Aislado, separado del mundo por una barrera de cepos y con bloqueo a las importaciones, el mercado argentino tuvo durante la semana pasada un buen momento: bajó el dólar, subieron los bonos y las acciones, bajó 56 puntos el riesgo país (hasta 1.730 puntos básicos, testeando el nivel piso de lo que va de 2022) y el Banco Central logró reunir reservas por US$ 110 millones en febrero que habitualmente es bajo en liquidación de divisas del campo.
Separando cada canal para intentar entender qué es lo que está ocurriendo, el dato más importante fue una merma de $215,50 a $211 en el dólar blue y un derrumbe del 4,4% en el contado con liquidación, desde $216,21 a $206,74. Al tiempo que a nivel global el dólar sólo subió contra el euro (0,2% en la semana), pero anotó una baja semanal del 0,2% al 2,2% contra el real, el chileno, el franco suizo, el yuan, el yen y la libra esterlina. Lo cual quiere decir, literalmente, que el peso argentino fue la mejor moneda de la semana y el euro la peor, con el dólar global ciertamente flojo.
Bonos y Bolsa para arriba
Y al dar una mirada por el mercado de bonos, se observa que los títulos públicos argentinos tuvieron una suba semanal promedio de casi 2%, al tiempo que las amenazas de la Fed, de convertirse en una aspiradora de dólares a partir de marzo, hicieron que muchos inversores globales tomaran posición el bonos de EE.UU. como refugio, lo cual permitió que la tasa a 2 años de los papeles de ese país llegara al 1,5%, con la tasa a 10 años estacionada en el 2% anual, lo cual ya empezó a competir con muchísimos bonos internacionales que en la semana estuvieron con precios en baja.
Y con las acciones el panorama fue más o menos similar: la Bolsa de Buenos Aires festejó una suba del 1,4% en pesos (3,6% medida en dólares), al tiempo que todas las demás bolsas del mundo, sin excepción apuntaron en bloque para abajo, con descensos que fueron del 0,5% a 2,5%, afectando de mayor a menor a Frankfurt, Madrid, Santiago de Chile, Tokio, Nueva York, México y Brasil.
O sea, en el balance de la semana tuvimos la mejor moneda, los mejores bonos y las mejores acciones, algo no visto en mucho tiempo, en una reacción desde el fondo del abismo que es explicada por los operadores por cuatro razones principales:
- La primera y más contundente es el acercamiento con el FMI, que con diversas exigencias muy duras de letra chica, parece estar orientando todo a que Alberto Fernández vuelva a prometer que en una semana entregará el paquete en el Congreso para que sea aprobado "por sí o por no", casi a libro cerrado, sin poder cambiar ni una coma.
- La segunda razón de una importancia superlativa tiene que ver con el precio de las commodities, con todos orientados a la suba, por debilidad global de todas las monedas, pero dentro de todo el cuadro los granos están con los mayores aumentos, algunos ciertamente increíbles: en lo que va de febrero el girasol sube 25% en Rosario, la soja rosarina avanza 13%, el maíz también del principal puerto de Santa Fe tiene un alza de casi 12%, la soja Chicago acompaña el movimiento con una mejora del 7,3% y solo quedó un poco menos entonado el trigo, que acumula una suba mensual de "sólo" 4%.
- El tercer elemento que también generó una distensión fue el menor daño generado por el Covid-19: en la semana del 5 al 11 de febrero se registraron 1422 muertes en el país por esta pandemia, mientras que en la semana del 12 al 18 los decesos cedieron a 1.204 casos, pero sobre todo con una importante reducción en los contagios, por lo que varios especialistas están diciendo "sin cantar victoria" que lo peor de esta nueva ola parece estar apagándose (lo cual significa menos sufrimiento para las familias, menos ausencias laborales y posibilidad de tener una economía más sostenida).
- Y la cuarta causa que nos dio una gran ventaja sobre el resto de los mercados es justamente la cerrazón que tiene la economía. Con importaciones cerradas y una sucesión de cepos a todo tipo de operaciones, no solo cambiarias, nos ha dejado como una economía aislada, como una especie de zoológico reducido, donde las empresas locales se ven beneficiadas. Un ejemplo claro es el turismo, con hoteles con alto ocupación porque muy poca gente pudo vacacionar en el exterior. Todo en un mundo que sufre serias amenazas, no solo por la inminente suba de tasas de la Fed sino por la tensión alrededor de Ucrania.
Estos toreos entre Putin, la Unión Europea y EE.UU., que corren cada vez más serios riesgos de que una mecha incendie todo el polvorín, mantienen también al resto de los commodities muy firmes contra las monedas, pero la curva ascendente del petróleo perdió fuerza, los metales básicos anotan firmes aumentos pero muy inferiores a los de los granos y, si se quiere, lo más particular del momento es que los inversores que buscan refugio privilegiaron nuevamente a las onzas de oro y plata (con subas del 6% en el mes) y le pusieron un freno a las criptomonedas, que igual suben, pero están a la cola de todos los aumentos, con 3% de mejora, por la persecución principalmente impositiva en casi todas partes.
Los próximos pasos
¿Qué tenemos por delante? Alguna vez Juan Carlos De Pablo afirmó que "en Argentina siete días es el largo plazo". Por lo que hoy, cuando falta una larga semana para que arranque marzo (momento en el que supuestamente entrará el paquete del FMI al Congreso), tenemos por delante una serie de grandes incógnitas por desarrollar.
La primera y principal pregunta que debe contestarse un inversor tiene que ver con la tranquilidad cambiaria de la semana pasada, ya que la importante baja que tuvo el precio del dólar estuvo atada a cuatro factores: por supuesto el mayor acercamiento con el FMI, el también acercamiento a EE.UU. (con Alberto votando junto a los norteamericanos contra la violencia política que reina en Nicaragua, criticando de plano el Gobierno de Daniel Ortega), la durabilidad de la buena cotización de los granos y, fundamentalmente, entender que durante toda la semana pasada hubo vencimiento del recargado impuesto a los bienes personales, que obligó a inversores y empresas a vender dólares para conseguir pesos y cumplir con la AFIP.
Sea cual fuere la razón principal que permitió este freno en el "overshooting" cambiario, lo concreto es que el país está una semana más cerca de abril, mes en el que lentamente comenzará a liquidarse la cosecha gruesa, y que le permitirá al BCRA, como pasó el año pasado, acumular una importante cantidad de reservas. Por la sequía, esencialmente sudamericana, las cotizaciones de Chicago resucitaron: en los últimos 100 días, la soja subió de US$ 432 a US$ 588 y el maíz saltó de US$ 194 a US$ 258. Y, por lo que se ve, la cosecha argentina está siendo afectada por la sequía en cantidades de toneladas a vender, pero la mejora en las cotizaciones está compensando y el ingreso anual de dólares vía retenciones (que es lo único importante para el Gobierno y para el FMI) llevará buenas divisas a las reservas de la autoridad monetaria.
El sostén en el precio de los bonos está ligado a la operación contable, que funcionará como si Argentina recibiera un nuevo crédito de US$ 40.000 millones, que en realidad no recibirá, sino que será entregado en cuotas y devuelto casi inmediatamente, siempre y cuando el país vaya siendo aprobado por las auditorías trimestrales que irá realizando el FMI.
De ahí que en el poroteo de votos que se cuentan en el Congreso haya mayoría de apoyo en los legisladores albertistas, massistas, de los gobernadores y de Juntos por el Cambio. Con el Frente de todos titubeando entre abstenerse o votar en contra. Y con los extremos, liberales y grupos de izquierda, bajando el pulgar a la iniciativa.
Las razones de un acuerdo
¿Por qué hay tanto interés en aprobar el paquete? Simple, si el país es declarado en default con el FMI, se cortarán de inmediato una sucesión de líneas de crédito que sobre todo las provincias necesitan con desesperación, desde el Banco Mundial, desde el BID y otros organismos de crédito.
Está, por supuesto, en vilo el gran vencimiento con el Club de París y otros compromisos, pero si se cumple la letra chica, las reservas entrarán (no habrá salida de dólares porque las importaciones y el crecimiento estarán apagados) y la llegada a la cosecha gruesa dará más tiempo. Según fuentes del Instituto Patria, Cristina trina porque cree que para la auditoría de septiembre el país no podrá cumplir, porque si recorta la emisión y sube las tarifas como está escrito, la tensión social en las calles podrá poner las cosas al rojo vivo.
Y el otro tema que queda por entender es la buena respuesta que tuvieron las acciones argentinas, frente a la gran debilidad de las bolsas externas. Y en este punto la diferencia es muy fácil de explicar: los papeles argentinos están con precios de liquidación y la Bolsa de Nueva York (a pesar de que hubo últimamente fuertes derrumbes en algunos papeles tecnológicos, Mercado Libre por ejemplo cayó exactamente 50%) todavía está en la espuma de una gran burbuja. Y la Fed, asustada por la inflación, ya avisó: esta semana termina con la compra de bonos, en 10 días empieza a venderlos (para quitar dólares de Wall Street) y anunciará que sube de manera inmediata la tasa corta, con algunos viéndola pasando de 0% a 0,25% y otros de 0% a 0,5%, veremos.
Pero hay otra gran razón que le da sostén a la olvidada Bolsa de Buenos Aires. Al cerrar o trabar importaciones, las empresas locales tienen menos competencia, hay escasez de productos, la inflación sube y las ganancias de las compañías mejora. Con un clima híper selectivo, la mitad de las empresas que cotizan en la Bolsa de Buenos Aires presentó sus estados contables trimestrales con cierre a diciembre. Si se toman números promedio (con diferencias abismales entre distintas especies) en el cuarto trimestre de 2020 cada empresa había ganado US$ 15 millones contra una ganancia de US$ 64 millones en los últimos tres meses de 2021. Mientras que si se toma el resultado anual completo, cada cotizante que cumplió con la entrega de sus números ganó US$ 17 millones en 2020 y US$ 90 millones en 2021.
Aislados del mundo, separados de una crisis global, los consumidores locales son los que pierden por una inflación que les destruye la capacidad de compra. Pero al menos en los últimos números, con el acuerdo con el FMI en pista, el dólar se tranquilizó, los bonos mejoraron y las acciones salen del pozo de cuatro años. ¿Durará este repunte o será un veranito?
Hay mucho por hacer: primero debe conseguirse el sí del Congreso, luego habrá que aprobar las auditorías del Fondo y después los granos deberán resistir ante las tasas más altas de la Fed.