional como así también en levantar las sanciones externas y una oposición con legitimidad externa pero impotente para poder cambiar el régimen autoritario se ven obligados a negociar, de acuerdo a la tesitura planteada por el escritor venezolano Alberto Barrera Tyszka en un artículo publicado recientemente en el diario The New York Times bajo el título “Venezuela: el largo retorno a la negociación”.

Siendo auspiciosa la posibilidad de contar con esta nueva oportunidad, y existiendo incentivos para encarar una nueva negociación, merecen ser destacados algunos de los principales problemas a encarar en esta etapa.

- El primero y no por ello menos importante es como reestablecer la confianza política ante el fracaso de otras mesas de negociación: recordemos al respecto el naufragio de aquellas iniciativas de mediación llevadas a cabo en 2014, 2016 y 2019 con la intervención de actores con fuerte influencia moral como es el caso de Noruega, espiritual como es el caso del Vaticano o política como el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, quien se terminó transformando en un involuntario vocero del régimen venezolano.

- El segundo problema es si se puede limitar el proceso de negociación definiendo el mismo como un conflicto exclusivo entre actores internos representados en el oficialismo (más monolítico con base en un partido-Estado, las fuerzas armadas y otras organizaciones sociales que ejercen funciones de control social) y la oposición al régimen (todo un desafío esto último dada la fragmentación opositora); Estados Unidos aspira a preservar su alicaída influencia geopolítica en la región, amenazada por la cada vez más fuerte presencia china, bajo el impulso de nueva administración de Joseph Biden, China y Rusia ejercen una significativa influencia en la política interna venezolana en el marco de una política de intercambio de financiación externa el primero y provisión de armamentos el segundo por acceso a recursos básicos (petróleo, oro entre otros) y Cuba hace lo propio, con un especial interés en preservar el control de la estructura de inteligencia en las fuerzas armadas venezolanas. Cabe preguntarse, entonces, cómo sería encarar un proceso de negociación en el contexto de un conflicto a todas luces internacionalizado.

- El tercero tiene relación con el rol que tendrían las Fuerzas Armadas venezolanas en este proceso de negociación, tratándose de un ejército politizado y cooptado a través de la participación en negocios públicos y privados, legales e ilegales que ha asegurado hasta la fecha una relativamente sólida base de sustentación al régimen que encabeza Nicolás Maduro. Las Fuerzas Armadas son parte de y son el Gobierno, el Estado y el régimen político. Esto sin duda complejiza cualquier negociación en términos de cómo encarar el problema, si con una noción punitiva ?al estilo de la llevada por Argentina durante la década de 1980-; transicional ?como la ensayada en Sudáfrica o Colombia- de Justicia o un esquema liso y llano de olvido y perdón y preservación de prerrogativas institucionales, como en Brasil.

- Por último, un gran desafío representa establecer el contenido de la agenda de negociación: dado que la misma puede involucrar compromisos en torno de las reglas e instituciones políticas, que tipo de compromisos podrían alcanzarse y sobre que procedimientos e instituciones. ¿Sistema electoral? ¿Composición del Consejo Nacional Electoral y los organismos de control institucional? ¿Condiciones del proceso electoral y su monitoreo por parte de actores estatales y no estatales internacionales? ¿La cuestión militar? He aquí un boceto de una posible hoja de ruta.

Como he sostenido en otras oportunidades, resulta Venezuela un verdadero desafío para los expertos en transiciones de régimen político. La vieja bibliografía transitológica no resulta apta para dar respuestas a problemas nuevos y hay que pensar, entonces, en una nueva antología y los pactos antes ensayados tampoco parecen servir como referencia para una nueva hoja de ruta en la negociación.

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