Este jueves, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibió a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, en la Casa Blanca, y las discusiones estuvieron centradas en la guerra de Ucrania, el comercio y las relaciones de Italia con China.
Junto a Biden, en el Despacho Oval, Meloni consideró que "nuestras relaciones son sólidas. Atraviesan gobiernos y se mantienen sólidos independientemente de sus colores políticos. Sabemos quiénes son nuestros amigos en tiempos difíciles".
Por su parte, Biden felicitó a Meloni por su firme postura sobre Ucrania, aunque indirectamente le recordó que Italia se ha acercado demasiado a China.
"Estamos hablando de nuestra conexión económica cada vez más profunda que ha impulsado más de US$ 100.000 millones en comercio el año pasado. En mi opinión, no hay ninguna razón por la que eso no pueda aumentar", agregó el líder demócrata.
Así, puso contra las cuerdas a Meloni, principalmente teniendo en cuenta que, en 2019, Italia se convirtió en la primera y, hasta ahora, única nación del G7 en unirse al plan de infraestructura de la Belt and Road Initiative, de China.
Se considera que es muy poco probable que Italia renueve el acuerdo con China cuando expire en marzo de 2024, y Meloni ya dijo que era posible tener buenas relaciones con Pekín sin ser parte del pacto.
Consciente del regaño de Biden, Meloni describió deliberadamente a EE. UU. como "nuestro socio comercial más importante fuera de la Unión Europea".
De esta forma, contra todo pronóstico, Meloni se ha establecido como una socia occidental confiable y fundamental para las reuniones del G7 y la OTAN.
Sin embargo, es probable que las tensiones con Rusia y Ucrania estén ocultando algunas polémicas decisiones internas que Meloni ha tomado y que afectan a los inmigrantes y miembros de la comunidad LGBT, y que, por el momento, Biden prefiere ignorar.