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Las acciones saltan, pero los bonos siguen sin reacción

La expectativa de cambios políticos está resucitando el valor de las acciones argentinas, pero el Estado está fundido y los bonos no reaccionan

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Luis Varela 18 octubre de 2021

Con 4,91 millones de muertos en casi dos años de pandemia, el gran desafío que planteó el Covid-19 para la humanidad fue tan importante que provocó como efecto secundario un gigantesco salto en la evolución de la medicina, con pasos que de otro modo quizás hubieran requerido años para ser logrados.

Hoy, además de todo lo vinculado al virus, hay estudios médicos notables, muchos ya muy conocidos, como tomografías computadas, resonancias magnéticas, comparencias moleculares y otras cosas misteriosas cuyos alcances las hacen casi innombrables. Todo está muy lejos de aquellas radiografías comunes que miraban los médicos en pizarras iluminadas, mostrándoles a los pacientes inquietos qué era lo que tenían adentro.

Pero el detalle de la radiografía, con fotos precisas que pueden ser comparadas para órganos iguales, con diferencias de tiempo, fue lo que estuvieron mirando esta semana los analistas económicos y financieros para entender qué es lo que está pasando hoy con las variables argentinas y, sobre todo, qué es lo que puede llegar o ocurrir en las decisivas semanas que tenemos por delante.

Los especialistas de la economía perciben con claridad que la Argentina de los últimos seis meses está asediada por una fuerte presión cambiaria, con pérdida de reservas que obliga a acentuar el cepo, con bonos estacionados más o menos en el mismo lugar y con la cotización de las acciones argentinas que acumulan en el último semestre un notable salto del 42% en dólares, convirtiendo a la Bolsa porteña en la que más sube de todo el planeta, mientras que el resto de los recintos bursátiles del mundo anotan en el mismo período un alza promedio del 8%.

La caída del peso 

¿Qué está pasando? ¿Por qué cae tanto el peso? ¿Por qué se pierden tantas reservas? ¿Por qué valen tan poco los bonos? Y, sobre todo, ¿por qué las acciones están resucitando tanto, como si volvieran de la muerte, desde el peor de los avernos. Y, para contestarse esas preguntas lo que están haciendo los expertos es agarrar dos radiografías precisas, dos fotos, las ponen sobre una pizarra iluminada y de manera sorprendente las curvas de casi todo son muy parecidas, casi iguales.

¿Qué fotos toman? ¿Qué radiografías comparan? Toman lo que pasó con los precios de los valores argentinos en las legislativas de medio término que sufrió la expresidenta Cristina Kirchner en 2013, después de haber arrasado en 2011 con el 54,11% de los votos. Y miran hoy lo que pasa con las cotizaciones, a 650 horas de las legislativas del 14 de noviembre.

Y, de manera notable, se ve que en 2013 el oficialismo perdió la elección, con un entonces opositor Sergio Massa destacándose como ganador, y asomando con grandes chances de presidenciable para 2015. Y hoy, a pesar del "plan platita" todas y cada una de las encuestar que recorren el espinel están repitiendo que es casi seguro que en la elección por los porotos el resultado sea igual que en las PASO: 40% para Juntos, 30% para el Frente de Todos y el resto desperdigado, con mucho blanco. 

Lo único concreto que se ve es que la evolución de las cotizaciones de los activos argentinos están gobernadas por tres elementos principales: el oficialismo tiene altas chances de perder el poder en el Congreso (el quórum propio en el Senado y la presidencia de Diputados), después de la elección el Gobierno deberá tragarse rápido un acuerdo con el FMI y los inversores (externos e internos) están absolutamente renuentes a financiar a un gobierno fundido, que no tiene más espacio para seguir subiendo impuestos, porque la inversión desapareció y el empleo nuevo no existe.

Las acciones en alza

Pero, si el cuadro de situación es tan malo, ¿por qué están subiendo tanto las acciones? Simple, los inversores altamente especulativos ven que el gobierno actual va a quedar debilitado después de las elecciones, piensan que para 2023 hay grandes chances de que tome el poder un gobierno más pro-mercado, que facilite los negocios de las empresas. Pero sea quien fuere el que gane se verá obligado a reestructurar la deuda nuevamente, ya que no hay dólares suficientes como para pagar los vencimientos que vienen.

Y lo que promete desde hoy hasta las elecciones cuatro semanas turbulentas es la diferencia entre la "zaraza" y el "apriete". En las últimas horas se vio con claridad de qué modo el jefe de Gabinete, Juan Manzur, se reunió en Nueva York con inversores (segundas líneas en realidad de los acreedores concretos), dejando un poco de lado a Martín Guzmán (al que se lo vio muy incómodo), sin lograr convencerlos de que se queden, y mucho menos de que vuelvan. Al tiempo que el nuevo secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, planteó congelar los precios, meter la nariz estatal en los costos, con gran resistencia empresaria, lo cual anticipa días complejos.

Escenario global complejo

Frente a esta sucesión de incongruencias, Argentina se enfrenta además a un mundo financiero que se sigue complejizando. A lo largo de la última semana EE.UU. informó que sufre la inflación más alta en trece años y se vio además que el nivel de empleo y de consumo estadounidenses está mejorando, lo cual plantea la casi segura posibilidad de que la Reserva Federal empiece a achicar el estímulo de su mercado vía compra de bonos probablemente dentro de tres o cuatro semanas.

Hasta ahora la Fed compra bonos por US$ 120.000 millones por mes en Wall Street (80 papeles de la propia Fed y 40 papeles hipotecarios). Y lo que se dice en la última hora es que desde noviembre la compra de bonos de la Fed se achicará en US$ 10.000 millones y la compra de bonos hipotecarios en US$ 5.000 millones. Sin que por ahora se muevan las tasas cortas, a pesar de que las largas siguen afirmándose: ya está en el 1,12% anual la tasa a 5 años, en 1,57% a 10 años y en 2,05% a 30 años.

Los inversores globales consideran que ese recorte de estímulo es insuficiente, creen que el dólar va a empezar a perder sustento porque bajar de US$ 120.000 millones a US$ 105.000 millones no mueve las agujas, por lo que durante la semana pasada, salvo en Japón (donde hay un lío de endeudamiento importante) el dólar bajó contra todas las monedas: achicó 1,1% en Brasil, 1% contra la libra, 0,5% contra el franco suizo y 0,3% contra el euro.

Dólar afuera y adentro 

Y mientras el dólar baja afuera, en esta Argentina quebrada los dólares financieros libres siguen creciendo, ahora ya más que la tasa de interés, porque la inflación de setiembre fue alta y octubre -según el propio Feletti- viene con números aún peores. Así, en la semana los dólares MEP y contado con liquidación subieron 0,7%, el blue trepó 0,8% y los dólares alternativos senebi o los vinculados con los ADR, Cedears o criptomonedas saltaron 1,2%, ya rozando los 194 pesos.

Y debe entenderse que esta aceleración en la suba de los dólares libres se dio a pesar del súper cepo recargado que aplicaron el BCRA y la CNV. De hecho, la autoridad monetaria arrancó la semana sonriendo, recuperando reservas, pero el viernes Reconquista 266 perdió US$ 88 millones, por lo que en toda la semana -trabando la economía de una manera que impactará más en la inflación por falta de insumos importados clave- el BCRA pudo sumar apenas US$ 86 millones. Encerró a todo el mundo para obtener casi nada.

Y debe entenderse que los dólares libres no subieron más porque además de usar reservas, las manos amigas (formadores de mercado) del Gobierno vendieron una masa de bonos, que hicieron caer 3% semanal a los papeles argentinos, por lo que el riesgo país terminó el viernes en 1.634 puntos básicos (nueve veces más alto que el de los países vecinos), la segunda mayor marca desde que Guzmán hizo el canje de deuda en agosto del año pasado.

Música en Wall Street

¿Qué pasó con los precios bursátiles? La ley laboral ultra flexible y los bolsillos llenos de los consumidores norteamericanos les permitieron a las empresas presentar balances trimestrales, con cierre a setiembre, con ganancias mucho más altas que las esperadas. Por ahora entraron los números de los bancos, con cifras muy positivas, veremos cómo siguen esta semana los estados contables de las firmas vinculadas a la economía real.

Lo concreto es que, sin inmutarse por el tapering que viene, los inversores de Wall Street estuvieron de fiesta: el Nasdaq tuvo una suba semanal del 2,2% y el Dow mejoró 1,6%. Y también hubo alegría en las bolsas de Frankfurt y San Pablo, ya que el Covid retrocede y la actividad económica se va normalizando. Los ADR argentinos se montaron en esa movida y ayudaron a la Bolsa porteña, que tuvo un salto semanal de más del 5%, con muchos inversores resoplando desahogados. Y solo hubo una caída sombría en Chile, que perdió casi 4%, con una situación política que se va enturbiando.

El tapering tampoco le hizo cosquillas a las commodities. Es más, como el bitcoin está por ser autorizado a cotizar como ETF pegó un salto inconmensurable del 40% y se acerca a su récord (sin que el resto de las criptomonedas lo imiten), pero lo que también voló fueron los metales básicos, con subas del 12% promedio para el cobre, el aluminio y el níquel, con el petróleo hirviendo con una suba de casi 10% por la mayor movilidad sin tanto covid. Y entre los metales preciosos la onza de plata saltó 5%, pero el oro sigue planchado, tras la particular comunicación telefónica entre Xi y Biden, que tienen las reservas más grandes del mundo de metal amarillo. Para desgracia de Argentina, las proyecciones de cosecha de granos son notables en todas partes, y los precios de los granos tanto en Chicago como en Rosario no muestran una fiesta como el resto de las materias primas.

Los analistas que siguen los precios de las acciones y los bonos repiten de manera contundente: "Como en 2013, los tenedores de acciones creen que con esta elección, en 2023 habrá cambio de signo político en la Argentina, y que puede iniciarse una movida alcista para el precio de las acciones. En 2013 el índice Merval medido en dólares cotizaba como hoy a US$ 440 y desde ahí voló, tocando un valor máximo de US$ 1.758 en enero de 2018, con una suba estrepitosa del 300% en cinco años, hasta que se dieron cuenta de que Macri tampoco arreglaba las cosas.

Con los bonos el camino es más complejo. Siguen por el piso, con precios de default. La cantidad de vencimientos que se acumula en los próximos catorce meses es imposible de cumplir. Será necesario un acuerdo con el FMI, una reestructuración y un plan. ¿Será posible eso? El riesgo es grande: la masa de pesos que deben el Tesoro y el Banco Central significan una inflación reprimida de casi 35 puntos. 

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